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Por Annalisa Melandri/Héctor de la Rosa
En la República Dominicana los números de la violencia contra las
mujeres son escalofriantes. Son ya 211 los feminicidios cometidos desde
el principio del año hasta la fecha.
El ultimo, hoy mismo, Día
Internacional de la No Violencia Contra la Mujer. Una joven de de 16
años asesinada a puñaladas en Haina mientras sectores y asociaciones de
la sociedad civil marchaban hacia el Palacio Nacional pidiendo al
gobierno que declare la “emergencia nacional” por los altos índices de
violencia contra las mujeres que está enfrentando la sociedad.
Hablamos
del fenómeno con la Licda. Lourdes Contreras, coordinadora del Centro
de Estudios de Genero del Instituto Tecnológico de Santo Domingo
(INTEC).
La República Dominicana ha sido catalogada como uno de los países
donde la violencia contra las mujeres tiene mayor peso, incluso
proporcionalmente hablando en relación a la cantidad de la población
estamos en el primer y segundo lugar. Ahí nos disputamos con México y
con Guatemala que también tiene altos índices de violencia de género y
de feminicidios. La situación actual es que en el año 2011 van al dia
de hoy unas 210 mujeres asesinadas en mano de su pareja, ex pareja o
hombre con el cual ha tenido algún vinculo intimo. Esta cifra es
alarmante porqué el año aún no ha terminado y normalmente noviembre y
diciembre son meses de altos niveles de feminicidios. Frente a otros
aspectos de la violencia de género, también estamos en una posición
alta respecto a otros países y si los comparamos con países europeos
es extraordinaria la distancia. En la
República Dominicana hay un problema de estadísticas, porque cuando se
habla de agresiones sexuales generalmente se concentra la información
de la Procuraduría General de la República, que es la fuente oficial de
las informaciones, en violación a niñez o adolescentes, descartando a
mujeres adultas, en el sentido que con ellas puede haber ocurrido
cualquier otra cosa, aceptación, sexo recompensado, en fin,
cualquiera de esas situaciones en la que la estructura del sistema de
atención prefiere evadir el problema antes que enfrentarlo. En ese
sentido también entonces lo importante para nuestro mensaje en
relación a lo que está pasando frente a otros países, en la
República Dominicana estamos debatiendo hoy la reforma del código penal
y del código procesal penal y el llamado es a que en adición lo que se
ganó a finales de los años ‘90, en relación a la tipificación y la
sanción a la violencia contra la mujer, se incremente con la
tipificación del feminicidio como un delito especifico. Es una batalla
que estamos luchando en el Congreso Nacional porque hay bastante
resistencia a entender esto como un delito especifico.
La violencia de género vemos que entonces ya representa un problema social en la República Dominicana…
Yo por hablar de este tema en una fecha como hoy quisiera
concentrarme en tres factores. Uno de ellos es causal, o sea ¿cuál
es la causa del problema? En ese sentido quisiera remarcar básicamente
dos cosas: por un lado, la actitud, la resistencia de los varones a
entender los nuevos roles que están jugando las mujeres y por otro lado
como esos nuevos roles modifican sus actitudes, sus comportamientos en
la vida en general, frente al trabajo productivo, frente a lo
reproductivo, frente a las relaciones de pareja, frente a las
responsabilidades comunes en el hogar. El segundo factor tiene que ver
con las políticas públicas: cuáles son las actitudes, las
responsabilidades, los aspectos relacionados con el rol de garantes de
derechos que tiene el sistema de justicia, el sistema de salud, el
sistema educativo para la parte preventiva, es decir, las
responsabilidades de Estado. Consideramos también el ámbito municipal
como autoridad local en la prevención, en la atención a esta
problemática y las diferentes manifestaciones de esta problemática desde
la más grave, la más dramática, el feminicidio, hasta aquellas que no
por menos dramáticas deben ser soslayadas, como agresiones sexuales,
violación, hasta la violencia psicológica y la violencia verbal. Un
tercer aspecto está relacionado con el primero o sea el de las causas:
nuestros varones lamentablemente siguen reproduciendo el comportamiento
de dominación, la masculinidad agresora, esa forma de ser hombre desde
la actitud violenta, desde la actitud de poder, desde la posición de
control. Repiten el modelo según el cual “ soy varón en tanto tengo
capacidad de controlar” y en esa dirección se conjuga este proceso que
todavía no acaba de ser desmontado, que por el contrario en nuestros
jóvenes se refuerza y la mejor evidencia de que refuerza es que la
mayoría de los feminicidas o de los hombres que están sometidos a la
justicia por las actitudes de agresiones de cualquier naturaleza
generalmente son hombres entre 20 y 30 o 35 años. Es decir, en nuestros
hombres más jóvenes no se ha producido ese desmonte de masculinidad
vinculada a la violencia, a la agresión, al control, al dominio. Por
lo tanto, estos tres factores, junto con las limitaciones que hemos
tenido en las relaciones hombres y mujeres para confluir en dirección a
la corresponsabilidad en la conducción de los hogares — siguen siendo
las mujeres las responsables de la educación de los hijos –en
términos fundamentales…
¿No será que hasta las mismas madres nos educan así?
Ciertamente es parte de la educación. Esa asunción unilateral de las
responsabilidades de la casa asignada a las mujeres es parte de la
cultura, es parte de la formación, y está fundamentalmente en mano de
las mujeres pero no es posible que en una fecha como hoy
conmemorando el día de la no violencia contra las mujeres, se quiera
una vez más culpabilizar a las víctimas, de forma tal que si
ciertamente somos responsables, no lo somos motu propio, no lo somos
por voluntad o per falta de conciencia, lo somos porque al no haber
tenido suficiente claridad, suficiente análisis, suficiente educación,
suficiente espacios de construcción de posicione diferentes, lo más
normal es que las mujeres busquemos educar a nuestros hijos como nos
educaron a nosotros. Eso es una cadena interminable, de ahí la
importancia de llamar la atención sobre esto, orientar a las mujeres a
que pongan una barrera frente a esos comportamientos que se evidencian a
veces desde muy temprana edad en las relaciones de noviazgo o en las
parejas que recién inician para decirle de no aceptar situaciones de
agresiones y a partir de ahí proceder, en el caso de que competa a las
autoridades judiciales.
¿Cuál es la respuesta del estado dominicano respecto a
estos altos índices de violencia y Usted cree que sea la respuesta
adecuada?
En primer lugar la sanción de carácter judicial es una medida
insuficiente. Solo el hecho de que pueda ser motivo de encarcelamiento
o apresamiento y de condena, es un argumento insuficiente para
contrarrestar los comportamientos culturalmente aprendidos de violencia y
de maltrato hacia las mujeres. En consecuencia, tener una ley y tratar
de que el sistema de administración de justicia cumpla con esa ley,
mandaría a tener a muchos hombres presos, a tener una masa de hombres
sometidos a la acción de la justicia si eso no está acompañado de esos
procesos de acción preventiva de reeducación o de orientación en
dirección a la imposibilidad de tener comportamiento agresivos frente al
rechazo de una mujer a tener una relación de pareja, y también es
insuficiente, ese comportamiento de aplicación estricta de la ley en
esta dimensión frente a lo que significa educar a los niños a las
niñas, a los adolescentes varones y hembras en el sentido de que la
búsqueda del placer sexual para los varones no puede ser una decisión
unilateral y además arrastrar a través del miedo, a través de la
presión, o a través de conminarla por ejemplo: “si tu no accede a mi
demanda quiere decir que tu no me quieres”, son comportamientos que
desde la sociedad en general e inclusive desde los medios de
comunicación debemos contribuir a modificar.
Finalmente, como podemos, desde la sociedad que tenemos, de
la que estamos hablando ahora mismo, convertirla en la sociedad que
queremos…
En esta dirección para hacer lo que queremos, para que nuestra
sociedad, los hombres y las mujeres actuemos de manera solidaria, en
relaciones complementarias, se necesita lo que estamos haciendo en este
momento: orientando y educando. Lo debemos hacer desde todos los
espacios, desde el más íntimo que es la relación de pareja, con los
hijos y las hijas, en las escuelas, los medios de comunicación, todos
los espacios de socialización, desde la socialización temprana, hasta la
socialización adulta, formando personas que pensemos en las relaciones
entre nosotros, como relaciones de complementariedad.
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