Desde la campaña de las
“directas ya", en la década de 1980, no teníamos movilizaciones
callejeras tan vigorosas. Las protestas que estallaron con la
indignación de la juventud fueron apenas la punta del iceberg de los
graves problemas sociales y económicos que persisten en nuestra
sociedad.
Por un lado, las grandes
ciudades se han convertido en un infierno, en el que los trabajadores
pagan caro por un transporte público de mala calidad. Además, pasan de
dos a tres horas en el tráfico, que es un tiempo perdido de sus vidas.
Quién se ilusionó con
las facilidades para comprar un coche, financiado por el capital
financiero internacional, se está dando cuenta de que pagó un alto
precio y no consigue andar. Los fabricantes y bancos asociados nunca
enviaron tanto dinero para el extranjero, como ahora.
Por otro lado, la vida
política del país es una vergüenza. Los parlamentarios representan
apenas a sus financiadores de campaña. El poder judicial es un poder
oligárquico, siendo el último de los poderes todavía no republicano.
Todos los
días sale la noticia de sus maniobras, que quedan impunes. Incluso el
presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Joaquim Barbosa, utilizó
recursos públicos para asistir a un partido de la selección brasileña...
La Red Globo no denunció y, casualmente, acaba de contratar al hijo
del ilustre magistrado. Tiene todo que ver[1].
La misma Globo que fue
multada por la Hacienda Pública por evasión millonaria de impuestos, en
la compra de los derechos de transmisión de la Copa del Mundo 2002: La
empresa debe, según Hacienda, R$ 650 millones de reales a las arcas
públicas.
La emisora también
recibió del gobierno estadual y de la municipalidad de Rio de Janeiro la
modesta cantidad de R$ 20 millones de reales para promover con dinero
público un espectáculo de apenas dos horas durante el sorteo de los
partidos de la Copa de las Confederaciones, celebrado en Río Centro el
año pasado.
La Red Globo se pensaba
portavoz del pueblo. Gran equivocación. Apenas consigue engañar a los
telespectadores de las novelas. Uno de los gritos de la juventud que más
se repitieron en las calles fue "Fuera la Red Globo!" Con ello, se
multiplican actos de jóvenes contra el monopolio de la emisora y por la
democratización de las comunicaciones en todo el país.
Ante las protestas, el
gobierno de Dilma tuvo que bajar de su pedestal para dialogar con las
calles, proponiendo una reforma política, una asamblea constituyente y
un plebiscito popular. Y, finalmente, la presidenta se reunió con los
sectores organizados, cosa que no había hecho a lo largo de sus dos años
y medio de mandato.
Las élites
que intentan controlar las calles e imponer una agenda de derechas. Sin
embargo, no lo consiguieron. Les sobró el papel de atizar una policía
sin preparación e infiltrar grupos fascistas y servicios de inteligencia
policial para provocar violencia y desfigurar el movimiento. No lo han
conseguido. Cuanto más reprimen, el pueblo más se rebela.
Movimiento sindical y popular en las calles
Llegó el
momento de que el pueblo organizado en los movimientos sociales, el
movimiento sindical y en las pastorales hagan movilizaciones. Por
primera vez, después de la derrota en las elecciones de 1989, no se veía
una unidad popular tan amplia.
Diversas
plenarias unieron partidos de izquierda, centrales sindicales y
movimientos sociales organizados en torno a una plataforma política
común, que parte de la lucha por el transporte público gratuito y de
calidad, y avanza hacia reformas estructurales que la clase trabajadora
necesita y lucha desde hace mucho tiempo.
El primer día de lucha
conjunta de las organizaciones está acordado para el 11 de julio. Se
realizarán paralizaciones, huelgas y marchas por todo el país para
enfrentar a los sectores conservadores y empujar al gobierno hacia la
izquierda. Uno de los puntos de esta plataforma común es la reforma
política. Es necesario pasar a limpio a las reglas de la política
brasileña para democratizar y crear mecanismos para la efectiva
participación popular.
Entre los ítems que
necesitan cambios, está el financiamiento público exclusivo de campañas
electorales, el derecho del pueblo para convocar plebiscitos populares a
partir de una recogida de firmas y revocar mandatos de aquellos que no
respeten los compromisos de campaña.
Para realizar estos
cambios, sólo hay una forma: convocar una Asamblea Constituyente
Exclusiva. La mayoría de los políticos que están en el Congreso,
elegidos en campañas millonarias pagadas por las grandes empresas, no
acepta cambiar el sistema político. Por lo tanto, la única manera de
viabilizar una constituyente es hacer de inmediato un plebiscito
popular.
La
presidenta Dilma se sintió motivada por la voz de la calle y promovió
este debate. Sin embargo, su base política y parlamentaria comenzó a
boicotearla, poniendo todos los obstáculos posibles. Por eso, esta
disputa debe ser resuelta en las calles. La reacción al plebiscito y a
la asamblea constituyente demuestra la resistencia para hacer cambios y
refuerza la necesidad de llevar a cabo estas propuestas.
Cambios necesarios
Además de
la reforma política, hay un conjunto de demandas históricas de los
movimientos sindicales y populares que están atascadas en la garganta
del pueblo y en los cajones de los palacios. Abajo, conozca seis puntos
de la plataforma de las organizaciones de la clase trabajadora:
1 -
Aprobación del proyecto de reducción de la jornada laboral a 40 horas
semanales sin reducción de salario. En Europa, el capitalismo en crisis
ya practica 36 horas.
2 - Archivo
de la PEC (Propuesta de Enmienda a la Constitución) que implementa la
tercerización de las relaciones de trabajo, enterrando la CLT
(Consolidación de las Leyes Laborales), que es la garantía de los
derechos de los trabajadores.
3 - Una
reforma tributaria progresiva, para que los impuestos pesen más sobre
los ricos, con tasación de las fortunas, y disminuyan para los
trabajadores pobres.
4 -
Prioridad en la aplicación de los recursos públicos en salud, educación y
transporte público de calidad, en lugar de pago de la deuda pública y
superávit primario.
5 -
Suspensión de las subastas del petróleo y concesiones de exploración de
minas que sólo benefician a las empresas transnacionales.
6 –
Implementar la Tarifa Cero en los transportes públicos para toda la
población. Esta propuesta es técnicamente viable, a través de la
inversión de recursos públicos existentes, sin necesidad de aumentar
impuestos. Basta con comparar el subsidio de la Municipalidad de São
Paulo para los transportes, alrededor de R$ 1.000 millones, con los
recursos destinados a construir un túnel en el Morumbi, que costaría R$
2.4 mil millones para satisfacer la necesidad de las élites paulistanas.
Afortunadamente, la licitación enviada por el gobierno Kassab ha sido
suspendida después del clamor de las calles.
Movilización creciente
En varias
ciudades de Brasil, categorías de trabajadores y sectores sociales
continúan haciendo movilizaciones masivas. Petroleros, empleados de
banco, metalúrgicos y profesores intensifican la movilización.
En São
Paulo, el sindicato de policías civiles y funcionarios de las
penitenciarías se movilizaron. También hubo revueltas populares en
varias ciudades contra los precios abusivos de los peajes, además de las
protestas de los camioneros.
Los trabajadores rurales de
todo el país, organizados en decenas de movimientos sociales, como la
Confederación Nacional de Trabajadores de la Agricultura (Contag), la
Federación de Trabajadores de la Agricultura Familiar (Fetraf),
Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA), movimientos de pescadores,
quilombolas, pueblos indígenas, mujeres campesinas, las pastorales
rurales, además del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra
(MST), se sumarán a las movilizaciones.
Los movimientos del campo
preparan una plataforma común, que entregarán a la presidente Dilma en
audiencia, reivindicando los siguientes puntos:
1.
Recuperar la soberanía nacional sobre las tierras brasileñas. Proponemos
que el gobierno anule las áreas ya compradas y que expropie todas las
tierras controladas por empresas extranjeras.
2. Acelerar
la reforma agraria y que sean asentadas inmediatamente miles de
familias que están acampadas en los bordes de las carreteras.
3.
Políticas públicas de apoyo, incentivo y crédito para la producción de
alimentos baratos, sanos, sin venenos con el fortalecimiento del
campesinado. Y la adopción de programas estructurales para la juventud y
para las mujeres del campo.
4.
Garantizar los derechos de los pueblos del campo, con el reconocimiento y
demarcación inmediata de las tierras indígenas, quilombolas y los
derechos de las personas afectadas por represas, territorios pesqueros y
otros.
5. Abolir
inmediatamente los agrotóxicos ya prohibidos en otros países del mundo,
la prohibición de las pulverizaciones aéreas y las políticas de
reducción del uso de agrotóxicos en el campo. Y la revisión en
profundidad de la política de liberación de los transgénicos y control
social.
6.
Implementación por el Gobierno de una política de control de la
deforestación de los bosques en todo el país y apoyo a la recuperación
de áreas degradadas y de reforestación por la agricultura familiar y
campesina.
7. La
cancelación de la privatización de los recursos naturales como agua,
energía, minerales, bosques, ríos y mares. Proponemos la retirada del
régimen de urgencia en el congreso nacional del proyecto de Código de
Minería, y que el gobierno / congreso haga un amplio debate nacional con
los trabajadores brasileños, para producir un nuevo Código de acuerdo a
los intereses del pueblo brasileño.
8. Implementación inmediata de programas para erradicar el analfabetismo y garantizar escuelas en todas las comunidades rurales.
9.
Suspensión de todas las subastas de privatización de áreas de perímetros
irrigados en el noreste y su destinación inmediata para que el INCRA
(Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria) realice
asentamientos para agricultura familiar y campesina, y la adopción de
políticas estructurales para la democratización del agua y para ayudar a
las familias a enfrentar la sequía.
10. Fin de
la ley Kandir, que exime de impuestos a las grandes empresas
exportadoras de materias primas agrícolas, energéticas y minerales.
Por lo
tanto, el 11 de julio será un día de gran movilización nacional, con
millones de trabajadores en las calles de todo el país, exigiendo
cambios verdaderos, profundos y estructurales, como la reforma política
que depende del mantenimiento del plebiscito popular.
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