Efe |
José María Villalta, de 34 años, fue durante cuatro años diputado por el Frente Amplio y creció en las encuestas
Por Giorgio Trucchi | Opera Mundi
Este domingo (2/2), más de tres millones de costarricenses están llamados a votar para elegir al sucesor de la actual presidenta Laura Chinchilla, y a los 57diputados que integran la Asamblea Legislativa, para el período 2014-2018. Un proceso electoral que muchos analistas ya señalan como histórico, no solamente por la incertidumbre del resultado final que, casi seguramente, necesitará de una segunda vuelta, sino sobre todo por el alto grado de aceptación alcanzado por el candidato del izquierdista Frente Amplio (FA), José María Villalta.
Además de Villalta, los otros dos candidatos que, de acuerdo con las últimas encuestas, tienen posibilidad de ganar son Johnny Araya del oficialista PLN (Partido Liberación Nacional) y Otto Guevara del derechista MV (Movimiento Libertario).
Araya es un político experimentado y de larga trayectoria, que por cinco mandatos consecutivos estuvo al frente de la municipalidad de la capital, San José. Respaldado por sectores empresariales ligados a la agroexportación, al comercio internacional y a la construcción, Araya asistió, casi sin reaccionar, al acelerado desplome de la amplia ventaja que, hasta el mes de septiembre, tenía sobre sus adversarios políticos.
Para él, ha sido sumamente difícil revertir el fuerte descontento de la población con la decepcionante gestión de los últimos dos gobierno del PLN: el de Óscar Arias (2006-2010) y, sobre todo, el de Laura Chinchilla (2010-2014), la cual aparece en varias encuestas internacionales como la mandataria con el mayor nivel de rechazo en América Latina y el Caribe. Sin embargo, la gran sorpresa de estas elecciones es el joven candidato del partido Frente Amplio.
José María Villalta, de 34 años, abogado, ecologista y diputado por el FA (2010-2014), supo, desde un inicio, captar el interés del electorado, al tiempo que presentaba propuestas claras y concretas. Su principal eje es volver a fortalecer el rol central del Estado, colocando el ser humano al centro de los proyectos sociales y del combate a la pobreza y la desigualdad.
“Entre un candidato oficialista desgastado, que trata de darle tintes más socialdemócratas a un programa conservador y a otro, Otto Guevara, que promueve una aún mayor reducción del Estado y una serie de nuevas privatizaciones, la propuesta de Villalta ha logrado calar en la sociedad, y esto a pesar de la violenta campaña sucia emprendida por los sectores más conservadores del país”, dijo Rotsay Rosales Valladares, politólogo y docente de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, a Opera Mundi.
Para él, independientemente de quién gane el 2 de febrero, el nuevo presidente encontrará un país fuertemente fragmentado políticamente, y tendrá que llamar a una concertación nacional, para poder elaborar una agenda mínima de trabajo.
Opera Mundi: ¿Cómo se ha desarrollado el proceso electoral que culmina este domingo?
Rotsay Rosales: Ha sido un proceso que ha arrancado muy tarde y que, a partir de enero, cuando el Frente Amplio ha iniciado a presentar su propuesta, se ha caracterizado por repetidos ataques de parte del PLN y del MV contra el candidato Villalta, que estos partidos y sectores conservadores de la sociedad costarricense perciben como una amenaza. La campaña sucia ha tratado de posicionar esta nueva fuerza política en el imaginario colectivo como comunista, chavista, sandinista y populista, polarizando aún más el ambiente electoral.
A esta campaña han participado activamente varios poderes fácticos, como, por ejemplo, ciertos sectores de la iglesia y los grandes medios de comunicación colectiva, que han posicionado noticias de manera parcializada a favor de los partidos de derecha y han ocultado la propuesta del Frente Amplio. Sin embargo, la campaña sucia ha tenido también un efecto boomerang, atrayendo la atención de la población, sobre todo de aquellos sectores del abstencionismo duro, que ahora se han sumado a la masa de indecisos, cuyo convencimiento es el principal objetivo de todas las fuerzas políticas en una elección tan cerrada como la que se está perfilando.
OM: ¿Qué peso ha tenido la administración de Laura Chinchilla?
RR: Todas las encuestas presentan a su gobierno como el peor de toda la historia del país, y para el partido oficialista es muy difícil poder aspirar a un tercer período consecutivo. En el imaginario colectivo, existe una percepción muy negativa en cuanto a la caída del empleo, al aumento de la precariedad laboral, a la crisis de la seguridad social, al incremento de la corrupción gubernamental y a una economía que no logra levantarse. En este sentido, las personas tienen interés en conocer más el contenido de los programas de los candidatos, lo cual permite descubrir las diferencias, principalmente a partir de su percepción de la relación Estado-mercado-sociedad.
OM: ¿Cuáles son las características de estos programas?
RR: Las propuestas del PLN y del ML pretenden reforzar y apuntalar el mismo modelo impuesto durante los últimos 25 años, y que fundamentalmente consiste en el Estado como creador y facilitador de oportunidades, para que sean los negocios internacionales y el mercado la dimensión prioritaria del desarrollo del país.
Este objetivo está por encima de la intervención estatal en los asuntos públicos, y se propone reducir ulteriormente su radio de acción, manteniendo el Estado como elemento de contención del descontento de aquellos sectores de la sociedad que no están vinculados con los negocios, ni con la transnacionalización del comercio y la finanza.
En definitiva, un modelo claramente neoliberal, y Otto Guevara, quien presenta por cuarta vez su candidatura presidencial, es el que más impulsa esta visión, mientras que Araya ha tratado de darle matices aparentemente socialdemócrata, pero siempre colocando el mercado por encima del Estado y la sociedad.
Además, el neoliberalismo económico en Costa Rica abriga una agenda de conservadurismo que no es solamente económico, sino también social y cultural, con discurso antagónico ante los avances sociales y los derechos de cuarta y quinta generación.
OM: ¿Cuál es la propuesta alternativa de José María Villalta?
RR: Junto con su partido reivindica un cambio sustantivo, no solo en la gestión inmediata de gobierno, sino en el gobierno-país. Según él, el Estado debe recobrar su capacidad de promoción e intervención, sobre todo hacia los sectores más vulnerables, para revertir las situaciones de desigualdad que han ido creciendo en el país, para reducir la pobreza y la pobreza extrema.
Además, propone una reforma fiscal de tipo progresivo, el incentivo de medidas para la promoción y la protección del pequeño y mediano productor, así como una atención muy particular al tema ambiental y ecológico, al respeto de los derechos laborales y al rescate de la seguridad social.
Villalta supo atraer el interés de la gente por su muy buena gestión como diputado, demostrándose coherente, honesto y consecuente con lo que dice. El país está cansado del continuismo y del deterioro del Estado social. Villalta y el Frente Amplio representan una alternativa real y muy concreta, y la población, pese a la campaña sucia, parece estar dispuesta a “correr el riesgo” de avanzar hacia un cambio.
Nunca en la historia de Costa Rica, que fundamentalmente es un país conservador y de derecha, se había perfilado la posibilidad real de que la articulación de un movimiento de izquierda pudiese ser gobierno o, de no lograrlo, de colocarse como la principal fuerza de oposición.
OM: ¿Qué es lo que le espera a la población costarricense después del 2 de febrero?
RR: Gane quien gane, el próximo Presidente de la República tendrá un país altamente fragmentado políticamente, y no podrá contar con una mayoría parlamentaria. En este sentido, tendrá que convocar de inmediato a un proceso de concertación nacional para tratar de elaborar una agenda mínima de trabajo.
Araya es un político experimentado y de larga trayectoria, que por cinco mandatos consecutivos estuvo al frente de la municipalidad de la capital, San José. Respaldado por sectores empresariales ligados a la agroexportación, al comercio internacional y a la construcción, Araya asistió, casi sin reaccionar, al acelerado desplome de la amplia ventaja que, hasta el mes de septiembre, tenía sobre sus adversarios políticos.
Para él, ha sido sumamente difícil revertir el fuerte descontento de la población con la decepcionante gestión de los últimos dos gobierno del PLN: el de Óscar Arias (2006-2010) y, sobre todo, el de Laura Chinchilla (2010-2014), la cual aparece en varias encuestas internacionales como la mandataria con el mayor nivel de rechazo en América Latina y el Caribe. Sin embargo, la gran sorpresa de estas elecciones es el joven candidato del partido Frente Amplio.
José María Villalta, de 34 años, abogado, ecologista y diputado por el FA (2010-2014), supo, desde un inicio, captar el interés del electorado, al tiempo que presentaba propuestas claras y concretas. Su principal eje es volver a fortalecer el rol central del Estado, colocando el ser humano al centro de los proyectos sociales y del combate a la pobreza y la desigualdad.
“Entre un candidato oficialista desgastado, que trata de darle tintes más socialdemócratas a un programa conservador y a otro, Otto Guevara, que promueve una aún mayor reducción del Estado y una serie de nuevas privatizaciones, la propuesta de Villalta ha logrado calar en la sociedad, y esto a pesar de la violenta campaña sucia emprendida por los sectores más conservadores del país”, dijo Rotsay Rosales Valladares, politólogo y docente de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, a Opera Mundi.
Para él, independientemente de quién gane el 2 de febrero, el nuevo presidente encontrará un país fuertemente fragmentado políticamente, y tendrá que llamar a una concertación nacional, para poder elaborar una agenda mínima de trabajo.
Opera Mundi: ¿Cómo se ha desarrollado el proceso electoral que culmina este domingo?
Rotsay Rosales: Ha sido un proceso que ha arrancado muy tarde y que, a partir de enero, cuando el Frente Amplio ha iniciado a presentar su propuesta, se ha caracterizado por repetidos ataques de parte del PLN y del MV contra el candidato Villalta, que estos partidos y sectores conservadores de la sociedad costarricense perciben como una amenaza. La campaña sucia ha tratado de posicionar esta nueva fuerza política en el imaginario colectivo como comunista, chavista, sandinista y populista, polarizando aún más el ambiente electoral.
A esta campaña han participado activamente varios poderes fácticos, como, por ejemplo, ciertos sectores de la iglesia y los grandes medios de comunicación colectiva, que han posicionado noticias de manera parcializada a favor de los partidos de derecha y han ocultado la propuesta del Frente Amplio. Sin embargo, la campaña sucia ha tenido también un efecto boomerang, atrayendo la atención de la población, sobre todo de aquellos sectores del abstencionismo duro, que ahora se han sumado a la masa de indecisos, cuyo convencimiento es el principal objetivo de todas las fuerzas políticas en una elección tan cerrada como la que se está perfilando.
OM: ¿Qué peso ha tenido la administración de Laura Chinchilla?
RR: Todas las encuestas presentan a su gobierno como el peor de toda la historia del país, y para el partido oficialista es muy difícil poder aspirar a un tercer período consecutivo. En el imaginario colectivo, existe una percepción muy negativa en cuanto a la caída del empleo, al aumento de la precariedad laboral, a la crisis de la seguridad social, al incremento de la corrupción gubernamental y a una economía que no logra levantarse. En este sentido, las personas tienen interés en conocer más el contenido de los programas de los candidatos, lo cual permite descubrir las diferencias, principalmente a partir de su percepción de la relación Estado-mercado-sociedad.
OM: ¿Cuáles son las características de estos programas?
RR: Las propuestas del PLN y del ML pretenden reforzar y apuntalar el mismo modelo impuesto durante los últimos 25 años, y que fundamentalmente consiste en el Estado como creador y facilitador de oportunidades, para que sean los negocios internacionales y el mercado la dimensión prioritaria del desarrollo del país.
Este objetivo está por encima de la intervención estatal en los asuntos públicos, y se propone reducir ulteriormente su radio de acción, manteniendo el Estado como elemento de contención del descontento de aquellos sectores de la sociedad que no están vinculados con los negocios, ni con la transnacionalización del comercio y la finanza.
En definitiva, un modelo claramente neoliberal, y Otto Guevara, quien presenta por cuarta vez su candidatura presidencial, es el que más impulsa esta visión, mientras que Araya ha tratado de darle matices aparentemente socialdemócrata, pero siempre colocando el mercado por encima del Estado y la sociedad.
Además, el neoliberalismo económico en Costa Rica abriga una agenda de conservadurismo que no es solamente económico, sino también social y cultural, con discurso antagónico ante los avances sociales y los derechos de cuarta y quinta generación.
OM: ¿Cuál es la propuesta alternativa de José María Villalta?
RR: Junto con su partido reivindica un cambio sustantivo, no solo en la gestión inmediata de gobierno, sino en el gobierno-país. Según él, el Estado debe recobrar su capacidad de promoción e intervención, sobre todo hacia los sectores más vulnerables, para revertir las situaciones de desigualdad que han ido creciendo en el país, para reducir la pobreza y la pobreza extrema.
Además, propone una reforma fiscal de tipo progresivo, el incentivo de medidas para la promoción y la protección del pequeño y mediano productor, así como una atención muy particular al tema ambiental y ecológico, al respeto de los derechos laborales y al rescate de la seguridad social.
Villalta supo atraer el interés de la gente por su muy buena gestión como diputado, demostrándose coherente, honesto y consecuente con lo que dice. El país está cansado del continuismo y del deterioro del Estado social. Villalta y el Frente Amplio representan una alternativa real y muy concreta, y la población, pese a la campaña sucia, parece estar dispuesta a “correr el riesgo” de avanzar hacia un cambio.
Nunca en la historia de Costa Rica, que fundamentalmente es un país conservador y de derecha, se había perfilado la posibilidad real de que la articulación de un movimiento de izquierda pudiese ser gobierno o, de no lograrlo, de colocarse como la principal fuerza de oposición.
OM: ¿Qué es lo que le espera a la población costarricense después del 2 de febrero?
RR: Gane quien gane, el próximo Presidente de la República tendrá un país altamente fragmentado políticamente, y no podrá contar con una mayoría parlamentaria. En este sentido, tendrá que convocar de inmediato a un proceso de concertación nacional para tratar de elaborar una agenda mínima de trabajo.
Fuente original : Opera Mundi (portugués)
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