Foto G. Trucchi | Rel-UITA |
Avances y desafíos pendientes ante embates del cambio climático
Por Giorgio Trucchi | Rel-UITA
Con el objetivo de visibilizar la importancia de la agroecología, así como fortalecer el marco jurídico nacional a favor de la protección de las semillas criollas y del derecho a su libre intercambio como un bien de propiedad colectiva, la Alianza “Semillas de Identidad” y la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA), en coordinación con la Asamblea Nacional, organizaron el foro “Agroecología, semillas criollas y seguridad alimentaria: avances y desafíos para su desarrollo en Nicaragua”.
Hoy en día, en el mundo, la cantidad de tierras cultivadas suma 1.500 millones de hectáreas, un 80 por ciento de las cuales son monocultivos de grandes extensiones y 175.2 millones son cultivos modificados genéticamente (Isaaa 2013). En ambos casos, el uso de agrotóxicos es masivo y la vulnerabilidad al cambio climático muy elevada.
La agricultura industrial es responsable de entre el 44 y 57 por ciento de la emisión global de gases de efecto invernadero (GEI), conlleva una explotación intensiva de aguas subterráneas, deforesta 13 millones de hectáreas y destruye 75 mil millones de toneladas de cubierta vegetal cada año (Grain).
Además, usa 150 cultivos pero se enfoca solamente en 12, trabaja con 5 especies y menos de 100 variedades y provee únicamente la cuarta parte de los alimentos que necesita el planeta.
“Para alimentar solamente el 30 por ciento de la población mundial, la agricultura industrial utiliza entre el 70 y el 80 por ciento de la tierra arable, el 70 por ciento del agua y el 80 por ciento de los combustibles fósiles que se emplean en agricultura. Todo esto no tiene futuro”, dijo Miguel Altieri, presidente honorífico de la SOCLA.
Por el contrario, el también catedrático de agroecología en la Universidad de Berkeley, California, afirmó que hay unos 1.500 millones de campesinos y campesinas que generan 7 mil especies de cultivos y 2.1 millones de variedades y alimentan al 70 por ciento de la humanidad, utilizando apenas el 24 por ciento de las tierras, menos del 20 por ciento de los combustibles fósiles y el 30 por ciento del agua para usos agrícolas.
En casi el 90 por ciento de estos cultivos, la agricultura campesina y familiar utiliza semillas criollas o acriolladas, garantizando su conservación, reproducción, mejoramiento genético y el alto rendimiento de sus cultivos.
Agroecología y semillas criollas
Según Altieri, la agroecología es el único paradigma posible para enfrentar los desafíos futuros de América Latina, no sólo en cuanto a garantizar la soberanía alimentaria, sino también la resiliencia al cambio climático.
“Es un verdadero choque de paradigmas. La agroecología de base campesina, uno de los pilares de la soberanía alimentaria, con su alta diversidad, productividad y resiliencia, frente al modelo corporativo de la agricultura industrial, que domina los mercados y el sistema alimentario”, dijo Altieri.
Andreu Pol, asesor del Programa Campesino a Campesino (PCaC) de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos de Nicaragua (UNAG), aseguró que, hoy más que nunca, se debe profundizar la protección y el rescate de las semillas criollas y acriolladas.
“Estas semillas son extremadamente importantes por su origen ancestral y gran experiencia evolutiva, su capacidad de adaptación climática, su diversidad y variabilidad genética, así como por su sostenibilidad para el futuro y el alto rendimiento”, explicó Pol.
El también doctor en biología ambiental subrayó la importancia de la conservación del patrimonio genético en manos campesinas. Actualmente, en Nicaragua, se ha consolidado la presencia de unos 342 bancos de semillas y se han creado redes a nivel nacional que interactúan entre sí.
Fortalecer el marco jurídico
Estos paradigmas científicos que se están desarrollando alrededor del concepto de agroecología van construyéndose en reciprocidad con los movimientos sociales, y deben contar con respuestas políticas consecuentes con este proceso de cambio.
“En varios países de América Latina hay leyes sobre agroecología, pero la distancia entre el discurso y la acción es, muchas veces, abismal. El verdadero reto es cómo conectamos las leyes en acciones locales concretas”, aseveró Altieri.
Durante la actividad, las organizaciones que integran la Alianza “Semillas de Identidad” presentaron también mociones al anteproyecto de Ley General de Semillas, en las cuales pidieron que se reconozcan las diferencias entre semillas criollas/acriolladas y las semillas certificadas y, por lo tanto, su exclusión del proceso de registro y certificación de semillas convencionales.
Asimismo, estas semillas deben ser consideradas por el Estado como parte del patrimonio genético nacional, no pueden ser privatizadas, ni ser sujetas de patentes a favor de empresas privadas nacionales e internacionales.
Finalmente, la Alianza “Semillas de Identidad” pidió que las semillas criollas y acriolladas, que actualmente se utilizan en el 80 por ciento del área productiva de granos básicos de Nicaragua, sean de propiedad colectiva y se garantice su libre intercambio entre las familias campesinas.
“La creación de un sistema normativo que proteja estas semillas y los conocimientos asociados, va a brindar a Nicaragua un elemento importante de desarrollo sostenible.
Es por eso que, además de estas mociones, vamos a presentar un proyecto de Ley Especial para la producción de semillas criollas y acriolladas con enfoque agroecológico”, concluyó Julio Sánchez, oficial de Incidencia del Centro Humboldt.
Fuente: Rel-UITA
La agricultura industrial es responsable de entre el 44 y 57 por ciento de la emisión global de gases de efecto invernadero (GEI), conlleva una explotación intensiva de aguas subterráneas, deforesta 13 millones de hectáreas y destruye 75 mil millones de toneladas de cubierta vegetal cada año (Grain).
Además, usa 150 cultivos pero se enfoca solamente en 12, trabaja con 5 especies y menos de 100 variedades y provee únicamente la cuarta parte de los alimentos que necesita el planeta.
“Para alimentar solamente el 30 por ciento de la población mundial, la agricultura industrial utiliza entre el 70 y el 80 por ciento de la tierra arable, el 70 por ciento del agua y el 80 por ciento de los combustibles fósiles que se emplean en agricultura. Todo esto no tiene futuro”, dijo Miguel Altieri, presidente honorífico de la SOCLA.
Por el contrario, el también catedrático de agroecología en la Universidad de Berkeley, California, afirmó que hay unos 1.500 millones de campesinos y campesinas que generan 7 mil especies de cultivos y 2.1 millones de variedades y alimentan al 70 por ciento de la humanidad, utilizando apenas el 24 por ciento de las tierras, menos del 20 por ciento de los combustibles fósiles y el 30 por ciento del agua para usos agrícolas.
En casi el 90 por ciento de estos cultivos, la agricultura campesina y familiar utiliza semillas criollas o acriolladas, garantizando su conservación, reproducción, mejoramiento genético y el alto rendimiento de sus cultivos.
Agroecología y semillas criollas
Según Altieri, la agroecología es el único paradigma posible para enfrentar los desafíos futuros de América Latina, no sólo en cuanto a garantizar la soberanía alimentaria, sino también la resiliencia al cambio climático.
“Es un verdadero choque de paradigmas. La agroecología de base campesina, uno de los pilares de la soberanía alimentaria, con su alta diversidad, productividad y resiliencia, frente al modelo corporativo de la agricultura industrial, que domina los mercados y el sistema alimentario”, dijo Altieri.
Andreu Pol, asesor del Programa Campesino a Campesino (PCaC) de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos de Nicaragua (UNAG), aseguró que, hoy más que nunca, se debe profundizar la protección y el rescate de las semillas criollas y acriolladas.
“Estas semillas son extremadamente importantes por su origen ancestral y gran experiencia evolutiva, su capacidad de adaptación climática, su diversidad y variabilidad genética, así como por su sostenibilidad para el futuro y el alto rendimiento”, explicó Pol.
El también doctor en biología ambiental subrayó la importancia de la conservación del patrimonio genético en manos campesinas. Actualmente, en Nicaragua, se ha consolidado la presencia de unos 342 bancos de semillas y se han creado redes a nivel nacional que interactúan entre sí.
Fortalecer el marco jurídico
Estos paradigmas científicos que se están desarrollando alrededor del concepto de agroecología van construyéndose en reciprocidad con los movimientos sociales, y deben contar con respuestas políticas consecuentes con este proceso de cambio.
“En varios países de América Latina hay leyes sobre agroecología, pero la distancia entre el discurso y la acción es, muchas veces, abismal. El verdadero reto es cómo conectamos las leyes en acciones locales concretas”, aseveró Altieri.
Durante la actividad, las organizaciones que integran la Alianza “Semillas de Identidad” presentaron también mociones al anteproyecto de Ley General de Semillas, en las cuales pidieron que se reconozcan las diferencias entre semillas criollas/acriolladas y las semillas certificadas y, por lo tanto, su exclusión del proceso de registro y certificación de semillas convencionales.
Asimismo, estas semillas deben ser consideradas por el Estado como parte del patrimonio genético nacional, no pueden ser privatizadas, ni ser sujetas de patentes a favor de empresas privadas nacionales e internacionales.
Finalmente, la Alianza “Semillas de Identidad” pidió que las semillas criollas y acriolladas, que actualmente se utilizan en el 80 por ciento del área productiva de granos básicos de Nicaragua, sean de propiedad colectiva y se garantice su libre intercambio entre las familias campesinas.
“La creación de un sistema normativo que proteja estas semillas y los conocimientos asociados, va a brindar a Nicaragua un elemento importante de desarrollo sostenible.
Es por eso que, además de estas mociones, vamos a presentar un proyecto de Ley Especial para la producción de semillas criollas y acriolladas con enfoque agroecológico”, concluyó Julio Sánchez, oficial de Incidencia del Centro Humboldt.
Fuente: Rel-UITA
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