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Por ACAN-EFE
Centenares de seguidores del ex presidente de Honduras Manuel Zelaya aprobaron hoy en una asamblea nacional los estatutos del partido Frente Amplio de Resistencia Popular (FARP), a través del cual buscarán el poder en 2013.
El FARP, propuesto por Zelaya en junio pasado, surge como brazo político del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), creado tras el golpe de Estado contra Zelaya el 28 de junio de 2009.
El FARP, propuesto por Zelaya en junio pasado, surge como brazo político del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), creado tras el golpe de Estado contra Zelaya el 28 de junio de 2009.
Según el subcoordinador del FNRP, Juan Barahona, unos 1.500 delegados participaron en la asamblea que fue instalada hoy por Zelaya en un colegio público de educación media en Tegucigalpa.
El artículo uno del FARP subraya que se constituye “como una fuerza política democrática, revolucionaria e incluyente” y “una institución de carácter permanente y de derecho público” con “personalidad jurídica y patrimonio propio”.
Añade que el funcionamiento del FARP lo garantizan las leyes locales y el “Acuerdo para la Reconciliación Nacional y la Consolidación del Sistema Democrático de la República de Honduras”, suscrito en mayo pasado en Colombia por Zelaya y el presidente hondureño, Porfirio Lobo.
Ese acuerdo, apoyado por los gobiernos de Colombia y Venezuela, facilitó el regreso a Honduras de Zelaya, quien fue derrocado cuando promovía una consulta popular para reformar la Constitución, aún cuando la ley se lo impedía.
El FARP se define como un movimiento “abierto a la incorporación de nuevas fuerzas y por lo tanto acogerá en su seno a otras organizaciones y movimientos políticos y en general a las y los ciudadanos que comparten su misma concepción”.
También “garantiza la unidad en la diversidad del movimiento popular y político en resistencia, respetando la pluralidad ideológica y su autonomía organizativa y procurando la incorporación de los sectores progresistas y democráticos”, añaden los estatutos del FARP, compuesto por sectores de diferentes ideologías.
Su objetivo es “conquistar el poder político de la nación, basado en la práctica de una democracia directa, participativa y en la construcción del poder popular, a fin de erradicar las desigualdades políticas, sociales, económicas y culturales que las elite oligárquicas han instaurado por siglos en Honduras”.
Entre otras finalidades del FARP figura la “refundación de Honduras”, la que aseguran que estará “sustentada en un profundo sentido de libertad, soberanía y poder popular”.
Además se proponen la construcción de un Estado caracterizado por la autodeterminación económica, política y cultural de los pueblos, que respetará todas las formas de propiedad e inversión, con regulaciones sociales.
La construcción de una sociedad igualitaria, sin explotadores ni explotados, fundamentada en la libertad, la justicia y la igualdad y equidad de las y los hondureños, es otra de las finalidades del FARP, cuya inscripción ante el Tribunal Supremo Electoral está prevista para el 3 de octubre próximo, según reiteró hoy Zelaya.
“Nuestra lucha es pacífica, nuestras armas son las ideas y el método para lograrlo ‘la no violencia’”, subrayan los estatutos del nuevo movimiento político hondureño.
El FARP ofrece además “la construcción de un Estado democrático, laico, soberano e independiente, plurinacional y pluricultural, antioligárquico, antineoliberal y antiimperialista”, además de una unión política y de integración con los demás países de América Latina y el Caribe.
Entre otros principios del FARP figuran “la solidaridad con las fuerzas revolucionarias y democráticas en todo el mundo, especialmente aquellas que luchan contra las dictaduras, genocidios y delitos de lesa humanidad”.
El artículo uno del FARP subraya que se constituye “como una fuerza política democrática, revolucionaria e incluyente” y “una institución de carácter permanente y de derecho público” con “personalidad jurídica y patrimonio propio”.
Añade que el funcionamiento del FARP lo garantizan las leyes locales y el “Acuerdo para la Reconciliación Nacional y la Consolidación del Sistema Democrático de la República de Honduras”, suscrito en mayo pasado en Colombia por Zelaya y el presidente hondureño, Porfirio Lobo.
Ese acuerdo, apoyado por los gobiernos de Colombia y Venezuela, facilitó el regreso a Honduras de Zelaya, quien fue derrocado cuando promovía una consulta popular para reformar la Constitución, aún cuando la ley se lo impedía.
El FARP se define como un movimiento “abierto a la incorporación de nuevas fuerzas y por lo tanto acogerá en su seno a otras organizaciones y movimientos políticos y en general a las y los ciudadanos que comparten su misma concepción”.
También “garantiza la unidad en la diversidad del movimiento popular y político en resistencia, respetando la pluralidad ideológica y su autonomía organizativa y procurando la incorporación de los sectores progresistas y democráticos”, añaden los estatutos del FARP, compuesto por sectores de diferentes ideologías.
Su objetivo es “conquistar el poder político de la nación, basado en la práctica de una democracia directa, participativa y en la construcción del poder popular, a fin de erradicar las desigualdades políticas, sociales, económicas y culturales que las elite oligárquicas han instaurado por siglos en Honduras”.
Entre otras finalidades del FARP figura la “refundación de Honduras”, la que aseguran que estará “sustentada en un profundo sentido de libertad, soberanía y poder popular”.
Además se proponen la construcción de un Estado caracterizado por la autodeterminación económica, política y cultural de los pueblos, que respetará todas las formas de propiedad e inversión, con regulaciones sociales.
La construcción de una sociedad igualitaria, sin explotadores ni explotados, fundamentada en la libertad, la justicia y la igualdad y equidad de las y los hondureños, es otra de las finalidades del FARP, cuya inscripción ante el Tribunal Supremo Electoral está prevista para el 3 de octubre próximo, según reiteró hoy Zelaya.
“Nuestra lucha es pacífica, nuestras armas son las ideas y el método para lograrlo ‘la no violencia’”, subrayan los estatutos del nuevo movimiento político hondureño.
El FARP ofrece además “la construcción de un Estado democrático, laico, soberano e independiente, plurinacional y pluricultural, antioligárquico, antineoliberal y antiimperialista”, además de una unión política y de integración con los demás países de América Latina y el Caribe.
Entre otros principios del FARP figuran “la solidaridad con las fuerzas revolucionarias y democráticas en todo el mundo, especialmente aquellas que luchan contra las dictaduras, genocidios y delitos de lesa humanidad”.
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