Bajo la vigilante mirada de las corporaciones, el “legado cultural” de la EXPO 2015 ignora la legislación internacional en materia de derechos humanos, así como el derecho a una alimentación adecuada y a la nutrición.
Aunque este texto se ha presentado como un “documento participativo” cuyo propósito consiste en asegurar que las generaciones del futuro puedan disfrutar del derecho a la alimentación, en realidad la Carta de Milán representa la visión autocondescendiente de las corporaciones y de sus Estados socios, una visión que socava los derechos humanos de las personas. Aunque en esta carta el sector corporativo se presenta como una solución al problema, FIAN Internacional señala que, en realidad, es parte del mismo.
Como resultado de una EXPO 2015 dependiente del poderoso patrocinio de las corporaciones, la Carta de Milán ignora el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR) ratificado por más de 160 países de todo el mundo. Al mismo tiempo, también son ignoradas las respectivas obligaciones de los Estados en materia de derechos humanos, incluyendo entre éstas su obligación de regular las actividades de las empresas nacionales y transnacionales que intentan arrebatar a los agricultores el control sobre sus tierras, el agua y las semillas. En esta carta también se distorsiona la naturaleza de los derechos humanos, ya que se representan como simples creencias, y no como leyes de pleno derecho.
En relación con la Carta de Milán, Flavio Valente, Secretario General de FIAN Internacional, declara: “Esta carta permanece impasible ante el hecho que demuestra que la mayoría de las violaciones documentadas del derecho humano a una alimentación y nutrición adecuadas está directa o indirectamente asociada con abusos sobre los derechos humanos en nombre de los intereses de las corporaciones”.
En esta Carta se enturbian intencionadamente las diferencias fundamentales que existen entre el papel que deben desempeñar la ciudanía y la sociedad civil por un lado, y el sector corporativo por otro. Resulta hasta llamativo observar como la Carta anima a todos a trabajar unidos para superar algunos ‘desafíos‘ que, curiosamente, en la mayoría de los casos son provocados por los intereses de las corporaciones: Saqueo de los recursos humanos y naturales, abuso de los combustibles fósiles, energías contaminantes, sistemas alimentarios insostenibles, pesca intensiva o desforestación, entre otros.
El Secretario General de FIAN Internacional añadió, “Las peticiones que contiene esta Carta van en contra de las prácticas del mismo sector corporativo que está apoyando esta iniciativa, lo cual demuestra una falta de credibilidad absoluta. Los asuntos en juego son demasiado serios como para utilizarlos de manera indebida en la promoción de la imagen y el poder de las corporaciones. Los pueblos soberanos exigen ser gobernados por sus Estados, y no por las corporaciones. Los derechos humanos deben constituir el fundamento jurídico de unos Estados democráticos y equitativos que aseguren la dignidad humana de todas las personas – y de ningún modo deben ser puestos al servicio de los intereses de las empresas”.
FIAN Internacional subraya que cualquier ataque a la naturaleza fundamental de los derechos humanos supone al mismo tiempo un ataque al Estado democrático moderno y al Estado de derecho, por lo que realiza un llamamiento a la sociedad civil mundial para que ésta se oponga y alce su voz ante cualquier intento de secuestro de los derechos humanos.
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