Foto G. Trucchi | Rel-UITA |
Urge cambiar el modelo y romper la sumisión a EEUU
Por Gerardo Iglesias | Rel-UITA
Gustavo Triana es secretario general del Polo Democrático Alternativo, partido que cuenta actualmente con ocho congresistas, ganó la alcaldía de Bogotá en 2003 y 2007 y se ha convertido en la formación de izquierda con más logros electorales en la historia del país.
En diálogo con La Rel, Triana realizó un profundo análisis de la coyuntura económica y social de su país y los impactos en el agro del actual modelo de producción, que conducen a Colombia a la pérdida de su soberanía alimentaria.
En diálogo con La Rel, Triana realizó un profundo análisis de la coyuntura económica y social de su país y los impactos en el agro del actual modelo de producción, que conducen a Colombia a la pérdida de su soberanía alimentaria.
-¿Cómo analizas la situación económica del país?
-El primer gobierno de (Juan Manuel) Santos no presentó mayores cambios en relación al de su predecesor Álvaro Uribe en lo que se refiere a políticas económicas y de relaciones internacionales. Tal vez, impuso un ritmo mayor en la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC).
No sólo aplicó y consolidó los ya iniciados por Uribe con Estados Unidos, Canadá, Mercosur y la Unión Europea sino que procedió a negociar con Corea del Sur, Japón y Turquía y ya firmó con Israel.
La situación desventajosa con México, país con el que se firmó en 1995, se empeora con la aprobación del tratado de libre comercio de La Alianza Pacífico.
En Colombia solemos bromear con que la política de comercio exterior de Santos consiste en buscar países que estén encartados con excedentes de producción para que nos los vendan, lo que viene llevando a una destrucción absoluta del aparato productivo nacional.
En materia de extracción de recursos naturales, la política es la misma de principios el siglo pasado y cierra el círculo de esta catástrofe neoliberal de pérdida del mercado interno y del manejo soberano de la economía.
-El primer gobierno de (Juan Manuel) Santos no presentó mayores cambios en relación al de su predecesor Álvaro Uribe en lo que se refiere a políticas económicas y de relaciones internacionales. Tal vez, impuso un ritmo mayor en la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC).
No sólo aplicó y consolidó los ya iniciados por Uribe con Estados Unidos, Canadá, Mercosur y la Unión Europea sino que procedió a negociar con Corea del Sur, Japón y Turquía y ya firmó con Israel.
La situación desventajosa con México, país con el que se firmó en 1995, se empeora con la aprobación del tratado de libre comercio de La Alianza Pacífico.
En Colombia solemos bromear con que la política de comercio exterior de Santos consiste en buscar países que estén encartados con excedentes de producción para que nos los vendan, lo que viene llevando a una destrucción absoluta del aparato productivo nacional.
En materia de extracción de recursos naturales, la política es la misma de principios el siglo pasado y cierra el círculo de esta catástrofe neoliberal de pérdida del mercado interno y del manejo soberano de la economía.
La pérdida de la soberanía alimentaria
La comida hipotecada
-¿Cómo se refleja esa pérdida de la producción local?
-Podemos decir hoy día, sin ser temerarios, que las unidades agrícolas familiares del país son completamente inviables, y que la inmensa mayoría de la migración del campo a las ciudades tiene como origen el hecho que la producción campesina no es rentable, no se mantiene.
La violencia ha afectado las actividades económicas y provocado dolorosos desplazamientos, pero no es la principal responsable, es el modelo económico que hace inviable la producción campesina y los empuja a migrar a las grandes ciudades.
-¿Y el gobierno qué hace frente a esto?
-La desidia del gobierno ante esta calamidad es total. Impone más importaciones de excedentes agrícolas de Estados Unidos y Europa, mientras los relega a la producción de productos tropicales en donde también se arruinan.
Los campesinos están en cultivos cada vez más azarosos como la caña panelera, café, cítricos, yuca, plátano, leche y carne. Están extinguidos los cultivos de cereales como trigo, avena, arroz, cebada y disminuyen maíz, leguminosas, hortalizas, cebollas, ajo, entre otros.
Con la caída de los precios del petróleo, el carbón, el níquel y otros minerales que reportan más del 70 por ciento del volumen de nuestras exportaciones, y con la subida del dólar estamos en una situación muy comprometedora para garantizar las importaciones de alimentos.
Se está importando cerca del 50% de los alimentos, Colombia ha perdido su soberanía alimentaria.
La producción de carne vacuna es propia y parte de los lácteos pero la producción de aves y cerdos utiliza más del 85 por ciento del alimento importado y sin ningún tipo de control sobre la presencia de transgénicos e igual ocurre con la genética y los medicamentos del sector.
Los TLC se multiplican y se pierde soberanía
Se devasta la industria nacional
-Este escenario que describes está directamente relacionado con los TLC firmados por el gobierno…
-Sí, de hecho la economía campesina está quebrada, pero además la política de colocación de excedentes agropecuarios de Estados Unidos y Europa en Colombia quebrará no solo a los campesinos pequeños y medianos sino a los empresarios del campo.
Recientemente el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden le envió una carta a Santos donde le pide que levante la prohibición de importar etanol de Estados Unidos porque eso va contra el TLC firmado, que acelere el proceso de chatarrización de vehículos, que no de paso al uso y producción de medicamentos biotecnológicos, y que agilice el proceso de paz porque los soldados colombianos serán más útiles en otras partes del mundo.
Parece que el rey Barack Obama le hubiera escrito al virrey Juan Manuel Santos, es algo deplorable.
Lo peligroso es que si Colombia levanta esa prohibición los ingenios azucareros se vienen a pique, lo que conlleva a un escenario devastador en la industria azucarera, de etanol y panela.
Además transnacionales como Bimbo, Coca Cola, Pepsi y Nestlé, entre otras exigen poder traer sus propios endulzantes, en vez de comprar los nacionales.
Si esto sucede, los ingenios y los cerca de 50.000 obreros del sector se verán drásticamente afectados. Las manifestaciones de quiebra ya afectan a productores de carne y lácteos, a fruticultores, paperos, en fin a todo el campo colombiano.
Dignidad Agropecuaria
Un frente de lucha contra los TLC
-Los productores y trabajadores colombianos se han unido contra esta política de tratados de libre comercio…
-Dignidad Agropecuaria Nacional es una coalición de obreros y jornaleros agrícolas, de pequeños y medianos campesinos y de empresarios agropecuarios que surge para exigir la modificación, renegociación o denuncia de los tratados de libre comercio.
Es la única forma para resolver esto, la única manera de devolverle al campo la viabilidad.
-¿El gobierno está dispuesto a revisar su política en relación con el sector agropecuario?
-No, de hecho ya tenemos el anuncio de que para el año entrante los cafeteros dejarán de percibir un subsidio que habían logrado y que se les pagó los últimos dos años, lo mismo sucede con cultivadores de cacao.
Si no hay subvención no sobreviven los pequeños productores. No se controlan los precios de los insumos ni se ha cumplido con los acuerdos de refinanciación de deudas, por lo tanto no hay perspectiva de que el gobierno de Santos incida a favor de la agricultura nacional.
Otro hecho que afecta al campo es la entrega de tierras de vocación agrícola para hacer gran minería a cielo abierto y la titulación de baldíos de la nación, cuya destinación es para los campesinos sin tierra, a magnates nacionales y a las transnacionales.
-Esta pérdida de la soberanía alimentaria se viene dando en menor o mayor medida en toda América Latina. La diferencia es que en Colombia se ha generado una gran resistencia campesina. ¿A qué se debe esta mayor reacción?
-Puede darse por el acierto de la formulación de una política amplia para la lucha por la soberanía alimentaria y la defensa de la producción. Un llamamiento que ha unido desde los grandes productores hasta los campesinos más pobres y a los jornaleros.
Ahí reside su fortaleza, están igualados en el mismo frente de batalla contra un enemigo común: las políticas imperialistas de libre comercio y neoliberalismo que destruyen el trabajo y la producción nacionales.
-¿Esto llega a la sociedad entera, está en la agenda de los sindicatos?
-Sí y esta pregunta lleva a insistir en que el campo democrático, la izquierda, las organizaciones sindicales y de campesinos deben tener como ejes centrales de su agenda: recobrar la soberanía, fortalecer el mercado interno con producción nacional y reactivar el aparato productivo industrial y agrario.
Se debe discutir la vigencia de los TLC para poder pensar en un cambio verdadero del modelo económico y encarar el problema de la gigantesca deuda externa que mantiene Colombia, más de 95 mil millones de dólares, un 25 por ciento del PBI del país.
En el presupuesto nacional para 2015, las obligaciones de la deuda externa están como primer rubro, por encima de educación, defensa y salud.
La política exterior y el proceso de paz
La sumisión ante Estados Unidos
-¿Cómo ve el acuerdo con la OTAN y el proceso de paz?
-En política exterior Santos ha accedido a este Acuerdo vergonzoso con la OTAN.
Resulta que ahora habrá tropas de Colombia en Ucrania, naves de guerra en el Cuerno de África, en Etiopía, adicional a que hace algún tiempo hay presencia militar en Sinaí. Total sumisión a los intereses de Estados Unidos.
También posee el deshonroso récord de ser uno de los dos países de América Latina que no reconoce al Estado Palestino, que guardó un silencio cómplice en este último genocidio cometido por Israel contra Gaza.
En general, la postura de Santos ha sido someterse a los designios de la política exterior norteamericana.
Santos ha iniciado conversaciones con las guerrillas para buscar una solución negociada, asunto que el Polo apoya desde su fundación y que complementa con su rechazo programático a la lucha armada.
Las negociaciones que comenzaron hace dos años han tenido evidentes progresos y tienen el apoyo del gobierno de Estados Unidos y de otros países.
El conflicto interno ha servido de pretexto para atacar a la oposición política y social, para acusar falsamente a sindicalistas de vínculos con las guerrillas, para quebrantar la democracia y también se ha usado por los gobiernos de Estados Unidos para poner su bota sobre el territorio colombiano.
Para el Polo Democrático las negociaciones son positivas, cesar la violencia es altamente conveniente para la lucha nacional y democrática. No por ello se debe apoyar a Santos, ni significa que el presidente mutó su naturaleza reaccionaria, neoliberal y pro norteamericana.
Un grupo importante de la izquierda consideró que para defender el proceso de Paz, valía votar por la reelección de Santos y hacerle campaña a su programa, asunto que provocó una fuerte controversia que debilita la unidad del campo democrático y alternativo.
El segundo gobierno de Santos ha puesto en marcha un paquete de políticas continuistas y nocivas para el país, se hace necesario que el respaldo al proceso de paz sea tomado con independencia y que por nada perturbe la necesaria oposición al modelo económico y a las afectaciones de la soberanía nacional que implementan los partidos de la Unidad Nacional de Santos con el apoyo de la bancada del Centro Democrático que dirige el ex presidente Álvaro Uribe.
Fuente: Rel-UITA
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