Foto G.Trucchi/Opera Mundi |
Por Giorgio Trucchi - Opera Mundi
Alba Estela Maldonado, la legendaria “Comandante Lola”, busca un lugar sombreado y apartado, y se sienta.
Alba Estela Maldonado, la legendaria “Comandante Lola”, busca un lugar sombreado y apartado, y se sienta.
En sus manos, curtidas por la vida, tiene varias copias del libro Entre-Vistas, una obra publicada recientemente por la Fundación Guillermo Toriello y el Centro “Rolando Morán”, seudónimo de guerra del dirigente y comandante guerrillero guatemalteco Ricardo Ramírez de León, fallecido en 1998.
Habla con voz firme y pausada, abriendo y cerrando el libro que recoge conversatorios, exposiciones y entrevistas realizadas por Ricardo Ramírez durante el largo proceso de negociación de paz en Guatemala (1986-1996). Alba Estela ojea sus páginas y fotos, tratando de transmitir en cada palabra la importancia de su contenido y la trascendencia de preservar la memoria histórica de un pueblo entero.
Habla con voz firme y pausada, abriendo y cerrando el libro que recoge conversatorios, exposiciones y entrevistas realizadas por Ricardo Ramírez durante el largo proceso de negociación de paz en Guatemala (1986-1996). Alba Estela ojea sus páginas y fotos, tratando de transmitir en cada palabra la importancia de su contenido y la trascendencia de preservar la memoria histórica de un pueblo entero.
“Aquí se recoge la visión y la esencia del planteamiento de la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca) de cara al diálogo con el gobierno, que condujo a la firma de la paz en Guatemala. Con nuestra propuesta pretendíamos democratizar el país en un sentido global, incluyendo los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales.”, afirmó Alba Estela a Opera Mundi.
Aspiraciones y convencimientos que adquieren hoy un significado muy particular para el pueblo guatemalteco, que conmemora 15 años de la firma de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a 36 años (1960-1996) del conflicto armado interno que azotó a ese país centroamericano. La ex dirigente guerrillera vivió en carne propia el genocidio de su pueblo y asegura que mantener viva la memoria “es una herramienta fundamental para las nuevas generaciones y el futuro del país”.
A comienzos de la década de los 60, Alba Estela apoyó actividades de resistencia y guerrilla urbana, y entró a formar parte de varias organizaciones juveniles comprometidas con la lucha de liberación, lo cual la obligó a entrar muy pronto en clandestinidad.
Co-fundadora y dirigente nacional junto a Ricardo Ramírez, del EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres), una de las cuatro fuerzas guerrilleras que en 1982 se unirían para conformar la URNG, Alba Estela Maldonado vivió casi 34 años en la guerrilla, 16 de ellos “en la montaña”. Después de la deposición de las armas y la conversión de la URNG en partido político (1998), la ex comandante guerrillera fue secretaria general de esa nueva fuerza política y fue electa diputada al Congreso durante la legislatura 2004-2008.
“Fueron casi cuatro décadas de conflicto armado, en donde la lucha guerrillera supo convocar y aglutinar a amplios sectores de todos los estratos sociales del país, y oponerse al genocidio sistemático de la población, sobre todo de los pueblos indígenas”, afirmó Maldonado.
Genocidio
En su libro El recurso del miedo - Estado y terror en Guatemala, el sociólogo Carlos Figueroa Ibarra afirma que el país vivió, en la segunda mitad del siglo pasado, “el genocidio más grande que se haya observado en la América contemporánea”.
Lo ocurrido durante el conflicto fue investigado en el marco del Proyecto lnterdiocesano REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica). La presentación del informe final “Guatemala: Nunca más” estuvo a cargo del obispo Juan José Gerardi, director de la ODHAG (Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala).
Según esa investigación, entre 1954 y 1996 aproximadamente 150 mil guatemaltecos fueron ejecutados extrajudicialmente y 50 mil más fueron desaparecidos de manera forzada. Más de 600 masacres y 440 comunidades maya exterminadas dejaron como secuela a un millón de exiliados y refugiados, 200 mil huérfanos y 40 mil viudas. Nueve de cada diez víctimas eran civiles desarmados, en su mayoría indígenas.
En sus conclusiones, el informe evidenció también que por lo menos el 60 por ciento de las más de 55 mil violaciones a los derechos humanos cometidas contra la población fue responsabilidad directa del Ejército. Dos días después de la presentación, el 24 de abril de 1998, monseñor Gerardi fue brutalmente asesinado.
“Ante todas estas atrocidades, la URNG luchó sin descanso y finalmente pretendió negociar una paz verdadera basada en el cambio del modelo económico y político vigente, con una transformación real de las estructuras del Estado que por 36 años desarrollaron únicamente una ofensiva contrainsurgente contra el pueblo”, aseveró la ex comandante guerrillera.
Sin embargo, según ella, la presión de grupos de poder, poderes paralelos y la falta de voluntad política desvirtuó ese esfuerzo. “Los Acuerdos de Paz constituyeron un paso importante en aras de democratizar el país, pero la oligarquía aprovechó la paz para abrir el camino a las políticas neoliberales. Guatemala continúa sumida en la violencia y la pobreza, y las razones profundas que originaron el conflicto siguen intactas”, afirmó sin vacilaciones.
Resistencia
Por cada una de sus palabras, Alba Estela parece buscar en su memoria lo más profundo de los conceptos expresados. Una vida de lucha y de compromiso que hunde sus raíces en el amor para su pueblo y en el combate contra la injusticia. Un sentimiento que la ha acompañado en todo momento de su vida y que, pese a las dificultades, le hacen mirar al futuro con renovada esperanza.
“Hubo avances en cuanto a la toma de conciencia de las poblaciones indígenas en relación a su identidad y el uso y defensa de sus derechos, pero los gobiernos que se han sucedido en el poder durante los últimos 15 años no sólo incumplieron y desvirtuaron cada uno de los Acuerdos, sino que profundizaron un modelo económico altamente anti-democrático”, dijo.
Según ella, la fuerte oleada de privatizaciones, el despojo de las tierras y su reconcentración en pocas manos, la desregularización del trabajo y la criminalización de la protesta social, así como la implementación sin control de los monocultivos (caña de azúcar y palma africana) y el impulso de los megaproyectos hidroeléctricos, mineros, madereros y petroleros, son un claro ejemplo del retroceso que está viviendo el país y de las nuevas formas de dominación.
Además, los altos índices de violencia, la penetración del narcotráfico y el crimen organizado, así como el proceso de militarización que se ha implementado en casi todo el territorio nacional, no dejan de preocupar a los sectores y organizaciones sociales guatemaltecas. Ante esta situación, la ex comandante guerrillera consideró imprescindible retomar y dar a conocer cuáles fueron los elementos sustantivos del planteamiento revolucionario que originó la lucha armada, así como su propuesta política.
“Hacerlo es una responsabilidad histórica y puede servir como un marco al accionar de los sectores que quieren cambios sustantivos en Guatemala, y que están luchando contra estos nuevos modelos de explotación. Ya lo estamos viendo con las luchas que el pueblo está librando contra los megaproyectos, la minería metálica y el despojo de territorios. Va a ser parte del acervo cultural y político de las nuevas generaciones de jóvenes y de la gente que sigue teniendo inquietudes democráticas y progresistas”, concluyó.
Aspiraciones y convencimientos que adquieren hoy un significado muy particular para el pueblo guatemalteco, que conmemora 15 años de la firma de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a 36 años (1960-1996) del conflicto armado interno que azotó a ese país centroamericano. La ex dirigente guerrillera vivió en carne propia el genocidio de su pueblo y asegura que mantener viva la memoria “es una herramienta fundamental para las nuevas generaciones y el futuro del país”.
A comienzos de la década de los 60, Alba Estela apoyó actividades de resistencia y guerrilla urbana, y entró a formar parte de varias organizaciones juveniles comprometidas con la lucha de liberación, lo cual la obligó a entrar muy pronto en clandestinidad.
Co-fundadora y dirigente nacional junto a Ricardo Ramírez, del EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres), una de las cuatro fuerzas guerrilleras que en 1982 se unirían para conformar la URNG, Alba Estela Maldonado vivió casi 34 años en la guerrilla, 16 de ellos “en la montaña”. Después de la deposición de las armas y la conversión de la URNG en partido político (1998), la ex comandante guerrillera fue secretaria general de esa nueva fuerza política y fue electa diputada al Congreso durante la legislatura 2004-2008.
“Fueron casi cuatro décadas de conflicto armado, en donde la lucha guerrillera supo convocar y aglutinar a amplios sectores de todos los estratos sociales del país, y oponerse al genocidio sistemático de la población, sobre todo de los pueblos indígenas”, afirmó Maldonado.
Genocidio
En su libro El recurso del miedo - Estado y terror en Guatemala, el sociólogo Carlos Figueroa Ibarra afirma que el país vivió, en la segunda mitad del siglo pasado, “el genocidio más grande que se haya observado en la América contemporánea”.
Lo ocurrido durante el conflicto fue investigado en el marco del Proyecto lnterdiocesano REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica). La presentación del informe final “Guatemala: Nunca más” estuvo a cargo del obispo Juan José Gerardi, director de la ODHAG (Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala).
Según esa investigación, entre 1954 y 1996 aproximadamente 150 mil guatemaltecos fueron ejecutados extrajudicialmente y 50 mil más fueron desaparecidos de manera forzada. Más de 600 masacres y 440 comunidades maya exterminadas dejaron como secuela a un millón de exiliados y refugiados, 200 mil huérfanos y 40 mil viudas. Nueve de cada diez víctimas eran civiles desarmados, en su mayoría indígenas.
En sus conclusiones, el informe evidenció también que por lo menos el 60 por ciento de las más de 55 mil violaciones a los derechos humanos cometidas contra la población fue responsabilidad directa del Ejército. Dos días después de la presentación, el 24 de abril de 1998, monseñor Gerardi fue brutalmente asesinado.
“Ante todas estas atrocidades, la URNG luchó sin descanso y finalmente pretendió negociar una paz verdadera basada en el cambio del modelo económico y político vigente, con una transformación real de las estructuras del Estado que por 36 años desarrollaron únicamente una ofensiva contrainsurgente contra el pueblo”, aseveró la ex comandante guerrillera.
Sin embargo, según ella, la presión de grupos de poder, poderes paralelos y la falta de voluntad política desvirtuó ese esfuerzo. “Los Acuerdos de Paz constituyeron un paso importante en aras de democratizar el país, pero la oligarquía aprovechó la paz para abrir el camino a las políticas neoliberales. Guatemala continúa sumida en la violencia y la pobreza, y las razones profundas que originaron el conflicto siguen intactas”, afirmó sin vacilaciones.
Resistencia
Por cada una de sus palabras, Alba Estela parece buscar en su memoria lo más profundo de los conceptos expresados. Una vida de lucha y de compromiso que hunde sus raíces en el amor para su pueblo y en el combate contra la injusticia. Un sentimiento que la ha acompañado en todo momento de su vida y que, pese a las dificultades, le hacen mirar al futuro con renovada esperanza.
“Hubo avances en cuanto a la toma de conciencia de las poblaciones indígenas en relación a su identidad y el uso y defensa de sus derechos, pero los gobiernos que se han sucedido en el poder durante los últimos 15 años no sólo incumplieron y desvirtuaron cada uno de los Acuerdos, sino que profundizaron un modelo económico altamente anti-democrático”, dijo.
Según ella, la fuerte oleada de privatizaciones, el despojo de las tierras y su reconcentración en pocas manos, la desregularización del trabajo y la criminalización de la protesta social, así como la implementación sin control de los monocultivos (caña de azúcar y palma africana) y el impulso de los megaproyectos hidroeléctricos, mineros, madereros y petroleros, son un claro ejemplo del retroceso que está viviendo el país y de las nuevas formas de dominación.
Además, los altos índices de violencia, la penetración del narcotráfico y el crimen organizado, así como el proceso de militarización que se ha implementado en casi todo el territorio nacional, no dejan de preocupar a los sectores y organizaciones sociales guatemaltecas. Ante esta situación, la ex comandante guerrillera consideró imprescindible retomar y dar a conocer cuáles fueron los elementos sustantivos del planteamiento revolucionario que originó la lucha armada, así como su propuesta política.
“Hacerlo es una responsabilidad histórica y puede servir como un marco al accionar de los sectores que quieren cambios sustantivos en Guatemala, y que están luchando contra estos nuevos modelos de explotación. Ya lo estamos viendo con las luchas que el pueblo está librando contra los megaproyectos, la minería metálica y el despojo de territorios. Va a ser parte del acervo cultural y político de las nuevas generaciones de jóvenes y de la gente que sigue teniendo inquietudes democráticas y progresistas”, concluyó.
Fuente original: Opera Mundi (en portugués)
No hay comentarios:
Publicar un comentario