(...) Geográficamente, Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los
caminos, con valor extraordinario como “llave” entre el norte y el sur,
entre el este y el oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro
para que todos los pueblos se reúnan en amistad, como soñó José Martí,
“por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares” (La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, en Obras escogidas
II, La Habana 1992, 505). Ese mismo fue el deseo de san Juan Pablo II
con su ardiente llamamiento a que “Cuba se abra con todas sus magníficas
posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba” (Discurso en la ceremonia de llegada, 21-1-1998, 5).
Desde hace varios meses, estamos siendo testigos de un acontecimiento
que nos llena de esperanza: el proceso de normalización de las
relaciones entre dos pueblos, tras años de distanciamiento. Es un signo
de una victoria de la cultura del encuentro, del diálogo, del “sistema
del acrecentamiento universal… por sobre el sistema, muerto para
siempre, de dinastía y de grupos” (José Martí, ibíd..). Animo a los
responsables políticos a continuar avanzando por este camino y a
desarrollar todas sus potencialidades como prueba del alto servicio que
están llamados a prestar a favor de la paz y el bienestar de sus
pueblos, de toda América, y como ejemplo de reconciliación para el mundo
entero. El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de Tercera
Guerra Mundial (...) Papa Francisco I - (texto completo) -.
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(...) El encuentro memorable que sostuvimos en mayo pasado, en la Ciudad
del Vaticano, brindó la oportunidad de intercambiar ideas acerca de
algunos de los asuntos más importantes del mundo en que vivimos.
Los pueblos de la América Latina y el Caribe se han propuesto avanzar
hacia su integración, en defensa de la independencia, la soberanía
sobre los recursos naturales y la justicia social.
Sin embargo, nuestra región sigue siendo la más desigual en la
distribución de la riqueza. En el continente, Gobiernos legítimamente
constituidos que trabajan por un futuro mejor, se enfrentan a numerosos
intentos de desestabilización.
El sistema internacional actual es injusto e inmoral. Ha globalizado
el capital y convertido en su ídolo al dinero. Hace de los ciudadanos
meros consumidores. En vez de difundir el conocimiento y la cultura, los
enajena con reflejos y patrones de conducta promovidos por medios que
solo sirven a los intereses de sus dueños, las corporaciones
transnacionales de la información.
La profunda y permanente crisis se descarga con brutal crudeza sobre
los países del Tercer Mundo. Tampoco escapan de ella los excluidos en el
mundo industrializado, las minorías, los jóvenes desempleados y los
ancianos desvalidos, los que buscan refugio del hambre y los conflictos.
Ofende la conciencia humana lo que ocurre con los inmigrantes y los
pobres. Estos son los indignados del mundo que claman por sus derechos y
el fin de tanta injusticia.
En sus palabras a los dos encuentros mundiales de los Movimientos
Populares en octubre del pasado año en Ciudad del Vaticano y julio del
presente, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, reiteró la necesidad de
practicar la solidaridad y luchar unidos contra las causas estructurales
de la pobreza y la desigualdad, por la dignidad del hombre y se refirió
al derecho a la tierra, al techo y al trabajo.
Para conquistar esos derechos, entre otros, se gestó la Revolución
cubana. Por ellos, reclamó Fidel en su histórico alegato de defensa
conocido como “La Historia me Absolverá”.
Para lograr una sociedad más justa y solidaria hemos trabajado con
sumo esfuerzo y asumido los mayores riesgos desde el triunfo
revolucionario.
Preservar el socialismo es garantizar la independencia, soberanía,
desarrollo y bienestar de la Nación. Tenemos la más firme decisión de
enfrentar todos los retos para alcanzar una sociedad virtuosa y justa,
con altos valores éticos y espirituales. Como señaló el venerable
presbítero Félix Varela, “…queremos que las generaciones futuras hereden
de nosotros la dignidad de los hombres y recuerden lo que cuesta
recuperarla para que teman perderla (...) Raúl Castro (Texto completo) -.
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