La justicia civil francesa acaba de comunicar su fallo sobre el caso del agricultor Paul François, intoxicado por el herbicida Lasso en 2004. Por primera vez una transnacional productora de agrotóxicos es condenada por la justicia ambiental de Francia.
En la tarde del 27 de abril de 2004, Paul François, un agricultor de la comuna de Bernac, en el centro oeste de Francia, terminaba de aplicar el herbicida Lasso sobre su campo cerealero. Verificando la limpieza de una cubeta del tractor inhaló vapores de monoclorobenceno, un solvente integrado a la fórmula del herbicida.
En la tarde del 27 de abril de 2004, Paul François, un agricultor de la comuna de Bernac, en el centro oeste de Francia, terminaba de aplicar el herbicida Lasso sobre su campo cerealero. Verificando la limpieza de una cubeta del tractor inhaló vapores de monoclorobenceno, un solvente integrado a la fórmula del herbicida.
En el momento perdió el conocimiento y fue conducido al servicio de Urgencias del hospital regional. En las semanas posteriores sufría de amnesia y tartamudeaba, pero tiempo después debió permanecer internado durante cinco meses y estuvo más de nueve sin poder trabajar.
Las consecuencias a mediano plazo
Paul padece dolores de cabeza tenaces, sufre desmayos fulminantes (coma) que no duran mucho tiempo pero son profundos, vértigos, calambres, no puede trabajar más que medio tiempo porque sufre una fatiga crónica. Los médicos consideran que su sistema nervioso fue afectado. En la actualidad permanece bajo observación permanente porque le han descubierto lesiones cerebrales.
No fue sino hasta 2008 cuando la Seguridad Social francesa reconoció que Paul padece una enfermedad de origen profesional, admitiendo que los daños a su salud los provocó el herbicida de Monsanto. La institución estableció que Paul tiene una incapacidad laboral del 50 por ciento
El espinoso camino judicial
Desde entonces, Paul François inició una acción judicial por responsabilidad civil contra Monsanto.
Durante la audiencia que se celebró el 12 de diciembre de 2011, su abogado, doctor François Lafforgue, acusó a Monsanto de haber “hecho todo para que Lasso permaneciera en el mercado”, a pesar de que su peligrosidad ya había sido probada en la década de 1980, a partir de lo cual fue prohibida en Canadá, Inglaterra y Bélgica. Sin embargo, en Francia solo fue retirada en 2007.
Lafforgue también reprochó a Monsanto no haber detallado la composición del producto en la etiqueta, “lo que constituye una falta grave de información”, y no haber indicado el uso obligatorio de mascarilla para su manipulación.
Finalmente, el pasado lunes 13 de febrero, la 4ta Cámara Civil del Tribunal de Gran Instancia de Lyon emitió su veredicto: “Monsanto es responsable del perjuicio sufrido por Paul François como consecuencia de la inhalación de Lasso”.
La transnacional deberá indemnizar el daño causado que será determinado por una consultoría médica.
Un fallo sin precedentes en Francia
Se trata de la primera vez que se produce un fallo de este tipo a nivel de la justicia ambiental de Francia.
Paul quiere llamar la atención del Estado sobre la salud de los agricultores: “Ellos ocultan sus problemas de salud, la nariz que sangra, los ojos que pican, los dolores de cabeza… La van dejando pasar, pero las intoxicaciones químicas terminan provocando enfermedades graves”, afirma.
Sin pelos en la lengua, agrega: “Hay agricultores que están reventando en su rinconcito”. ¿Por qué lo hacen? Según Paul, son víctimas de un sentimiento de culpabilidad por haber usado productos nocivos para la salud y para el ambiente. Temen aumentar la polémica si comentan su situación. “Ellos mueren, y además se les acusa -comenta Paul indignado-. A ellos se los estigmatiza, pero las empresas químicas continúan embolsando beneficios”, concluyó
Según François Veillerette, portavoz de generaciones Futuras -una ONG que ha venido apoyando una intensa campaña contra la utilización de pesticidas en la agricultura de Francia, y particularmente el caso de Paul-, “El reconocimiento de la responsabilidad de Monsanto en este asunto es esencial: las firmas de agrotóxicos saben que ya no podrán desviar sus responsabilidades hacia las autoridades públicas y los utilizadores de sus productos, y que se les pedirán cuentas”.
Las primeras reacciones de abogados especializados en temas ambientales admiten que esta “primicia” podrá abrir las puertas para otros procesos similares.
Las consecuencias a mediano plazo
Paul padece dolores de cabeza tenaces, sufre desmayos fulminantes (coma) que no duran mucho tiempo pero son profundos, vértigos, calambres, no puede trabajar más que medio tiempo porque sufre una fatiga crónica. Los médicos consideran que su sistema nervioso fue afectado. En la actualidad permanece bajo observación permanente porque le han descubierto lesiones cerebrales.
No fue sino hasta 2008 cuando la Seguridad Social francesa reconoció que Paul padece una enfermedad de origen profesional, admitiendo que los daños a su salud los provocó el herbicida de Monsanto. La institución estableció que Paul tiene una incapacidad laboral del 50 por ciento
El espinoso camino judicial
Desde entonces, Paul François inició una acción judicial por responsabilidad civil contra Monsanto.
Durante la audiencia que se celebró el 12 de diciembre de 2011, su abogado, doctor François Lafforgue, acusó a Monsanto de haber “hecho todo para que Lasso permaneciera en el mercado”, a pesar de que su peligrosidad ya había sido probada en la década de 1980, a partir de lo cual fue prohibida en Canadá, Inglaterra y Bélgica. Sin embargo, en Francia solo fue retirada en 2007.
Lafforgue también reprochó a Monsanto no haber detallado la composición del producto en la etiqueta, “lo que constituye una falta grave de información”, y no haber indicado el uso obligatorio de mascarilla para su manipulación.
Finalmente, el pasado lunes 13 de febrero, la 4ta Cámara Civil del Tribunal de Gran Instancia de Lyon emitió su veredicto: “Monsanto es responsable del perjuicio sufrido por Paul François como consecuencia de la inhalación de Lasso”.
La transnacional deberá indemnizar el daño causado que será determinado por una consultoría médica.
Un fallo sin precedentes en Francia
Se trata de la primera vez que se produce un fallo de este tipo a nivel de la justicia ambiental de Francia.
Paul quiere llamar la atención del Estado sobre la salud de los agricultores: “Ellos ocultan sus problemas de salud, la nariz que sangra, los ojos que pican, los dolores de cabeza… La van dejando pasar, pero las intoxicaciones químicas terminan provocando enfermedades graves”, afirma.
Sin pelos en la lengua, agrega: “Hay agricultores que están reventando en su rinconcito”. ¿Por qué lo hacen? Según Paul, son víctimas de un sentimiento de culpabilidad por haber usado productos nocivos para la salud y para el ambiente. Temen aumentar la polémica si comentan su situación. “Ellos mueren, y además se les acusa -comenta Paul indignado-. A ellos se los estigmatiza, pero las empresas químicas continúan embolsando beneficios”, concluyó
Según François Veillerette, portavoz de generaciones Futuras -una ONG que ha venido apoyando una intensa campaña contra la utilización de pesticidas en la agricultura de Francia, y particularmente el caso de Paul-, “El reconocimiento de la responsabilidad de Monsanto en este asunto es esencial: las firmas de agrotóxicos saben que ya no podrán desviar sus responsabilidades hacia las autoridades públicas y los utilizadores de sus productos, y que se les pedirán cuentas”.
Las primeras reacciones de abogados especializados en temas ambientales admiten que esta “primicia” podrá abrir las puertas para otros procesos similares.
Fuente: Rel-UITA
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