Foto H. Roux |
Desde la finca Somonte,
región de Cordoba, Andalucía, España.
Por Helena Roux
El día 24 de julio del
2012, un fornido grupo de jornaleros encabezados por el Sindicato
Andaluz de Trabajadores (SAT) marchó hacia la finca La Turquilla,
situada en la sureña región de Sevilla, con la intención de
reivindicar, para trabajarlas, unas 1200 ha de tierra, actualmente
propiedad del Ministerio de defensa y en donde el ejercito español
se dedica a la crianza de lleguas.
Con esa acción se extiende el
viento de ocupaciones que ha comenzado a soplar hace unos meses sobre
tierras españolas. Uno de los casos más emblemáticos es el de la
finca Somonte, ocupada desde el 4 de marzo de este año. Desde
entonces unos 20 jornaleros permanecen en las 400 ha, que el gobierno
regional andaluz tenía la intención de subastar a inversionistas
privados.
“Hace algunos años, con
el boom inmobiliario que conoció España, mucha gente de los pueblos
iba a trabajar en la construcción y había bastante trabajo también
para los obreros del campo” explican los ocupantes de la finca
Somonte. Pero con la crisis financiera que golpea toda Europa
(principalmente los países del Sur: España, Italia, Grecia), se
pararon los grandes proyectos y con ellos escasearon las
oportunidades de encontrar trabajo. Eso provocó un reflujo hacia el
campo, algo similar a lo que en Centroamérica se conoce como el
“retorno a la parcela”: en tiempos dificiles, es preciso asegurar
la subsistencia a como sea y la producción agricola, mal que bien,
ofrece esa posibilidad.
En Somonte conviven tanto
obreros del campo que ya no encuentran trabajo en las fincas aledañas
como alguna gente de la ciudad que ya no hayan donde emplearse.
Aunque algunos de aquellos reconocen que el aprentizaje es dificil,
también recuerdan que son hijos de campesinos así que a pesar del
camino emprendido hacia la ciudad, mantienen lazos fuertes con su
tierra de origen.
Mas que otras regiones de
España, existe en Andalucía la tradición de “rodar” de finca
en finca, trabajando ajeno en la cosecha de frutas y verduras. Los
mas mayores cuentan que antes, esa migración los llevaba año por
año hasta otros países de Europa, Francia principalmente para la
cosecha de uvas. Esta situación se debe al carácter feodal de la
tenencia de tierra en esa región, en donde 2% de la población posee
mas del 50% de las tierras, siendo el resto repartido entre pequeños
y mediados productores y el gobierno regional de Andalucía (tierras
nacionales). En Palma del Río (municipio en el cual está ubicada la
finca Somonte), la mayoría de las tierras se la reparten unas
cuantas familias, explica Javier, obrero agricola oriundo de la
región. “Ademas de esos terratenientes, poseen tierras
representantes de la nobleza. Tenemos aqui en la región de Sevilla
duques, condes y marquezas así como la compañía de Jesus (los
jesuitas) que aun es dueña de muchas tierras”. En la región,
pervive el sistema de colonato. “ No es inusual, cuenta María
(otra ocupante de Somonte), que los campesinos de dos pueblos se
pregunten entre sí: '¿quien es tu amo?', refiriendose así al
terrateniente que los emplea y en cuyas tierras están edificadas sus
viviendas”.
A este panorama medieval,
han venido a sumarse inversionistas citadinos, que Javier categoriza
como “nuevos ricos”. Menciona entre otros el dueño del
celebrissimo club de futbol 'Real Madrid' que ha comprado grandes
extensiones de terrenos para dedicarse a la caza. “Ese y otros,
precisa Javier, no tienen ninguna relación tradicional con el campo,
solo han venido a invertir su dinero aprovechando para hacerlo
fructificar, las subvenciones que otorga la Unión Europea para
fomentar la agricultura agro exportadora y ultimamente los cultivos
vinculados a la producción de agrocombustibles.
Tras ser desalojados una
primera vez, los ocupantes de Somonte volvieron a entrar a la finca.
A raíz de la ocupación, el gobierno andaluz ( quien producto de una
alianza entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el
Partido Izquierda Unida (IU) ganó las elecciones regionales el
pasado 25 de abril), ha declarado que no procederá a mas subastas de
tierras a favor de inversionistas privados. Sin embargo, esas buenas
intenciones no impidieron el desalojo de la finca Somonte al día
siguiente de las elecciones. Ademas, esa promesa llega tarde ya que
gran parte de las 20.000 ha puestas en venta ya fueron subastadas
(solo quedan unas 2000 ha). Y sobre todo, desde entonces no parece
haber voluntad de dar el paso, que tanto esperan los jornaleros, de
entregar la tierra a quienes tienen necesidad y deseo de trabajarla.
Mas bien es de temer que las autoridades busquen evitar a toda costa
que el precedente sentado en la finca Somonte se repita a gran
escala. Así en el caso de La Turquilla, los jornaleros no lograron
ocupar el edificio de la finca resguardado por los militares ya que
estos les advirtieron que al traspasar los limites del recinto, se
exponían a enfrentar cargos que relevan de la juridicción militar y
no de la justicia civil. Non obstante, aguantando el inclemente sol
del verano andaluz, un grupo de cuaranta personas permanece
posicionado en los terrenos de La Turquilla: Estiman que necesitan
mas de las tierras que los caballos que utiliza el ejercito para sus
ostentosos desfilés.
Tanto en este caso como en
el de Somonte, la solidaridad se manifiesta desde muchas regiones del
país y hasta desde mas alla de las fronteras regionales y
nacionales. Casi a diario, llegan a Somonte visitantes con donaciones
y también, aspecto importante, compradores de los productos
cultivados en la finca. Tras conseguir la tierra, los jornaleros
enfrentan ahora otro reto mayor: acceder a los mercados para vender
la producción y sobre todo encontrar alternativas para escapar a las
empresas comercializadoras que ahogan a los pequeños productores,
ofreciendoles precios irrisorios para sus productos, un sistema que
solo favorece las grandes empresas capaces de abaratar costos de
producción, empleando una mano de obra siempre mas barata.
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