Reposicionamiento político y militar de Estados Unidos en América Latina y los gobiernos títeres
Por Giorgio Trucchi | ALAI
La
ofensiva imperial contra Venezuela tiene como propósito acabar de una
vez con un modelo basado en la solidaridad, la independencia y la
autodeterminación de los pueblos, y que aspira a la unidad e integración
latinoamericana y caribeña. Un modelo que, por su propia naturaleza,
afecta los intereses de Estados Unidos, las oligarquías nacionales y el
gran capital transnacional.
“No hay por donde perderse”, asegura el historiador hondureño Edgar Soriano.
“La crisis que sufre Venezuela es producto de una injerencia totalmente descarada del gobierno de Estados Unidos, la derecha internacional y los poderes corporativos -inclusive los europeos- , que ven amenazados sus intereses por un proyecto político-institucional encaminado no sólo a redistribuir recursos, sino a defender los intereses de la colectividad social y generar mecanismos de participación y empoderamiento ciudadano.
Un proyecto ‘exportable y repetible’ que busca cambiar el orden establecido y construir nuevas formas de hacer política, limitando la capacidad de injerencia de Washington y las transnacionales en los intereses internos de las naciones.
Después de la caída del Muro de Berlín y las invasiones de Afganistán e Irak -continúa Soriano-, Estados Unidos se sentía el amo poderoso del mundo, pero los nuevos liderazgos que han surgido a nivel mundial están cambiando el escenario internacional, configurándolo como multipolar y con una fuerte proyección de la cooperación Sur-Sur.
Pese a eso, Washington se empecina en sostener relaciones de fuerte agresividad, y la ofensiva contra el gobierno de Venezuela y otros gobiernos progresistas es parte de esta lógica de ‘patio trasero’”.
“No hay por donde perderse”, asegura el historiador hondureño Edgar Soriano.
“La crisis que sufre Venezuela es producto de una injerencia totalmente descarada del gobierno de Estados Unidos, la derecha internacional y los poderes corporativos -inclusive los europeos- , que ven amenazados sus intereses por un proyecto político-institucional encaminado no sólo a redistribuir recursos, sino a defender los intereses de la colectividad social y generar mecanismos de participación y empoderamiento ciudadano.
Un proyecto ‘exportable y repetible’ que busca cambiar el orden establecido y construir nuevas formas de hacer política, limitando la capacidad de injerencia de Washington y las transnacionales en los intereses internos de las naciones.
Después de la caída del Muro de Berlín y las invasiones de Afganistán e Irak -continúa Soriano-, Estados Unidos se sentía el amo poderoso del mundo, pero los nuevos liderazgos que han surgido a nivel mundial están cambiando el escenario internacional, configurándolo como multipolar y con una fuerte proyección de la cooperación Sur-Sur.
Pese a eso, Washington se empecina en sostener relaciones de fuerte agresividad, y la ofensiva contra el gobierno de Venezuela y otros gobiernos progresistas es parte de esta lógica de ‘patio trasero’”.