Por Stephen Sefton | Tortilla con Sal
Si alguien en el movimiento revolucionario de Honduras encarnizaba el aporte de las incontables mujeres héroes de la revolución centroamericana, esa persona fue Margarita Murillo. Ayer se dio la dolorosa noticia de su asesinato en Villanueva, departamento de Cortés, el día 27 de agosto pasado. Todos los reportes coinciden que Margarita fue asesinada por un grupo de hombres fuertemente armados mientras ella trabajaba sola en una parcela de tierra de su grupo campesino.
Todavía la derecha fascista de la región no ha aprendido que si se mata a un héroe, no matan sus ideas y cien más héroes se levantarán en su lugar.
Si alguien en el movimiento revolucionario de Honduras encarnizaba el aporte de las incontables mujeres héroes de la revolución centroamericana, esa persona fue Margarita Murillo. Ayer se dio la dolorosa noticia de su asesinato en Villanueva, departamento de Cortés, el día 27 de agosto pasado. Todos los reportes coinciden que Margarita fue asesinada por un grupo de hombres fuertemente armados mientras ella trabajaba sola en una parcela de tierra de su grupo campesino.
Todavía la derecha fascista de la región no ha aprendido que si se mata a un héroe, no matan sus ideas y cien más héroes se levantarán en su lugar.
Margarita nació en la casa de su abuela en la comarca de Chalmeca, departamento de Copán en una familia campesina. En sus primeros años la familia estuvo pobre pero siempre tenía algunos animales de patio, mientras su padre trabajaba una parcela de dos manzanas para garantizar el maíz y los frijoles y también como jornalero en fincas vecinas. Sin embargo, por motivo de una riña familiar su padre tuvo que vender su tierra para pagar una multa y la familia cayó en la pobreza extrema.
Desde la edad de siete años Margarita conoció la amarga vida de tener que vivir posando sin ninguna seguridad económica. Su madre lavaba ajena. Su padre se fue a trabajar en otra parte. A veces, en desesperación, comían zacate para apaciguar el hambre. La familia sufría todas las humillaciones de las personas que no tienen recursos económicos, el menosprecio de la gente, la explotación laboral, el hambre y la falta de cuido médico, la violencia intrafamiliar.
Con el paso de los años, Margarita aprendió muchas habilidades de su abuela paterna y de sus profesores. Por su lado materna, la familia de Margarita es indígena, maya. Pero durante su niñez ella pasó más tiempo con la madre de su padre, quien fue salvadoreña. Margarita recordaba que su abuela materna le contó que su marido peleó en la guerra de los Liberales contra el dictador Carías Andino y que el abuelo de ella fue fusilado en el Siglo 19 por ser morazanista.
Fue en 1971 que Margarita empezó a trabajar en las organizaciones sociales con un grupo de mujeres de Caritas. A la edad de 13 años ayudaba a coordinar las actividades de seis grupos en diferentes comarcas cerca de donde vivía. Empezó a trabajar como una promotora en la Escuelas Radiofónicas haciendo la alfabetización. Ayudaba a los Delegados de la Palabra de la iglesia y empezó trabajar con la Unión Nacional de Campesinos.
Casi llegando a los quince años, Margarita participó en la Marcha del Hambre de 1975 que acabó con la masacre de Los Horcones. Su grupo de unos 800 personas fue interceptado por el ejército, pero ella logró escapar para volver a su comunidad. Decidió dejar su trabajo comunitario con Caritas para unirse al programa de salud de la UNC que le asignó al sindicato de salud SITRAMEDHYS para aprender enfermería básica.
En 1976, participó en una ocupación de tierras con 400 campesinos. Fue arrestado y detenido por la policía. La golpearon y la violaron en las celdas de las Fuerzas de Seguridad Pública. Lo llevaron al hospital alegando que fue víctima de un accidente. Tenía tres costillas quebradas y una pierna fracturada. La brutal represión redobló su determinación de luchar por la justicia. Entre 1976 y 1979 participó en muchas ocupaciones de tierra y en 1978 participó en la fundación de la Federación de Mujeres Campesinas (FEHMUC).
En 1980 tuvo su primer niño pero seguía con su trabajo de organización en el campo. Al llegar ser más conocido también fue más buscada por la policía. En ese tiempo ella se acostumbraba a caminar por semanas a la vez en el campo con su mochila puesta para visitar a hasta 35 grupos campesinos al mes. Fue un tiempo de duras luchas con mucha represión de parte de la policía y del ejército.
Durante ese período Margarita trabajaba en Copán y en Yoro. Fue un tiempo cuando los conflictos en El Salvador y en Guatemala forzaron a mucha gente de esos países a refugiarse en Honduras. Las experiencias de esta gente sin duda radicalizaron a muchas personas en el movimiento popular de Honduras. Ciertamente fue el caso de Maragarita. El ejemplo del triunfo de la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua también inspiraba mucho optimismo en el movimientos popular y mucho espíritu de lucha.
En enero de 1985 se fundó el Central Nacional de Trabajadores del Campo, un intento de unir las organizaciones campesinas más beligerantes del país. Margarita fue elegida al ejecutivo nacional. Seguía con su trabajo y su vida familiar. En 1987 tuvo su cuarto bebe, una niña. Pero pocos meses despúes, fue arrestado en su casa por un grupo de hombres no identificados en una camioneta sin placas.
Fue desaparecido durante cinco días. Durante ese tiempo fue sistemáticamente torturada, golpeada, violada. Fue gracias al actuar del otro dirigente campesino el Cro. Miguel Murillo (no tiene parentezco con Margarita) que los abogados Blanca Valladares y Milton Jimenez la encontraron para llevarla ante un juez, quien por falta de pruebas en su contra, liberó a Margarita después de algunos días más de detención.
Las secuelas de la tortura dejó a Margarita con un daño serio en la columna. Aún así las fuerzas de seguridad la hostigaron con amenazas constantes. Margarita pasó a la clandestinidad en Tegucigalpa y de allí fue enviado a Nicaragua y de Nicaragua a La Habana. Allí en Cuba recibió tratamiento médico para enderezar su columna y reparar el daño a seis vertebrae. Los golpes habían destruido también un ovario, que se tuvo que sacar. En Cuba tuvo tres operaciones.
Se regresó a Managua para un período de convalecencia. De Nicaragua, Margarita fue a México y luego a pasar un tiempo en El Salvador donde colaboraba con el Frente de Liberación Nacional "Farabundo Martí". Ella volvió a Honduras, siempre en la clandestinidad, a inicios de 1990. Solo con la amnistía de 1991 fue posible para ella volver a una vida normal, trabajando como siempre a nivel de base con el movimiento popular. A lo largo de los años 1990s desarrolló un importante trabajo con las comunidades del departamento de Cortés que la llevó a trabajar como dirigente del Foro del Valle de Sula.
A pesar de su antipatía contra los partidos tradicionales, apoyo con mucha esperanza y optimismo las políticas soberanas promovidas por el gobierno del Presidente Manuel Zelaya. Pero a la vez, ella, como muchos en las organizaciones radicales del movimiento popular de Honduras preveían la sería amenaza de una respuesta muy represiva de la oligarquía fascista hondureña apoyado por los yanquís contra un pueblo desarmado. Y así fue, como se constó con los acontecimientos del 28 de junio 2009.
Margarita se destacó en las luchas contra el golpe en el departamento Cortés donde ella llegó a coordinar el Frente Nacional de Resistencia Popular y participaba activamente en las discusiones alrededor de las estrategias tanto del Frente como de su brazo partidario LIBRE.
Conocí a Margarita en mayo 1990 cuando grabamos varias entrevistas. Como todas y todos que tuvimos el privilegio de beneficiar de su sabiduría revolucionaria, siento bendecida por su amistad e inspirado por estas palabras que ella dijo en 1990 :
"Estoy decidido de seguir dando mi vida al movimiento por la liberación de mi pueblo. Desde mi niñez he participado en la vida de mi pueblo. Es imposible dejarlo. Nunca voy a poder abandonar mi pueblo. En estos últimos tres años he estado en la clandestinidad. Tomé esa decisión después de lo que pasó en 1987. Si hubiera quedado trabajando abiertamente habría muerto para nada. Me habrían matado y ya no habría dado fruta para el pueblo hondureño. Por ese motivo elegí una vida clandestina, no solo para seguir viva, sino para seguir luchando por mi pueblo y por todos los pueblos centroamericanos."
Desde la edad de siete años Margarita conoció la amarga vida de tener que vivir posando sin ninguna seguridad económica. Su madre lavaba ajena. Su padre se fue a trabajar en otra parte. A veces, en desesperación, comían zacate para apaciguar el hambre. La familia sufría todas las humillaciones de las personas que no tienen recursos económicos, el menosprecio de la gente, la explotación laboral, el hambre y la falta de cuido médico, la violencia intrafamiliar.
Con el paso de los años, Margarita aprendió muchas habilidades de su abuela paterna y de sus profesores. Por su lado materna, la familia de Margarita es indígena, maya. Pero durante su niñez ella pasó más tiempo con la madre de su padre, quien fue salvadoreña. Margarita recordaba que su abuela materna le contó que su marido peleó en la guerra de los Liberales contra el dictador Carías Andino y que el abuelo de ella fue fusilado en el Siglo 19 por ser morazanista.
Fue en 1971 que Margarita empezó a trabajar en las organizaciones sociales con un grupo de mujeres de Caritas. A la edad de 13 años ayudaba a coordinar las actividades de seis grupos en diferentes comarcas cerca de donde vivía. Empezó a trabajar como una promotora en la Escuelas Radiofónicas haciendo la alfabetización. Ayudaba a los Delegados de la Palabra de la iglesia y empezó trabajar con la Unión Nacional de Campesinos.
Casi llegando a los quince años, Margarita participó en la Marcha del Hambre de 1975 que acabó con la masacre de Los Horcones. Su grupo de unos 800 personas fue interceptado por el ejército, pero ella logró escapar para volver a su comunidad. Decidió dejar su trabajo comunitario con Caritas para unirse al programa de salud de la UNC que le asignó al sindicato de salud SITRAMEDHYS para aprender enfermería básica.
En 1976, participó en una ocupación de tierras con 400 campesinos. Fue arrestado y detenido por la policía. La golpearon y la violaron en las celdas de las Fuerzas de Seguridad Pública. Lo llevaron al hospital alegando que fue víctima de un accidente. Tenía tres costillas quebradas y una pierna fracturada. La brutal represión redobló su determinación de luchar por la justicia. Entre 1976 y 1979 participó en muchas ocupaciones de tierra y en 1978 participó en la fundación de la Federación de Mujeres Campesinas (FEHMUC).
En 1980 tuvo su primer niño pero seguía con su trabajo de organización en el campo. Al llegar ser más conocido también fue más buscada por la policía. En ese tiempo ella se acostumbraba a caminar por semanas a la vez en el campo con su mochila puesta para visitar a hasta 35 grupos campesinos al mes. Fue un tiempo de duras luchas con mucha represión de parte de la policía y del ejército.
Durante ese período Margarita trabajaba en Copán y en Yoro. Fue un tiempo cuando los conflictos en El Salvador y en Guatemala forzaron a mucha gente de esos países a refugiarse en Honduras. Las experiencias de esta gente sin duda radicalizaron a muchas personas en el movimiento popular de Honduras. Ciertamente fue el caso de Maragarita. El ejemplo del triunfo de la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua también inspiraba mucho optimismo en el movimientos popular y mucho espíritu de lucha.
En enero de 1985 se fundó el Central Nacional de Trabajadores del Campo, un intento de unir las organizaciones campesinas más beligerantes del país. Margarita fue elegida al ejecutivo nacional. Seguía con su trabajo y su vida familiar. En 1987 tuvo su cuarto bebe, una niña. Pero pocos meses despúes, fue arrestado en su casa por un grupo de hombres no identificados en una camioneta sin placas.
Fue desaparecido durante cinco días. Durante ese tiempo fue sistemáticamente torturada, golpeada, violada. Fue gracias al actuar del otro dirigente campesino el Cro. Miguel Murillo (no tiene parentezco con Margarita) que los abogados Blanca Valladares y Milton Jimenez la encontraron para llevarla ante un juez, quien por falta de pruebas en su contra, liberó a Margarita después de algunos días más de detención.
Las secuelas de la tortura dejó a Margarita con un daño serio en la columna. Aún así las fuerzas de seguridad la hostigaron con amenazas constantes. Margarita pasó a la clandestinidad en Tegucigalpa y de allí fue enviado a Nicaragua y de Nicaragua a La Habana. Allí en Cuba recibió tratamiento médico para enderezar su columna y reparar el daño a seis vertebrae. Los golpes habían destruido también un ovario, que se tuvo que sacar. En Cuba tuvo tres operaciones.
Se regresó a Managua para un período de convalecencia. De Nicaragua, Margarita fue a México y luego a pasar un tiempo en El Salvador donde colaboraba con el Frente de Liberación Nacional "Farabundo Martí". Ella volvió a Honduras, siempre en la clandestinidad, a inicios de 1990. Solo con la amnistía de 1991 fue posible para ella volver a una vida normal, trabajando como siempre a nivel de base con el movimiento popular. A lo largo de los años 1990s desarrolló un importante trabajo con las comunidades del departamento de Cortés que la llevó a trabajar como dirigente del Foro del Valle de Sula.
A pesar de su antipatía contra los partidos tradicionales, apoyo con mucha esperanza y optimismo las políticas soberanas promovidas por el gobierno del Presidente Manuel Zelaya. Pero a la vez, ella, como muchos en las organizaciones radicales del movimiento popular de Honduras preveían la sería amenaza de una respuesta muy represiva de la oligarquía fascista hondureña apoyado por los yanquís contra un pueblo desarmado. Y así fue, como se constó con los acontecimientos del 28 de junio 2009.
Margarita se destacó en las luchas contra el golpe en el departamento Cortés donde ella llegó a coordinar el Frente Nacional de Resistencia Popular y participaba activamente en las discusiones alrededor de las estrategias tanto del Frente como de su brazo partidario LIBRE.
Conocí a Margarita en mayo 1990 cuando grabamos varias entrevistas. Como todas y todos que tuvimos el privilegio de beneficiar de su sabiduría revolucionaria, siento bendecida por su amistad e inspirado por estas palabras que ella dijo en 1990 :
"Estoy decidido de seguir dando mi vida al movimiento por la liberación de mi pueblo. Desde mi niñez he participado en la vida de mi pueblo. Es imposible dejarlo. Nunca voy a poder abandonar mi pueblo. En estos últimos tres años he estado en la clandestinidad. Tomé esa decisión después de lo que pasó en 1987. Si hubiera quedado trabajando abiertamente habría muerto para nada. Me habrían matado y ya no habría dado fruta para el pueblo hondureño. Por ese motivo elegí una vida clandestina, no solo para seguir viva, sino para seguir luchando por mi pueblo y por todos los pueblos centroamericanos."
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