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Por Percy Francisco Alvarado G. - Rebelión
Varios despachos de prensa trajeron la noticia: el Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN) fue el gran perdedor de los
comicios legislativos y municipales celebrados el pasado domingo en El
Salvador.
No soy experto sobre la situación interna de El Salvador, pero confío que las fuerzas del sean capaces de aprender la lección, a partir de un análisis profundo de las circunstancias que produjeron esta no tan esperada derrota electoral.
No soy experto sobre la situación interna de El Salvador, pero confío que las fuerzas del sean capaces de aprender la lección, a partir de un análisis profundo de las circunstancias que produjeron esta no tan esperada derrota electoral.
Las causas
principales, desde luego, no hay que buscarlas afuera de la organización
ni proyectarlas hacia las poderosas presiones del imperialismo ni de la
derecha. La causa principal está, sobre todo, en el trabajo endeble
realizado con las masas, que dio capacidad al tradicionalista ARENA de
hacerse con una victoria que, aunque no contundente, sirve de termómetro
para el examen y el análisis.
¿Será acaso que el pueblo salvadoreño apostó ciegamente por el pasado de represión y pobreza? ¿Será, acaso, que los salvadoreños han preferido a la oligarquía represiva y a sus escuadrones de la muerte? Quien piense de esta forma se equivoca.
Mucho ha pesado en este resultado. Desde el acomodamiento de algunos cuadros del FMLN en posiciones de gobierno hasta acciones de dudoso desempeño por parte de otros, el divorcio con las masas, la carencia de sentido estratégico y la incapacidad de lograr una sólida unidad, alcanzada por la derecha en más de una oportunidad en América Latina, como ocurrió en Chile, han sido factores a tener en cuenta.
Aplaudo el sentido autocrítico del FMLN, aunque tarde, cuando declara a través de Lorenzana: "Vamos a estudiar con mente fría sus causas y las lecciones de este proceso para hacer las readecuaciones que sean necesarias y posibles".
Pecar de confiados es otro mal que hay que erradicar. Considerar que la diferencia de 2,9 % en los votos no es condición para poner en peligro las próximas elecciones presidenciales, es un error de antemano. Si bien es cierto que fue una derrota apretada en el terreno parlamentario (33 escaños contra 31), lo cierto es que se perdió la mayoría parlamentaria y ello entraña serios peligros, no solo para la influencia política del FMLN en el accionar legislativo de la nación, sino también para poner en duda la futura viabilidad o existencia de los programas relacionados con AlbaPetróleos. Puede perderse, de hecho, la presidencia de la misma. Recuérdese que el 12 de marzo se inicia la carrera presidencialista en el país.
No es hora de repartir culpas, lo repito. Una cuestión de orden es depurar las filas del FMLN de todos aquellos sobre los que recaen dudas sobre si usaron sus cargos para beneficio personal y debe hacerse con total transparencia. La misión, primero que todo, es darle al FMLN la limpieza de imagen necesaria, para hacerlo a los ojos del pueblo una organización realmente representativa de sus intereses.
ARENA salió victorioso en 9 de las 14 capitales departamentales y ello no fue casualidad. Por su parte, el FMLN solo se queda con tres. Igualmente, lo doloroso y dañino es la pérdida de aquellas ciudades que siempre fueron fortalezas de la izquierda como Mejicanos, Soyapango, Santo Tomás, Ilopango, Apopa, San Martín, Tonacatepeque y Ayutuxtepeque. El propio San Salvador estará en manos de la reacción oligárquica. ¿Por qué se perdió precisamente allí? ¿Qué no se tuvo en cuenta?
Los revolucionarios debemos aprender de los reveses y sacar lecciones de ellos. Tal vez no todo esté perdido en El Salvador, pero se requiere un sobre esfuerzo político a partir de ahora. La dinámica partidista tiene que funcionar siempre a partir de la interacción estrecha con la base de masas con las que se cuenta y reorientar la táctica dentro del marco de las nuevas condiciones políticas.
Recordarle al pueblo lo que puede volver del pasado si ARENA gana las presidenciales, puede servir de algo, pero no lo resuelve todo. Hay que conquistar la conciencia del pueblo no con lo que pudimos darle y no le dimos, enmadejados en un conformismo que emana de un partido que nunca estuvo totalmente en el gobierno. Solo le conquistaremos haciéndolo partícipe activo en nuestras luchas y ofreciéndoles realmente una alternativa como verdaderos gobernantes de su destino.
El reto está planteado y confío en los heroicos e inteligentes compañeros del FMLN. La tarea es sumar a la gran masa de no militantes con un trabajo diario, directo y convincente desde el compromiso mismo.
¿Será acaso que el pueblo salvadoreño apostó ciegamente por el pasado de represión y pobreza? ¿Será, acaso, que los salvadoreños han preferido a la oligarquía represiva y a sus escuadrones de la muerte? Quien piense de esta forma se equivoca.
Mucho ha pesado en este resultado. Desde el acomodamiento de algunos cuadros del FMLN en posiciones de gobierno hasta acciones de dudoso desempeño por parte de otros, el divorcio con las masas, la carencia de sentido estratégico y la incapacidad de lograr una sólida unidad, alcanzada por la derecha en más de una oportunidad en América Latina, como ocurrió en Chile, han sido factores a tener en cuenta.
Aplaudo el sentido autocrítico del FMLN, aunque tarde, cuando declara a través de Lorenzana: "Vamos a estudiar con mente fría sus causas y las lecciones de este proceso para hacer las readecuaciones que sean necesarias y posibles".
Pecar de confiados es otro mal que hay que erradicar. Considerar que la diferencia de 2,9 % en los votos no es condición para poner en peligro las próximas elecciones presidenciales, es un error de antemano. Si bien es cierto que fue una derrota apretada en el terreno parlamentario (33 escaños contra 31), lo cierto es que se perdió la mayoría parlamentaria y ello entraña serios peligros, no solo para la influencia política del FMLN en el accionar legislativo de la nación, sino también para poner en duda la futura viabilidad o existencia de los programas relacionados con AlbaPetróleos. Puede perderse, de hecho, la presidencia de la misma. Recuérdese que el 12 de marzo se inicia la carrera presidencialista en el país.
No es hora de repartir culpas, lo repito. Una cuestión de orden es depurar las filas del FMLN de todos aquellos sobre los que recaen dudas sobre si usaron sus cargos para beneficio personal y debe hacerse con total transparencia. La misión, primero que todo, es darle al FMLN la limpieza de imagen necesaria, para hacerlo a los ojos del pueblo una organización realmente representativa de sus intereses.
ARENA salió victorioso en 9 de las 14 capitales departamentales y ello no fue casualidad. Por su parte, el FMLN solo se queda con tres. Igualmente, lo doloroso y dañino es la pérdida de aquellas ciudades que siempre fueron fortalezas de la izquierda como Mejicanos, Soyapango, Santo Tomás, Ilopango, Apopa, San Martín, Tonacatepeque y Ayutuxtepeque. El propio San Salvador estará en manos de la reacción oligárquica. ¿Por qué se perdió precisamente allí? ¿Qué no se tuvo en cuenta?
Los revolucionarios debemos aprender de los reveses y sacar lecciones de ellos. Tal vez no todo esté perdido en El Salvador, pero se requiere un sobre esfuerzo político a partir de ahora. La dinámica partidista tiene que funcionar siempre a partir de la interacción estrecha con la base de masas con las que se cuenta y reorientar la táctica dentro del marco de las nuevas condiciones políticas.
Recordarle al pueblo lo que puede volver del pasado si ARENA gana las presidenciales, puede servir de algo, pero no lo resuelve todo. Hay que conquistar la conciencia del pueblo no con lo que pudimos darle y no le dimos, enmadejados en un conformismo que emana de un partido que nunca estuvo totalmente en el gobierno. Solo le conquistaremos haciéndolo partícipe activo en nuestras luchas y ofreciéndoles realmente una alternativa como verdaderos gobernantes de su destino.
El reto está planteado y confío en los heroicos e inteligentes compañeros del FMLN. La tarea es sumar a la gran masa de no militantes con un trabajo diario, directo y convincente desde el compromiso mismo.
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