El insólito presidente ”encargado” de
Venezuela Juan Guaidó, reconoció ante sectores de la oposición que los
ataques contra el tendido eléctrico en el país eran ”necesarios” para
poder derrocar al ”régimen” del presidente Nicolás Maduro, como si no
fueran crímenes de lesa humanidad.
Guaidó es una figura inexistente creada por el gobierno de Donald
Trump violando todas las normas internacionales, que intenta ‘gobernar’ a
nombre de Washington en un accionar burdo e ilegal.
En tanto el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente venezolana, Diosdado Cabello, sostuvo que Guaidó había reconocido su vinculación con los atentados, añadiendo que existen planes diseñados para este mes de abril con la idea de dar algo así como ‘el golpe final’ bajo la égida de Estados Unidos y advirtiendo que el país está preparado ante estas y otras amenazas.
De hecho, algunos datos filtrados revelan que una reunión de Guaidó con sectores de la oposición en la localidad de El Paraíso el pasado 28 de marzo, fue convocada para informar sobre la ‘hoja de ruta’ en la continuidad del golpismo permanente con el que intentan desgastar al pueblo venezolano, sin importarles las consecuencias.
De acuerdo a Guaidó, la operación planeada -después del fracaso del 23 de febrero pasado de la ‘invasión’ preparada desde Cúcuta, Colombia- comenzaría con una serie de acciones y sabotajes nuevos y ‘más efectivos’ incluyendo la llegada de especialistas -no vinculados con la oposición- para insertarse en sectores de la población y alentar acciones desestabilizadoras.
En tanto el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente venezolana, Diosdado Cabello, sostuvo que Guaidó había reconocido su vinculación con los atentados, añadiendo que existen planes diseñados para este mes de abril con la idea de dar algo así como ‘el golpe final’ bajo la égida de Estados Unidos y advirtiendo que el país está preparado ante estas y otras amenazas.
De hecho, algunos datos filtrados revelan que una reunión de Guaidó con sectores de la oposición en la localidad de El Paraíso el pasado 28 de marzo, fue convocada para informar sobre la ‘hoja de ruta’ en la continuidad del golpismo permanente con el que intentan desgastar al pueblo venezolano, sin importarles las consecuencias.
De acuerdo a Guaidó, la operación planeada -después del fracaso del 23 de febrero pasado de la ‘invasión’ preparada desde Cúcuta, Colombia- comenzaría con una serie de acciones y sabotajes nuevos y ‘más efectivos’ incluyendo la llegada de especialistas -no vinculados con la oposición- para insertarse en sectores de la población y alentar acciones desestabilizadoras.
Estos ‘especialistas’ a los que se refiere podrían ser los que
conformarían ‘células de libertad’ en todo el país, ‘que se activarían
cuando Guaidó lo indique el 6 de abril y se inicien las protestas
locales a gran escala’, según informó una nota de Withney Webb en la
revista Mint Press New, traducida por Resumen Latinoamericano.
Webb une esta ‘operación’ de Guaidó a un documento de la Usaid de
Estados Unidos con la creación de Grupos de Desarrollo de Expedición
Rápida (RED), que se ‘desplegarán como equipos de dos personas y se
asignarán a socios ‘no tradicionales’ de Usaid, quienes ejecutarán una
combinación de operaciones ofensivas-defensivas y de estabilidad en
condiciones extremas’. Estos especialistas serían nada menos que las
Fuerzas Especiales de Estados Unidos (SF) y la CIA.
De esta forma Guaidó animó a los asistentes a su reunión, después del
fracaso de los ataque contra El Guri, la mayor planta hidroeléctrica
del país, prometiendo que la toma del poder era una posibilidad cercana-
algo así como el 21 de abril- y que se han preparado acusaciones contra
el presidente Maduro, para responsabilizarlo por genocidio.
Ello debido a la ‘negligencia’ para actuar y atribuyendo los cortes
de energía eléctrica a la ineficiencia y al descuido gubernamental,
responsabilizándolo de causar miles de muertes por hambre o por la falta
de atención en los hospitales, y por someter a la población a la falta
de luz, de agua, de alimentos, de salud y a gravísimos problemas de
seguridad.
Esto recordando que también se han difundido aterradores informes
falsos sobre graves violaciones a los derechos humanos por parte de
Maduro, que nadie ha podido comprobar, mientras que el propio Guaidó
recorre distintos lugares -donde no le fue tan bien porque el pueblo en
su mayoría sabe de qué tratan los ‘golpes democráticos’ como el que
propone el hombre creado por las fundaciones de la CIA, que además pide
una invasión de Estados Unidos.
Golpismo apoyado por los medios masivos de comunicación del poder
hegemónico que están dando una batalla campal y tan criminal como un
sabotaje, desinformando, mintiendo y manipulando, bajo órdenes del
Pentágono estadounidense, preparando argumentos para nuevas acusaciones
del gobierno de Estados Unidos contra las supuestas ‘dictaduras
narcotraficantes’, señalando ahora a los gobiernos de Maduro y Evo
Morales en Bolivia.
Este último país está siendo atacado cotidianamente por los mismos
grupos de poder como el lobby cubano-americano que tiene representantes
en el Congreso de Estados Unidos, con una historia detrás de terrorismo
contra Cuba y América Latina, a los que el gobierno de Trump ha dado un
poder que está dando resultados criminales en la región.
Entre estos, y sólo como referencia, podemos citar a los congresistas
Marco Rubio, activo públicamente contra Venezuela y a Ileana
Ros-Lehtinen que últimamente atacó y acusó a Morales de forma
ignominiosa en la Cámara.
Siguiendo con el discurso golpista de Guaidó, quien anunció el
incremento de las campañas para acusar a Maduro de entregar el país a
los rusos, los chinos y cubanos y con esto armar un juicio popular ‘por
delitos de traición a la patria’, llamando al pueblo venezolano a ocupar
las calles y terminar con el gobierno.
Es increíble que el hombre que se autoproclamó presidente de un país
como si fuera una novela del surrealismo latinoamericano, obedeciendo
órdenes del imperio y trabajando para lograr una invasión externa, hable
precisamente de ‘traición a la patria’.
En su ‘hoja de ruta’ explicada a los asistentes a la reunión,
anunciaba el comienzo de la operación ‘espada libertadora’ en principio
con un gran cacerolazo, que serviría como una señal para los militares
-que según su criterio- ‘están con nosotros’ y neutralizarían a los
hombres de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para convocarlos
a la rendición.
Más o menos como el plan que se había preparado en febrero pasado,
que terminó con una derrota asombrosa, debido a la cantidad de dinero
gastado en la operación de Cúcuta y de la cantidad de militares que
pensaban iban a desertar en masa y no lo hicieron.
Evidentemente Estados Unidos insiste en contar con una oposición
política que ya le ha demostrado sus debilidades e ‘ineficiencia’ en las
decenas de golpes que se han ensayado en Venezuela desde 2002.
Fue cuando por primera vez en la historia un golpe armado,
financiado, asesorado por Washington resultó derrotado en poco más de 48
horas por un pueblo en las calles y fuerzas armadas patrióticas,
marcando un hito histórico que sólo logró consolidar la relación
pueblo-fuerzas armadas a lo que hoy se añaden más de dos millones de
milicianos, también organización popular. Bien sabe Estados Unidos que
no son paramilitares, como los criminales que ellos conocen y utilizan
en Colombia.
En su ‘informe’ sobre la nueva operación, Guaidó llamó a los
participantes a cargar cantidades gasolina que sería utilizada -no es la
primera vez que esto sucede- para incendiar a todo aquello que para los
golpistas represente al ‘régimen’, como denominan al legítimo y
constitucional gobierno de Venezuela.
Como objetivos prioritarios estarían las estaciones policiales,
centros de salud, edificios y locales del gobierno, no sólo en Caracas
sino en todo el país. También acciones contra el Servicio Bolivariano de
Inteligencia Nacional (Sebin), aislar instalaciones como el Fuerte
Tiuna y destruir la termoeléctrica Tacoa utilizado armamento de guerra
especializado.
Para varias de estas acciones, entre ellas los módulos policiales y
de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) serían atacados con morteros,
armas de mayor calibre, granadas y en caso de vehículos y módulos
policiales, bombas incendiarias y armas procedentes de Colombia.
En los golpes anteriores ya han existido ejercicios de
contrainsurgencia contando con paramilitares colombianos y otro tipo de
mercenarios extranjeros, pretendiendo -como también lo han hecho antes-
atacar cuarteles importantes y sitios estratégicos. Con toda esa movida,
avanzar finalmente y aislar al gobierno sitiando el Palacio de
Miraflores.
De acuerdo a la información, Guaidó marcó puntos como la base aérea
de Palo Negro, inmovilizando o incendiando los aviones, contando -dijo-
con infiltrados allí. Además incendiar el puerto de Vargas, controlar
aeropuertos, autopistas y otros similares.
A lo largo del golpismo continuo hemos podido observar que en
Venezuela se han dado acciones de este tipo que fracasaron, pero
produjeron serios daños, incendios de edificios, los cuales
especialmente ocurrieron en 2014, ataques a centros de salud, acciones
violentas de calles, de francotiradores en el plan llamado ‘La salida’
que encabezó Leopoldo López.
Incluyendo la noche en que ganó Maduro, el 14 de abril de 2013,
cuando el perdedor Henrique Capriles Radonski llamó a salir a las calles
y sus activistas armados causaron muertes y daños.
Nunca tantos como los sucesos de 2017, con más de un centenar de
muertos y cuando los grupos lúmpenes y paramilitares extranjeros
quemaron a una decena de personas acusadas de chavistas arrojándoles
gasolina e incendiándolos, sin ninguna reacción de los organismos
internacionales, que debían hacerlo.
Los atentados terroristas contra las centrales eléctricas venezolanas
en el último mes, son los más importantes que se hayan conocido después
de los bombardeos que produjeron efectos similares en Iraq, Libia,
Siria y otros países y son una táctica de la guerra de Baja Intensidad,
que se aplica para la asfixia y el desgaste total del gobierno del
presidente Maduro y del pueblo venezolano, cuya heroica resistencia
resulta intolerable para el decadente imperio.
Es una forma de intervención solapada y encubierta, tema en que es
especialista el hombre que Donald Trump puso a cargo de la política con
Venezuela, nada menos que Elliott Abrams, figura clave y nefasta en la
guerra encubierta de Estados Unidos contra la Nicaragua sandinista en
los años 80, en un período en que se produjeron atentados y sabotajes
tan importantes como el minado de los Puertos en Corinto y otras
acciones criminales.
Abrams tiene en su haber crímenes de lesa humanidad en Centroamérica y
fue juzgado por el montaje del Irán-contra y el ‘contra-gate’, violando
las propias normas de su país, y por la matanza de más de 600 personas
en una aldea de El Salvador, entre otros. Pero no pasó nada, sólo un
tiempo en otras actividades no menos lesivas para la humanidad.
La analogía con Nicaragua -y también con Libia y Siria ya en este
siglo- es importante ante el heroísmo del pueblo, el gobierno venezolano
y las fuerzas armadas, que dan lecciones de resistencia patriótica con
grandes sacrificios derrotando los planes imperiales y son la esperanza
en la lucha de América Latina por su liberación definitiva, mientras que
el intento de invasión cada día se hace más difícil para Estados Unidos
en su peor laberinto.
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