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Nadie ha perdido dinero apostando a la aburrida previsibilidad del
gobierno de EE.UU. Justo cuando Ocupad Wall Street aviva las
imaginaciones a través de todo el espectro –penetrando las nocivas
puertas giratorias entre el gobierno y el capitalismo de casino–
Washington nos devuelve a todos a la tierra, y anuncia sensacionalmente
un complot terrorista de Irán y de un cártel mexicano salido
directamente de la franquicia de la cinta Rápido y Furioso. La víctima potencial: Adel al-Jubeir, embajador en EE.UU. de esa adorable Meca contrarrevolucionaria, Arabia Saudí.
Los
buenos muchachos en esta producción de Washington son el FBI y la DEA
(Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas). En boca del
Fiscal General [Ministro de Justicia] Eric Holder, descubrieron un
“mortífero complot dirigido por facciones del gobierno iraní para
asesinar con explosivos a un embajador extranjero en suelo
estadounidense”.
Holder agregó que el atentado contra la
embajada saudí en Washington también formaba parte del plan.
Elucubraciones posteriores lo ampliaron a atentados planificados contra
la embajada israelí en Washington, así como contra las embajadas saudí e
israelí en Buenos Aires.
El Departamento de Justicia ha
pregonado una historia bastante tenebrosa –Operación Coalición Roja (no,
no es posible inventar algo semejante) –centrada en un cierto Manssor
Arbabsiar, de 56 años, que tiene pasaporte iraní y estadounidense y un
co-conspirador basado en Irán, Gholam Shakuri, supuesto miembro de la
Fuerza Quds del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos (IRGC, por
sus siglas en inglés).
Arbabsiar tuvo supuestamente una serie
de encuentros en México con un topo de la DEA que se presentó como peso
pesado de un cártel mexicano de la droga. El iraní-estadounidense parece
haber sido convencido de que el topo era miembro del cártel mexicano de
los Zetas, y supuestamente alardeó de que era “dirigido por importantes
miembros del gobierno iraní”, incluido un primo “miembro del ejército
iraní pero que no usa uniforme”.
Para completar el asunto,
dijo al topo de la DEA que sus compinches en el gobierno iraní podrían
contribuir “toneladas de opio” al cártel mexicano (tal vez una conexión
afgana). Luego discutieron una “serie de misiones violentas”, completas
con el alarde de Arbabsiar sobre un atentado a la bomba contra un
restaurante repleto en Washington utilizado por el embajador saudí.
Holder
caracterizó todo el asunto como un plan de “asesinato por encargo” por
1,5 millones de dólares. Arbabsiar fue arrestado hace solo algunos días,
el 29 de septiembre, en el aeropuerto Kennedy en Nueva York.
Supuestamente confesó, según el Departamento de Justicia, Por su parte
Shakuri sigue en libertad.
Holder insistió: “EE.UU. está
comprometido a responsabilizar a Irán por estas acciones”. Pero no llegó
a afirmar que el complot fue aprobado por los máximos niveles del
gobierno iraní. ¿Y ahora qué? ¿Guerra? Domínate. Washington debería
consultar primero a los chinos sobre si están dispuestos a pagar la
cuenta (la respuesta será que no).
Predeciblemente, el
proverbial torrente de “funcionarios estadounidenses” salió con una
tormenta de fuego, dando su propio giro a todo lo que veían. Un
Pentágono alarmado aumentará su vigilancia de la Fuerza Quds y las
“acciones de Irán” en Iraq, Afganistán y el Golfo Pérsico. Ex
embajadores de EE.UU. declararon que “es un ataque contra EE.UU. si se
ataca a este embajador”. Washington está a punto de imponer más
sanciones contra Irán; y Washington llevará urgentemente el asunto al
Consejo de Seguridad de la ONU.
¿Qué nos espera? ¿Una
resolución de R2P (“responsabilidad de proteger”) que ordene a la OTAN
que proteja a todo acólito de la Casa de Saud a través del mundo
bombardeando a Irán hasta un cambio de régimen?
Ali Akbar
Javanfekr, portavoz del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, por lo
menos introdujo un poco de sentido común. “Pienso que el gobierno de
EE.UU. está ocupado de fabricar un nuevo escenario y la historia ha
mostrado que tanto el gobierno de EE.UU. como la CIA tienen mucha
experiencia en la fabricación de escenarios semejantes… Pienso que su
objetivo es llegar al público estadounidense. Quieren apartar la mente
del público de los serios problemas interiores que enfrenta actualmente y
atemorizarlo con problemas fabricados fuera del país.” Irán ni siquiera
ha establecido todavía si esos dos personajes son realmente ciudadanos
iraníes.
El gobierno iraní –que se enorgullece de una actitud
lógica ante la diplomacia– tendría que haber sido inoculado con un virus
al estilo de demencia Stuxnet para conducirse de una manera tan
contraproducente, al atacar a un consejero de política exterior de alto
perfil del rey Abdullah en suelo estadounidense. La agencia noticiosa
oficial iraní IRNA describió el complot como el “nuevo escenario
propagandístico de EE.UU.” contra Irán.
En cuanto al mantra de
Washington de que “Irán se ha estado insinuando en muchas de las luchas
en Medio Oriente”, es propaganda saudí sin diluir. De hecho, es la Casa
de Saud la que ha estado realizando la feroz contrarrevolución que ha
aplastado toda posibilidad de una Primavera Árabe en el Golfo Pérsico –
desde la invasión y represión en Bahréin a la rápida prevención de
protestas dentro de las provincias orientales de Arabia Saudí dominadas
por chiíes.
Todo el asunto huele a un pretexto debilucho para
un casus belli. La oportunidad del anuncio no podía ser más sospechosa.
El consejero nacional de seguridad de la Casa Blanca, Thomas E. Donilon,
informó al rey Abdullah hace ya dos semanas, en una reunión de tres
horas en Riad. Mientras tanto el gobierno estadounidense no ha estado
planeando complots, sino realizando asesinatos selectivos de ciudadanos
de EE.UU., como en el caso de Anwar al-Awlaki.
¿Por qué ahora?
Holder está atrapado en un escándalo más – sobre si mintió respecto a
la Operación Rápido y Furioso (no, no se puede inventar algo semejante),
una operación federal encubierta mediante la cual numerosas armas
estadounidenses terminaron en manos de –aquí los tenemos de nuevo–
cárteles mexicanos de la droga.
Por lo tanto, ¿cómo enterrar
Rápido y Furioso, el abismo económico, los 10 años de guerra en
Afganistán, el creciente atractivo de Ocupad Wall Street – para no
hablar del papel saudí en el aplastamiento del espíritu de la Primavera
Árabe? Descubriendo un lindo complot al estilo al Qaida en suelo
estadounidense, y para colmo, dirigido por el “malvado” Irán. Al Qaida y
Teherán encabezan el reparto; ni siquiera Cheney y Rumsfeld en su
apogeo podían presentar algo semejante. ¡Viva la GWOT (guerra global
contra el terror)! ¡Y viva el espíritu neoconservador! Recordad, los
hombres de verdad van a Teherán – y el camino comienza ahora.
…………..
Pepe Escobar es corresponsal itinerante de Asia Times. Su último libro se llama Obama Does Globalistan (Nimble Books, 2009).
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