Por Quimy de León | Prensa Comunitaria
Este sábado 25 de abril a las 3 de la tarde está convocada en la ciudad capital “una manifestación PACIFICA en el parque central, para exigir la renuncia de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, y la devolución de los millones robados al erario nacional.”
Esta convocatoria fue lanzada por nueve personas en facebook y se hizo viral, hasta que al día de hoy más de 33 mil personas han dicho que asistirán a la Plaza Central. A manera de un buen contagio y movidas por las mismas razones días después, hubo otras convocatorias con el mismo espíritu en lugares como Cobán, Sololá, Chiquimula y Xela.
Éste no es el único espacio de convocatoria: varios grupos, colectivos y personas discuten sobre la coyuntura en el país; las redes sociales están llenas de críticas y debates al respecto.
Un grupo de personas se reúne a cada día desde el lunes 20 de abril de 1 y a las 5 de la tarde para protestar cerca de Casa Presidencial (como pusieron vallas metálicas para evitar que se ubiquen frente la puerta, lo hacen en la 5a calle y 6a avenida). Incluso abrieron una página en facebook que nombraron “A la cárcel los ladrones” que en tres días la seguían ya más de dos mil personas.
El hartazgo que moviliza
Desde estos espacios públicos y en redes sociales se abrió la opinión acerca de algunos puntos que evidencian el sentir colectivo que estalla ante esta crisis coyuntural:
La indignación por el continuo de corrupción, abuso de poder, violencia e impunidad con la que ha actuado este gobierno. La investigación de la CICIG dejó al descubierto un problema viejo, que las estructuras criminales que operan y permearon el Estado se enriquecen a costa de todos nosotros, esta vez tenían nombres y apellidos.
Ante la negativa de ampliación del mandato la CICIG por parte del ejecutivo, se llamó a pronunciarse a su favor, a destacar el papel que jugó en este caso y a exigir que continúe con esta investigación y la de otras instancias del Estado. La decisión bajo presión del presidente Otto Pérez Molina de prorrogar el mandato, no disminuyó la indignación colectiva.
La exigencia de que se diluciden las empresas que se beneficiaron de la estructura criminal de “La Línea” por defraudación fiscal y de aduanas.
Rechazo al sistema político y los partidos políticos, no exclusivamente al Partido Patriota, sino a Líder, la UNE y otros que han querido incluso aprovechar la coyuntura para acumular fuerza y votos. El rechazo a candidatos y diputados que están moviéndose hacia otros espacios en desbandada y a la forma clientelar de hacer política es evidente.
El rechazo a la decisión de la jueza Marta Sierra de Stalling de otorgar medidas sustitutivas a mayoría de los 21 capturados el día el 16 de abril vinculados a ésta estructura, que causa más desconfianza hacia el resto de la institucionalidad del Estado. La “injusticia” del sistema judicial y la corrupción y la relación con poderes paralelos en este espacio también es un problema viejo que produce hartazgo.
El rechazo a la forma en que el ejecutivo ha manejado la crisis, mintiendo y evadiendo. Algunos funcionarios -incluyendo la vicepresidenta Roxana Baldetti- no daban la cara durante estos días; y su secretario privado y cabecilla de la red criminal, Juan Carlos Monzón Rojas, se encuentra prófugo, desde que aparentemente viajó con ella a Corea.
Ante estos hechos, algunas cosas se debatieron en los espacios en redes sociales:
La necesidad de unificar criterios alrededor de la indignación que causa la crisis institucional resultado de la corrupción y la impunidad
El peligro de la manipulación de partidos y de sectores que pongan en riesgo el sentido legítimo colectivo de indignarse, movilizarse y organizarse.
El color blanco planteado originalmente fue rebatido por el uso que se la ha dado en la historia latinoamericana y distanciarse “de las camisas blancas”.
Rechazar el uso del rumor que amenazaba el sentido colectivo de manifestarse pacíficamente, y que estuvo circulando en redes sociales con un supuesto “Plan B #REVOLUCIONYA” en el que se llamaba a disturbios el día lunes.
Ante algunos de estos aspectos y dudas que surgieron en torno a la movilización del sábado 25, quienes organizaron la convocatoria redactaron un comunicado en donde dejaban claro que “no hay ninguna agrupación política ni de otra índole detrás de esta invitación” y que “respetamos a quienes quieran agruparse y organizarse para proponer ideas de soluciones viables y legales”.
Efectivamente, otras muchas personas se están organizando para asistir éste sábado: partidos como Winaq y el Movimiento Nueva República y agrupaciones estudiantiles de universidades privadas como la Universidad Landívar, también de la Universidad de San Carlos de Guatemala, por ejemplo.
Con el ejemplo de otros pueblos
Si a la Plaza Central asisten las miles de personas que se han pronunciado en las redes sociales, ser trataría de una manifestación de hartazgo e indignación que superaría las expectativas de las movilizaciones populares de las últimas décadas en la ciudad capital.
Que yo recuerde, la última vez que se movilizaron cientos de personas en la capital, -pero que no llegaron a ser miles- fue para las protestas contra la aprobación del Tratado de Libre Comercio en el año 2005, con la diferencia de que en aquella ocasión fueron organizaciones sociales, movimientos sindicales, estudiantiles, campesinos y oenegés quienes convocaron a estas jornadas. Y la última vez que vi llena la Plaza Central por motivaciones populares fue para la firma de la Paz el 29 de diciembre de 1996.
La manifestación pacífica como herramienta tomada por la gente, el pueblo o los pueblos, es un ejemplo maravilloso que ya nos han dado a quienes vivimos en la capital la resistencia pacífica de “La Puya” “Nuevo Amanecer” en Barillas, en San Juan Sacatepéquez, en San Rafael Las Flores. La oposición a gobiernos dirigidos por militares, estructuras criminales y corruptos había estado presente desde las primeras señales por la población que vive fuera de la capital, pero con poco eco.
Sin duda es esperanzador salir de la indignación a la acción. El reto es la organización.
Salgamos este sábado a los parques, a la calle a sonar cuetes o cacerolas, ollas y sartenes.
Si vivimos en la capital vayamos al Parque Central y unamos nuestras voces de indignación y soñemos que podemos cambiar esta realidad que nos ahoga.
Éste no es el único espacio de convocatoria: varios grupos, colectivos y personas discuten sobre la coyuntura en el país; las redes sociales están llenas de críticas y debates al respecto.
Un grupo de personas se reúne a cada día desde el lunes 20 de abril de 1 y a las 5 de la tarde para protestar cerca de Casa Presidencial (como pusieron vallas metálicas para evitar que se ubiquen frente la puerta, lo hacen en la 5a calle y 6a avenida). Incluso abrieron una página en facebook que nombraron “A la cárcel los ladrones” que en tres días la seguían ya más de dos mil personas.
El hartazgo que moviliza
Desde estos espacios públicos y en redes sociales se abrió la opinión acerca de algunos puntos que evidencian el sentir colectivo que estalla ante esta crisis coyuntural:
La indignación por el continuo de corrupción, abuso de poder, violencia e impunidad con la que ha actuado este gobierno. La investigación de la CICIG dejó al descubierto un problema viejo, que las estructuras criminales que operan y permearon el Estado se enriquecen a costa de todos nosotros, esta vez tenían nombres y apellidos.
Ante la negativa de ampliación del mandato la CICIG por parte del ejecutivo, se llamó a pronunciarse a su favor, a destacar el papel que jugó en este caso y a exigir que continúe con esta investigación y la de otras instancias del Estado. La decisión bajo presión del presidente Otto Pérez Molina de prorrogar el mandato, no disminuyó la indignación colectiva.
La exigencia de que se diluciden las empresas que se beneficiaron de la estructura criminal de “La Línea” por defraudación fiscal y de aduanas.
Rechazo al sistema político y los partidos políticos, no exclusivamente al Partido Patriota, sino a Líder, la UNE y otros que han querido incluso aprovechar la coyuntura para acumular fuerza y votos. El rechazo a candidatos y diputados que están moviéndose hacia otros espacios en desbandada y a la forma clientelar de hacer política es evidente.
El rechazo a la decisión de la jueza Marta Sierra de Stalling de otorgar medidas sustitutivas a mayoría de los 21 capturados el día el 16 de abril vinculados a ésta estructura, que causa más desconfianza hacia el resto de la institucionalidad del Estado. La “injusticia” del sistema judicial y la corrupción y la relación con poderes paralelos en este espacio también es un problema viejo que produce hartazgo.
El rechazo a la forma en que el ejecutivo ha manejado la crisis, mintiendo y evadiendo. Algunos funcionarios -incluyendo la vicepresidenta Roxana Baldetti- no daban la cara durante estos días; y su secretario privado y cabecilla de la red criminal, Juan Carlos Monzón Rojas, se encuentra prófugo, desde que aparentemente viajó con ella a Corea.
Ante estos hechos, algunas cosas se debatieron en los espacios en redes sociales:
La necesidad de unificar criterios alrededor de la indignación que causa la crisis institucional resultado de la corrupción y la impunidad
El peligro de la manipulación de partidos y de sectores que pongan en riesgo el sentido legítimo colectivo de indignarse, movilizarse y organizarse.
El color blanco planteado originalmente fue rebatido por el uso que se la ha dado en la historia latinoamericana y distanciarse “de las camisas blancas”.
Rechazar el uso del rumor que amenazaba el sentido colectivo de manifestarse pacíficamente, y que estuvo circulando en redes sociales con un supuesto “Plan B #REVOLUCIONYA” en el que se llamaba a disturbios el día lunes.
Ante algunos de estos aspectos y dudas que surgieron en torno a la movilización del sábado 25, quienes organizaron la convocatoria redactaron un comunicado en donde dejaban claro que “no hay ninguna agrupación política ni de otra índole detrás de esta invitación” y que “respetamos a quienes quieran agruparse y organizarse para proponer ideas de soluciones viables y legales”.
Efectivamente, otras muchas personas se están organizando para asistir éste sábado: partidos como Winaq y el Movimiento Nueva República y agrupaciones estudiantiles de universidades privadas como la Universidad Landívar, también de la Universidad de San Carlos de Guatemala, por ejemplo.
Con el ejemplo de otros pueblos
Si a la Plaza Central asisten las miles de personas que se han pronunciado en las redes sociales, ser trataría de una manifestación de hartazgo e indignación que superaría las expectativas de las movilizaciones populares de las últimas décadas en la ciudad capital.
Que yo recuerde, la última vez que se movilizaron cientos de personas en la capital, -pero que no llegaron a ser miles- fue para las protestas contra la aprobación del Tratado de Libre Comercio en el año 2005, con la diferencia de que en aquella ocasión fueron organizaciones sociales, movimientos sindicales, estudiantiles, campesinos y oenegés quienes convocaron a estas jornadas. Y la última vez que vi llena la Plaza Central por motivaciones populares fue para la firma de la Paz el 29 de diciembre de 1996.
La manifestación pacífica como herramienta tomada por la gente, el pueblo o los pueblos, es un ejemplo maravilloso que ya nos han dado a quienes vivimos en la capital la resistencia pacífica de “La Puya” “Nuevo Amanecer” en Barillas, en San Juan Sacatepéquez, en San Rafael Las Flores. La oposición a gobiernos dirigidos por militares, estructuras criminales y corruptos había estado presente desde las primeras señales por la población que vive fuera de la capital, pero con poco eco.
Sin duda es esperanzador salir de la indignación a la acción. El reto es la organización.
Salgamos este sábado a los parques, a la calle a sonar cuetes o cacerolas, ollas y sartenes.
Si vivimos en la capital vayamos al Parque Central y unamos nuestras voces de indignación y soñemos que podemos cambiar esta realidad que nos ahoga.
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