sábado, 16 de mayo de 2015

¿Se extingue la agricultura en Costa Rica?

Por Mauricio Álvarez M | FECON

Hacerle honor a las personas que entregan su vida al cultivo de la tierra, a mujeres, hombres, niños y niñas, labriegos sencillos recita el himno nacional, es reconocer nuestra falta de agricultura, el casi exterminio del pequeño productor bajo la dictadura de la agroindustria que acapara nuestras tierras y beneficia a unos cuantos y ni siquiera sus frutos son para el consumo nacional, atentando contra nuestra seguridad alimentaria. 

Los datos son contundentes el 60% de la producción nacional de nuestro país es para la exportación de banano, piña, café, aceite de palma, plantas, follajes, flores, yuca y melón ( FAO, 2012). Todos producidos como monocultivos que contribuye a que seamos el primer lugar mundial en importador de plaguicidas o venenos (FAO, 2010). Lejos de nuestros competidores en América tropical como  Colombia, Ecuador, Honduras o Brasil.

Es mucho veneno. Sí, es la mejor palabra que puede describir a los plaguicidas y otras sustancias de origen sintético utilizados en la agroindustria. Ampliamente asociados a múltiples problemas a la salud, como: cáncer, deformaciones en fetos, problemas de aprendizaje, alergias, intoxicaciones agudas y por tanto la muerte. Responsables también de contaminación de cuencas, hoy hasta son responsables de muerte en el mar.

Según estadísticas de la FAO en 2010 Costa Rica consumió: 24,56 Kilogramos de ingrediente activo (el compuesto químico que ejerce la acción plaguicida) por hectárea al año (i.a/ha/año), le sigue Colombia con 14, 50 y China con 17,81.  Mientras, en fertilizantes según los datos del Banco Mundial estamos en los primeros lugares del mundo de mayor de consumo de fertilizantes superando 5 veces el promedio mundial, Costa Rica tiene un promedio de consumo de 705 kg mientras el rango mundial ronda los 141 kg por hectárea de tierra cultivable, lo cual nos coloca por encima de cientos de países y regiones.

Eso demuestra que estamos forzando a la agricultura de nuestro país a llegar a un umbral de producción - contaminación, a ganar más dinero con un creciente daño ambiental que se vive a corto, mediano y largo plazo.

Los estudios sistemáticos del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) y estadísticas globales demuestran que el uso y abuso de venenos agrícolas ha aumentado significativamente en Costa Rica, sin haber aumentado las áreas agrícolas en el país. El agotamiento de la frontera agrícola explica el abuso de venenos. La cantidad de agrotóxicos importados por Costa Rica ha aumentado 3,14 veces desde 1977. Sólo en plaguicidas importó 184.817 toneladas de ingrediente activo entre 1977 al 2006.

Además, la importación de insecticidas, fungicidas y demás venenos está dentro de los principales 15 productos importados y generó en 2011 unos egresos al país por 136.6 Millones de US$  (PROCOMER, 2011), todo ello a costa de un gran despojo y una creciente concentración de tierras en pocas compañías.

Nos quedamos sin tierra. Veamos un ejemplo: el 60% de la producción de palma aceitera está en manos de transnacionales y grandes cooperativas. Con una agresiva pero silenciosa expansión pasó de 57,000 hectáreas en 2010 a 67,562 en 2013 a un estimado de 71,500 has para el cierre del 2014. En banano el 52% de la producción está en mano de transnacionales (Chiquita, Dole, BANDECO), lo demás lo siembran productores independientes que le venden a las transnacionales que exportan y comercializan.

En crisis nuestra seguridad alimentaria. Mientras entregamos nuestras mejores tierras a transnacionales para la exportación de postres estamos importando los principales productos de consumo cotidiano: los frijoles comunes, el arroz con cáscara, el maíz amarillo, el frijol de soya y el trigo.

Un cálculo del 2008 aseguró que necesitaríamos unas 283 mil hectáreas adicionales de maíz blanco (16000) y amarillo (150000), fríjol (41000) y arroz (76000) si se quiere abastecer la demanda nacional, pero cómo asegurarnos nuestros granos básicos si toda nuestra tierra está concentrada en agro negocios de exportación (Baltodano p EN, 2008).

En 2008 se declaró la crisis de los alimentos a nivel mundial, y hasta el gobierno neoliberal en Costa Rica, responsable histórico de esta ruina, reconoció la importancia de recuperar nuestra soberanía alimentaria no sólo por el aumento de los precios sino por el desabastecimiento de los alimentos en el mundo.

Esta crisis debió servir para tomar conciencia de la urgencia de superar la era de los agrotóxicos y la mega agroindustria, y apuntar seriamente a recuperar nuestra soberanía alimentaria y gestión justa y sostenible de las tierras cultivables.

No hace falta alimento ni producción. Hace falta justicia y equidad en el campo. Hay muchas formas de controlar plagas sin necesidad de usar venenos químicos.  Son cada vez más las familias que están mejorando sus ingresos, su salud y el ambiente con la agricultura orgánica que en pocos años crece rápidamente para convertirse en una opción más justa y popular.


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