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Apenas pasada la 1 de la madrugada del martes recibimos la noticia de
que la policía de la ciudad de Nueva York estaba haciendo una redada en
el campamento de Occupy Wall Street.
Fuimos rápidamente con el equipo de
noticias de Democracy Now! hasta Zuccotti Park, ahora bautizado Plaza
de la Libertad. Cientos de policías antidisturbios ya habían rodeado el
área.
Mientras la policía destrozaba las carpas, trabajadores de
limpieza de la ciudad lanzaban las pertenencias de los manifestantes a
los camiones de basura. Más allá de las barricadas, en el centro del
parque, entre 200 y 300 personas se tomaban de los brazos formando una
cadena humana y se negaban a ceder el espacio que habían ocupado durante
casi dos meses. Fueron esposados y arrestados uno a uno.
Leer: - Arrecia la represión contra OWS
Mis compañeros y yo logramos pasar
entre los autobuses e ingresar al parque tras atravesar una montaña de
carpas desarmadas, toldos y sobres de dormir. La policía casi logra
impedir que los medios vean la destrucción.
Entre una pila de
cosas amontonadas vimos una biblioteca destrozada. Ya dentro del parque
encontré un libro en el suelo. Tenía inscripta la sigla “OWSL” de Occupy
Wall Street Library, también conocida como la Biblioteca del Pueblo,
una de las principales instituciones que había surgido de la dinámica
democrática del movimiento.
Según los últimos datos de los que se tenía
registro, la biblioteca contaba con un total de 5.000 libros recibidos a
través de donaciones. El que encontré entre los escombros de la
democracia que estaba siendo arrojada a la basura fue “Nueva visita a un
mundo feliz”, de Aldous Huxley.
A medida que avanzaba la noche
aumentaba la ironía de haber hallado el libro de Huxley. Lo escribió en
1958, casi 30 años después de su famosa novela distópica “Un mundo
feliz”. La obra original describía una sociedad del futuro donde la
gente estaba estratificada entre pudientes y desposeídos. A los
habitantes del “mundo feliz” se les proporcionaba placer, distracción,
publicidad y drogas intoxicantes para volverlos complacientes: un mundo
de perfecto consumismo donde las clases bajas hacían todo el trabajo
para la élite.
“Nueva visita a un mundo feliz” fue el ensayo de
Huxley en respuesta a la velocidad en que observó que la sociedad
moderna se dirigía hacia ese futuro desolador. Haberme topado con ese
libro no podía ser más pertinente: el campamento, que había sido
motivado en gran medida por la oposición a la supremacía del comercio y
la globalización, estaba siendo destruido.
Huxley escribió en su
libro: “La Gran Empresa, hecha posible por el avance de la tecnología y
la consiguiente ruina de la Pequeña Empresa, suele ser gobernada por el
Estado, es decir, por un reducido grupo de jefes de partido y los
soldados, policías y funcionarios públicos que cumplen sus órdenes.
Una
democracia capitalista, como la de los Estados Unidos, suele ser
gobernada por lo que el profesor C. Wright Mills ha llamado la Élite del
Poder”. Y continúa: “Esta Élite del Poder procura directamente
ocupación en sus fábricas, oficinas y comercios a varios millones de los
trabajadores del país, domina a muchos millones más prestándoles dinero
para la compra de lo que ella produce y, como dueña de los medios de
comunicación en masa, influye en el pensar, el sentir y el obrar de
virtualmente todo el mundo”.
Uno de los trabajadores voluntarios
de la Biblioteca del Pueblo, Stephen Boyer, estaba allí cuando allanaron
el parque. Tras evitar ser arrestado y brindar primeros auxilios a sus
compañeros, escribió: “Destruyeron todo lo que trajimos al parque.
Nuestra hermosa biblioteca fue destruida. Nuestra colección de 5.000
libros desapareció. Nuestra carpa, que fue una donación, también fue
destruida al igual que todo el esfuerzo que hicimos para levantarla”.
Poco
después, la oficina del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg,
publicó una foto de una mesa con algunos libros y afirmó que los libros
fueron bien conservados. Mientras tanto, la Biblioteca del Pueblo
escribía el siguiente mensaje en tweeter: “Estamos contentos de ver que
algunos libros están en buen estado. Ahora bien, ¿dónde están el resto
de los libros y nuestra carpa y nuestras cajas?”. La carpa había sido
donada a la biblioteca por la ganadora del Premio Nacional del Libro y
leyenda del rock Patti Smith.
Muchos otros sitios de protesta del
movimiento Occupy en otras ciudades fueron allanados recientemente. La
alcaldesa de Oakland, Jean Quan, confesó a la BBC que había participado
en una conferencia telefónica junto a los alcaldes de otras 18 ciudades
para hablar de la situación. Otro informe de prensa observó que el FBI y
el Departamento de Seguridad Nacional habían asesorado a las
autoridades de las ciudades.
Un juez del estado de Nueva York
falló el martes a favor del desalojo y dictaminó que los manifestantes
no pueden regresar al Parque Zuccotti ni con sus sobres de dormir ni con
sus carpas. Tras el fallo, un abogado constitucionalista me envió un
mensaje de texto que decía: “Solo recuerda: el movimiento está en las
calles. Los tribunales siempre son el último recurso”. O como canta
Patti Smith: “El pueblo tiene el poder”.
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