Foto C. Pérez CCC |
Radio La Primerísima
Yo no quiero hacer una apología de Tomás, tal vez ligar un discurso sobre él, sino básicamente contar algunas anécdotas que reflejan el espíritu de Tomás.
A Tomás lo conocí o tuve referencias de él año entre 1955 y 1956 aproximadamente, cuando él era aún estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en León -en ese entonces, no era autónoma la Universidad-; él era representante de un diario de Nicaragua y mi tía Aurora, Panchita y yo vendíamos periódicos, loterías, revistas, etc.
A Tomás lo conocí o tuve referencias de él año entre 1955 y 1956 aproximadamente, cuando él era aún estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en León -en ese entonces, no era autónoma la Universidad-; él era representante de un diario de Nicaragua y mi tía Aurora, Panchita y yo vendíamos periódicos, loterías, revistas, etc.
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Siendo La Prensa periódico vespertino, llegábamos todas las tardes a eso de las cinco o seis a retirar la cuota correspondiente: quien la entregaba era Tomás, que era responsable de esa parte del periódico. Y me di cuenta de él, cuando después del ajusticiamiento de Somoza, les leía a mis abuelas los periódicos de la Corte Militar que se formó para acusar a los implicados en el ajusticiamiento; uno de ellos era Tomás, primer referencia que tuve de Tomás, una referencia de lucha anti somocista que lógicamente influyó en información personal.
La segunda referencia, nos refleja un poco la ingenuidad que muchas veces Tomás reflejaba en sus acciones. Estando él clandestino y nosotros en una escuela política militar con él allá por los años 70, posiblemente, recuerdo que toda la gente, los clandestinos, los leales le decíamos "Carlos" a Carlos Fonseca, porque todos querían a Carlos. Tomás era muy amigo de Carlos y el que más lo conocía, pensó que si le decían Carlos, lo podían identificar y entonces hablaba de Fonseca, el único que le decía Fonseca, pensando que diciendo así no iba a ser ubicado como Tomás, el compañero de Carlos. Y evidentemente decirle Fonseca a Carlos cuando todos le decían Carlos, lo que hizo fue descubrir que era Tomás Borge, el amigo más cercano de Carlos Fonseca.
Luego, cuando en el año 1976, él es detectado cerca de una casa de seguridad en la Colonia Centroamérica (de Managua), donde venía con Silvio Casco y Mildred Abaunza, enfrentaron a una patrulla de la guardia somocista. En el intercambio de disparos murió Mildred Abaunza y también el oficial que comandaba la patrulla.
Tomás y Silvio escapó ambos por diferentes rumbos. Tomás logró salir del cerco de la Centroamérica y se dirigió a un centro comercial para intentar secuestrar un vehículo. Y encontró el vehículo que iba a secuestrar para poder escapar con la guardia en los talones.
Y le preguntamos: "¿qué pasó? ¿por qué no agarraste el vehículo?" Entonces Tomás contestó: "es que cuando amenacé al hombre dentro de la ventanilla del vehículo, observé que la mujer que andaba con él estaba embarazada y yo me dije que no la podía exponer ni a un susto ni a un enfrentamiento con la guardia; entonces, por eso decidí entregarme a la guardia".
Un gesto de nobleza, humanismo y bondad, sabiendo que ese gesto le pudo haber costado la vida. Y efectivamente así hubiese sido sino es por Silvio Mora, un periodista que puso a Somoza Debayle contra la espada y la pared, demandándole en una conferencia de prensa, si tenían o no capturado a Tomás Borge, y Somoza se vio obligado a decirle que sí.
Desde luego tenemos esas características de Tomas Borge cuando llegó a la cárcel seis meses después de su captura y la guardia como una forma de ensañamiento personal decidió dejarlo aislado de todos los presos. Es decir, la política de la guardia era tener aislados a los presos políticos de los presos comunes, para evitar relaciones y para evitar que extrajeran o introdujeran mensajes o alguna otra cosa. Pero Tomás estaba aislado de los presos comunes y también de los presos políticos, es decir, sólo, en una galería.
Cuando supimos que estaba en una galería frente a la nuestra, a unos 50 o 100 metros de distancia, empezamos a buscarlo entre los barrotes hasta que encontramos una sombra y le hicimos señas con una toalla roja. Él vio las señas y nos hizo con los dedos letras en el aire Borge, y yo le hice FSLN. Y ambos sacamos la mano con el puño en alto identificándonos y moralizándonos los dos.
El encuentro con Tomás aún a esa distancia y aún aislados, moralizó a la pequeña tropa de presos que nos encontrábamos de allí. Es decir Tomás en sus condiciones, en su situación y con su sola presencia, era capaz de inducir en la gente, confianza, moral y capacidad para lograr el triunfo.
En la cárcel hicimos como cinco o seis huelgas de hambre, no recuerdo cuántas. Casualmente hicimos varias de ellas para demandar la ruptura del aislamiento de Tomás; eran unas huelgas muy particulares: nos hacíamos un rol que significaba que cada día iba cada quien a comer dos caramelos, media tapa de limón, un puño de sal, todo el agua que pudiera tomar, y los que fumaran, dos cigarrillos al día.
En esa ocasión, estábamos en la penúltima huelga de hambre; ya llevábamos como 59 días en huelga con ese régimen, y yo como nunca he sido entrado en carne que se diga, Tomás estaba muy preocupado por mi situación de salud.
Me decía: "ya es demasiado tiempo, vos deberías retirarte". Yo le dije que no podía retirarme, "primero por principios, en solidaridad con vos, y segundo porque debemos conseguir los objetivos".
"Mirá -me dijo- sino te retirás por tu convencimiento, te voy a dar la orden de retirarte. Hagamos un acuerdo: aguantemos unos tres días más, porque creo que la guardia está floja y después platicamos".
Dos días después de esa plática, la guardia accedió a que seis compañeros que estaban en mi galería fueran donde Tomás, es decir, ya habíamos logrado un paso que era aumentarle a seis la presencia de seis compañeros en su galería.
Finalmente cuando muere Carlos Fonseca, la gente del Frente Sandinista que está afuera, le manda a decir que hable con Tomás, porque Tomás es la persona idónea, sino la única persona que puede escribirle su elegía a Carlos Fonseca. "Decile que le pedimos encarecidamente la dirección del partido que está fuera de la cárcel que le escriba esa elegía". Le mandamos el recado y él se dedicó a escribirla.
En ese tiempo leía mucho la Biblia, porque era el único libro que le permitían leer en la cárcel. Por eso él empieza su escrito "poseída por el Dios de la furia y el demonio de las ternuras, salen de la cárcel mis palabras...", porque aunque él te decía, Jaime (Morales Carazo) que no creía, él creía en su Dios, tenía su conciencia y sus conocimientos religiosos.
Y efectivamente el trabajo que él hizo, que se llama "Carlos el amanecer es apenas una tentación", es un escrito maravilloso, es la mejor elegía hecha a un hombre de la calidad de Carlos Fonseca, sino que lo diga Carlos Mejía Godoy, que él estudió bien y que él hizo en base a eso la canción de Carlos, que es una canción preciosa.
Cuando la concluyó nos dejó en el buzón donde recogíamos la correspondencia entre nosotros, un gran paquete de los escritos diciéndome "flaco esto es lo mejor que he escrito en mi vida, no dejés que caiga en manos de la guardia, sácala adonde vas a sacarla para que los compañeros la vean y le publiquen".
Nosotros fuimos obligados a elaborar el escrito en letra muy menuda. Hacíamos una página y luego escribíamos otras 20 páginas de cualquier cosa para poder sacarla. Cuando acabamos de pasar el escrito que él nos había mandado y logramos entregarlo a los compañeros fuera de la cárcel, solamente le mandé a decir "viejo te he cumplido; tu escrito está a salvo", y esa vez fue para él un día de alegría, porque decía él, "es el único homenaje que yo le hecho a mi hermano Carlos Fonseca". Yo sabía por supuesto que después iba hacerle muchos homenajes más, como el día que trajimos los restos de Carlos a enterrarlos en la plaza.
Entonces con estas anécdotas quise recordar al hombre humano, al hombre lleno de bondad, al hombre que efectivamente se crecía en los instantes difíciles y era el que irradiaba optimismo.
Por eso yo creo, viejo, hermano, que tu misión en la vida la cumpliste. Que tu trabajo con el Frente Sandinista de Liberación Nacional que vos fundaste lo cumpliste, que tu responsabilidad con el pueblo de Nicaragua que tanto quisiste, la cumpliste.
Que es cierto que no fuiste un hombre perfecto, cometiste muchos errores y vos fuiste el primero en decirlo autocríticamente. De los dirigentes de la Revolución vos ha sido de los dirigentes más autocríticos públicamente, que han reconocido errores cometidos y errores no cometidos.
Entonces, hermano, quiero despedirme diciéndote lo que vos le dijiste un día de éstos a Daniel: Tomás te queremos, sabemos que sos imperfecto y por eso es que sos humano y eso nos hace quererte más.
La segunda referencia, nos refleja un poco la ingenuidad que muchas veces Tomás reflejaba en sus acciones. Estando él clandestino y nosotros en una escuela política militar con él allá por los años 70, posiblemente, recuerdo que toda la gente, los clandestinos, los leales le decíamos "Carlos" a Carlos Fonseca, porque todos querían a Carlos. Tomás era muy amigo de Carlos y el que más lo conocía, pensó que si le decían Carlos, lo podían identificar y entonces hablaba de Fonseca, el único que le decía Fonseca, pensando que diciendo así no iba a ser ubicado como Tomás, el compañero de Carlos. Y evidentemente decirle Fonseca a Carlos cuando todos le decían Carlos, lo que hizo fue descubrir que era Tomás Borge, el amigo más cercano de Carlos Fonseca.
Luego, cuando en el año 1976, él es detectado cerca de una casa de seguridad en la Colonia Centroamérica (de Managua), donde venía con Silvio Casco y Mildred Abaunza, enfrentaron a una patrulla de la guardia somocista. En el intercambio de disparos murió Mildred Abaunza y también el oficial que comandaba la patrulla.
Tomás y Silvio escapó ambos por diferentes rumbos. Tomás logró salir del cerco de la Centroamérica y se dirigió a un centro comercial para intentar secuestrar un vehículo. Y encontró el vehículo que iba a secuestrar para poder escapar con la guardia en los talones.
Y le preguntamos: "¿qué pasó? ¿por qué no agarraste el vehículo?" Entonces Tomás contestó: "es que cuando amenacé al hombre dentro de la ventanilla del vehículo, observé que la mujer que andaba con él estaba embarazada y yo me dije que no la podía exponer ni a un susto ni a un enfrentamiento con la guardia; entonces, por eso decidí entregarme a la guardia".
Un gesto de nobleza, humanismo y bondad, sabiendo que ese gesto le pudo haber costado la vida. Y efectivamente así hubiese sido sino es por Silvio Mora, un periodista que puso a Somoza Debayle contra la espada y la pared, demandándole en una conferencia de prensa, si tenían o no capturado a Tomás Borge, y Somoza se vio obligado a decirle que sí.
Desde luego tenemos esas características de Tomas Borge cuando llegó a la cárcel seis meses después de su captura y la guardia como una forma de ensañamiento personal decidió dejarlo aislado de todos los presos. Es decir, la política de la guardia era tener aislados a los presos políticos de los presos comunes, para evitar relaciones y para evitar que extrajeran o introdujeran mensajes o alguna otra cosa. Pero Tomás estaba aislado de los presos comunes y también de los presos políticos, es decir, sólo, en una galería.
Cuando supimos que estaba en una galería frente a la nuestra, a unos 50 o 100 metros de distancia, empezamos a buscarlo entre los barrotes hasta que encontramos una sombra y le hicimos señas con una toalla roja. Él vio las señas y nos hizo con los dedos letras en el aire Borge, y yo le hice FSLN. Y ambos sacamos la mano con el puño en alto identificándonos y moralizándonos los dos.
El encuentro con Tomás aún a esa distancia y aún aislados, moralizó a la pequeña tropa de presos que nos encontrábamos de allí. Es decir Tomás en sus condiciones, en su situación y con su sola presencia, era capaz de inducir en la gente, confianza, moral y capacidad para lograr el triunfo.
En la cárcel hicimos como cinco o seis huelgas de hambre, no recuerdo cuántas. Casualmente hicimos varias de ellas para demandar la ruptura del aislamiento de Tomás; eran unas huelgas muy particulares: nos hacíamos un rol que significaba que cada día iba cada quien a comer dos caramelos, media tapa de limón, un puño de sal, todo el agua que pudiera tomar, y los que fumaran, dos cigarrillos al día.
En esa ocasión, estábamos en la penúltima huelga de hambre; ya llevábamos como 59 días en huelga con ese régimen, y yo como nunca he sido entrado en carne que se diga, Tomás estaba muy preocupado por mi situación de salud.
Me decía: "ya es demasiado tiempo, vos deberías retirarte". Yo le dije que no podía retirarme, "primero por principios, en solidaridad con vos, y segundo porque debemos conseguir los objetivos".
"Mirá -me dijo- sino te retirás por tu convencimiento, te voy a dar la orden de retirarte. Hagamos un acuerdo: aguantemos unos tres días más, porque creo que la guardia está floja y después platicamos".
Dos días después de esa plática, la guardia accedió a que seis compañeros que estaban en mi galería fueran donde Tomás, es decir, ya habíamos logrado un paso que era aumentarle a seis la presencia de seis compañeros en su galería.
Finalmente cuando muere Carlos Fonseca, la gente del Frente Sandinista que está afuera, le manda a decir que hable con Tomás, porque Tomás es la persona idónea, sino la única persona que puede escribirle su elegía a Carlos Fonseca. "Decile que le pedimos encarecidamente la dirección del partido que está fuera de la cárcel que le escriba esa elegía". Le mandamos el recado y él se dedicó a escribirla.
En ese tiempo leía mucho la Biblia, porque era el único libro que le permitían leer en la cárcel. Por eso él empieza su escrito "poseída por el Dios de la furia y el demonio de las ternuras, salen de la cárcel mis palabras...", porque aunque él te decía, Jaime (Morales Carazo) que no creía, él creía en su Dios, tenía su conciencia y sus conocimientos religiosos.
Y efectivamente el trabajo que él hizo, que se llama "Carlos el amanecer es apenas una tentación", es un escrito maravilloso, es la mejor elegía hecha a un hombre de la calidad de Carlos Fonseca, sino que lo diga Carlos Mejía Godoy, que él estudió bien y que él hizo en base a eso la canción de Carlos, que es una canción preciosa.
Cuando la concluyó nos dejó en el buzón donde recogíamos la correspondencia entre nosotros, un gran paquete de los escritos diciéndome "flaco esto es lo mejor que he escrito en mi vida, no dejés que caiga en manos de la guardia, sácala adonde vas a sacarla para que los compañeros la vean y le publiquen".
Nosotros fuimos obligados a elaborar el escrito en letra muy menuda. Hacíamos una página y luego escribíamos otras 20 páginas de cualquier cosa para poder sacarla. Cuando acabamos de pasar el escrito que él nos había mandado y logramos entregarlo a los compañeros fuera de la cárcel, solamente le mandé a decir "viejo te he cumplido; tu escrito está a salvo", y esa vez fue para él un día de alegría, porque decía él, "es el único homenaje que yo le hecho a mi hermano Carlos Fonseca". Yo sabía por supuesto que después iba hacerle muchos homenajes más, como el día que trajimos los restos de Carlos a enterrarlos en la plaza.
Entonces con estas anécdotas quise recordar al hombre humano, al hombre lleno de bondad, al hombre que efectivamente se crecía en los instantes difíciles y era el que irradiaba optimismo.
Por eso yo creo, viejo, hermano, que tu misión en la vida la cumpliste. Que tu trabajo con el Frente Sandinista de Liberación Nacional que vos fundaste lo cumpliste, que tu responsabilidad con el pueblo de Nicaragua que tanto quisiste, la cumpliste.
Que es cierto que no fuiste un hombre perfecto, cometiste muchos errores y vos fuiste el primero en decirlo autocríticamente. De los dirigentes de la Revolución vos ha sido de los dirigentes más autocríticos públicamente, que han reconocido errores cometidos y errores no cometidos.
Entonces, hermano, quiero despedirme diciéndote lo que vos le dijiste un día de éstos a Daniel: Tomás te queremos, sabemos que sos imperfecto y por eso es que sos humano y eso nos hace quererte más.
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