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Basta de hablar de la caída del Gran G. Ahora llega lo fundamental: Afganistán 2.0, Iraq 2.0, o una mezcla de ambos.
Los
“rebeldes de la OTAN” siempre han asegurado que no quieren ocupación
extranjera. Pero la OTAN –que posibilitó la victoria– no puede controlar
Libia sin tropas sobre el terreno. Por lo tanto, en la central de la
OTAN en Mons, Bélgica, juegan con múltiples escenarios, bajo una
cobertura de terciopelo de las Naciones Unidas.
Según los planes
que ya se han filtrado, podrá haber tarde o temprano soldados de las
monarquías del Golfo Pérsico y de aliados amistosos como Jordania y
especialmente Turquía, miembro de la OTAN, también muy ansiosa de
obtener grandes contratos comerciales. Casi ninguna nación africana
formará parte del asunto, ahora se ha "reubicado" a Libia en Arabia.
Leer: - OTAN intensifica ataques en Sirte
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El
Consejo Nacional de Transición (CNT) estará de acuerdo –o lo obligarán a
estar de acuerdo– si Libia cae, o cuando caiga, en el caos. A pesar de
eso será extremadamente difícil que le acepten, mientras las
extremadamente dispares facciones de los “rebeldes de la OTAN”
consolidan frenéticamente sus feudos, y se preparan para volverse unas
contra otras.
No existe evidencia hasta ahora de que el CNT
–fuera de arrodillarse ante el altar de las naciones miembros de la
OTAN– tenga la menor idea de cómo administrar un paisaje político
complejo en Libia.
Cañones sin rosas
En Libia todos
están ahora virtualmente armados hasta los dientes. La economía está
paralizada. Ya ha comenzado una obscena disputa encarnizada por quién
controlará los miles de millones de dólares descongelados de Libia.
La
tribu Obeidi está furiosa con el CNT porque no ha habido ninguna
investigación sobre el asesinato del comandante del ejército rebelde
Abdul Fattah Younis el 29 de julio. Los miembros de la tribu ya han
amenazado con tomarse la justicia por su mano.
El principal
sospechoso del asesinato es la brigada Abu Ubaidah bin Jarrah, una
milicia fundamentalista islámica de la línea dura que rechaza la
intervención de la OTAN y se niega a combatir bajo el CNT, calificando
tanto al CNT como a la OTAN de “infieles”.
Luego existe la
pregunta empapada en petróleo: ¿Cuándo organizará la nebulosa del Grupo
de Combate Islámico de Libia (LIFG, por sus siglas en inglés) su propio
golpe para eliminar al CNT? En todo Trípoli hay ecos gráficos del
infierno de las milicias en Iraq. El ex recurso de la CIA y ex detenido
de la “guerra contra el terror”, general Abdelhakim Belhaj –surgido del
círculo Derna, la zona cero del fundamentalismo islámico en Libia– es
el líder del nuevo Consejo Militar Trípoli.
Ya han sido lanzadas
acusaciones por parte de otras milicias de que debe irse ya que no
combatió por la “liberación” de Trípoli, lo quiera o no el CNT. Eso
significa esencialmente que la nebulosa LIFG-al-Qaida combatirá tarde o
temprano en una parte de la futura guerra de guerrillas, contra el CNT,
otras milicias, o ambos.
En Trípoli, los rebeldes de Zintan, en
las montañas occidentales, controlan el aeropuerto. El banco central, el
puerto de Trípoli y la oficina del primer ministro están controlados
por rebeldes de Misrata. Bereberes de la ciudad montañosa de Yafran
controlan la plaza central de Trípoli, pintada ahora con espray
“Revolucionarios de Yafran”. Todos estos territorios están claramente
identificados como advertencia.
Mientras el CNT, como unidad
política, ya se comporta como un gobierno en las últimas; y mientras las
milicias simplemente no desaparecen, cuesta también imaginar Libia como
un nuevo Líbano; la guerra en el Líbano comenzó cuando los vecindarios
de Beirut se repartieron entre suníes, chiíes, maronitas cristianos,
nasseristas y drusos.
La libanización de Libia, además, incluye
la letal tentación islámica, que se propaga como un virus por toda la
Primavera Árabe.
Por lo menos 600 salafistas que combatieron en
la resistencia suní iraquí contra EE.UU. fueron liberados de la prisión
Abu Salim por los rebeldes. Es fácil imaginarlos aprovechando el saqueo
generalizado de Kalashnikovs y de misiles antiaéreos soviéticos Sam-7
lanzados desde el hombro para reforzar su propia milicia islamista de la
línea dura siguiendo sus propios planes, su propia guerra de
guerrilla.
Bienvenidos a nuestra ‘democracia’ racista
La
Unión Africana (UA) no reconocerá al CNT; de hecho, acusa a los
rebeldes de la OTAN de asesinatos indiscriminados de africanos negros,
considerados todos como “mercenarios”.
Según Jean Ping de la UA:
“… El CNT parece confundir a negros con mercenarios… [Parece pensar] que
todos los negros son mercenarios. Si se hace algo semejante significa
que un tercio de la población de Libia, que es negra, también son
mercenarios.”
El pequeño puerto de Sayad, a 24 kilómetros al
oeste de Trípoli, se ha convertido en un campo de refugiados africanos
negros aterrorizados por la “Libia libre”. Médicos sin Fronteras
descubrió la existencia del campo el 27 de agosto. Los refugiados dicen
que desde febrero comenzaron a ser expulsados por los propietarios de
los negocios en los que trabajaban, acusados de mercenarios, y que los
están acosando desde entonces.
Según la mitología rebelde, el
régimen de Gadafi estaba protegido esencialmente por murtazaka
(“mercenarios”). La realidad es que Gadafi empleó un contingente de
combatientes africanos negros, de Chad, Sudán y tuaregs de Níger y Mali.
La mayoría de los africanos negros sub-saharianos de Libia son
trabajadores emigrantes con trabajos legales.
Para ver por dónde
van las cosas, hay que mirar al desierto. El inmenso desierto del sur de
Libia no fue conquistado por la OTAN. El CNT virtualmente no tiene
ningún acceso a todo el agua de Libia ni a gran parte del petróleo.
Gadafi
tiene la posibilidad de “operar en el desierto”, de negociar con una
serie de tribus, de comprar o consolidar su lealtad y organizar una
continua guerra de guerrilla.
Argelia está involucrada en una
cruenta lucha contra al-Qaida en el Magreb. La vasta y permeable
frontera de 1.000 kilómetros de Argelia con Libia, sigue abierta. A
Gadafi le resultaría fácil basar sus guerrillas en el desierto
meridional con un refugio en Argelia, o incluso en Níger. El CNT ya está
aterrorizado ante esta posibilidad.
La operación “humanitaria”
de la OTAN ha lanzado por lo menos 30.000 bombas sobre Libia durante los
últimos meses. Es seguro decir que muchos miles de libios han muerto en
los bombardeos, los cuales no se detienen; pronto la OTAN puede atacar a
algunos –civiles o no– a quienes en teoría estaba “protegiendo” hasta
hace pocos días.
El Gran G derrotado puede resultar mucho más
peligroso que un Gran G en el poder. La verdadera guerra comienza ahora.
Será infinitamente más dramática y trágica. Porque ahora será una
guerra darwiniana, norteafricana, de todos contra todos.
Pepe Escobar es autor de “ Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War ” (Nimble Books, 2007) y “ Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge ”. Su último libro es “ Obama does Globalistan ” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com .
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