Por Página 12
La reelecta Presidenta de la Nación, que obtuvo más del
50 por ciento de los votos, estableciendo una diferencia histórica con
su seguidor, agradeció a los 40 millones de argentinos y los llamados de
sus colegas latinoamericanos Dilma Rousseff, Hugo Chávez, Pepe Mujica,
Sebastián Piñera, Juan Manuel Santos y Lugo; y afirmó que "en la
victoria hay que ser generosos".
Dedicó un párrafo especial a su
compañero de militancia y expresidente, Néstor Kirchner, al aclarar que
no hablaba "como viuda sino como compañera política: sin él este triunfo
hubiera sido imposible. Mantuvo sus convicciones hasta el último
aliento".
Reivindicó la reforma política que permitió consolidar "los
partidos, el sustento de la democracia. (...) Una reforma que ha abierto
las puertas de los partidos a la sociedad". Aclaró que no la movían
"ambiciones ni intereses personales sino el sueño de una Argentina que
tenga un proyecto político sustentable".
Más adelante, reconoció: "Sola
no puedo, necesito la colaboración de todos los argentinos. Por
comprensión histórica, por voluntad, y decisión política cuenten conmigo
par mejorar la vida de todos los argentinos".
Con el 45 por ciento de
las mesas escrutadas, la presidenta CFK obtiene el 53,21 por ciento de
los votos, seguida por el actual gobernador de Santa Fe, Hermes Binner,
con el 17,07 por ciento, y Ricardo Alfonsín, el 12,38. Alberto Rodríguez
Saá, el 7,52; Eduardo Duhalde, 5,7; Jorge Altamira el 2,27, y Carrió el
1,85 por ciento.
"Lo
único que quiero es seguir agrandando la Argentina, seguir generando más
puestos de trabajo, más industrialización, más ciencia y tecnología,
más escuelas, más caminos, más hospitales", agregó Cristina al afirmar
que esa no es una tarea "para una sola persona".
La Presidenta añadió,
citando a Néstor Kirchner, que "por comprensión histórica, por voluntad
popular y por decisión política cuenten conmigo para seguir
profundizando este proyecto de país. Para eso nos necesitamos unidos. No
significa pegoteados. Pero significa reconocer que cuando una sociedad
se expresa y decide en elecciones populares, libres y democráticas, esa
decisión debe ser respetada".
Durante el acto de cierre de campaña, realizado el miércoles pasado
en el Teatro Coliseo había convocado a “la unidad nacional” y a los
dirigentes opositores a dejar de lado las “diferencias menores”.
Cuando todos los pronósticos indicaban que sería reelecta, había afirmado que "no le guardo rencor a nadie, las cosas que han pasado me obligan a abrirme cada vez más, a tender la mano, a superar las diferencias”, y había pedido a los distintos sectores que conforman la sociedad que colaboraran durante los próximos cuatro años para aprovechar lo que calificó como “una oportunidad histórica” para la Argentina. “Por primera vez podemos pensar a medianoy largo plazo”, destacó al pedir “gestos de grandeza” para “articular los intereses de 40 millones de argentinos”.
Si se repitiera el resultado que el kirchnerismo consiguió en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 14 de agosto, el oficialismo retomaría el control del Congreso. El Frente para la Victoria pasaría a contar con un bloque de 115 diputados, que sumado a sus aliados más fieles –Frente Cívico Santiagueño (7), Nuevo Encuentro (5) y los neuquinos del MPN (2)– alcanzaría las 129 bancas necesarias para contar con quórum propio en la Cámara baja, a los que también podría sumar otros dos monobloques que habitualmente acompañan las iniciativas del Gobierno.
Algo impensado antes del arranque del disperso calendario electoral que se inició en marzo y mucho menos hace dos años, cuando tras la derrota de las legislativas de 2009 el Grupo A, que juntó a todo el abanico opositor, le arrebató al oficialismo la mayoría en todas las comisiones de Diputados y el Senado.
La Cámara alta, que renueva en ocho provincias un tercio de sus bancas, no tendría mayores modificaciones, lo que le permitiría al kirchnerismo y sus aliados mantener un delicado equilibrio de fuerzas.
Cuando todos los pronósticos indicaban que sería reelecta, había afirmado que "no le guardo rencor a nadie, las cosas que han pasado me obligan a abrirme cada vez más, a tender la mano, a superar las diferencias”, y había pedido a los distintos sectores que conforman la sociedad que colaboraran durante los próximos cuatro años para aprovechar lo que calificó como “una oportunidad histórica” para la Argentina. “Por primera vez podemos pensar a medianoy largo plazo”, destacó al pedir “gestos de grandeza” para “articular los intereses de 40 millones de argentinos”.
Si se repitiera el resultado que el kirchnerismo consiguió en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 14 de agosto, el oficialismo retomaría el control del Congreso. El Frente para la Victoria pasaría a contar con un bloque de 115 diputados, que sumado a sus aliados más fieles –Frente Cívico Santiagueño (7), Nuevo Encuentro (5) y los neuquinos del MPN (2)– alcanzaría las 129 bancas necesarias para contar con quórum propio en la Cámara baja, a los que también podría sumar otros dos monobloques que habitualmente acompañan las iniciativas del Gobierno.
Algo impensado antes del arranque del disperso calendario electoral que se inició en marzo y mucho menos hace dos años, cuando tras la derrota de las legislativas de 2009 el Grupo A, que juntó a todo el abanico opositor, le arrebató al oficialismo la mayoría en todas las comisiones de Diputados y el Senado.
La Cámara alta, que renueva en ocho provincias un tercio de sus bancas, no tendría mayores modificaciones, lo que le permitiría al kirchnerismo y sus aliados mantener un delicado equilibrio de fuerzas.
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