Foto Matej Novak |
El anuncio de la apertura de grandes hoteles con una fuerte demanda de trabajo contrastan con la evolución de los registros de empleo directo generado por el sector turístico, que ha disminuido en los últimos años mientras crecía la propia actividad turística.
Hace pocos días el presidente de la Cámara de Turismo Guanacasteca (CATURGUA), Álvaro Conejo, declaró a los medios de comunicación que los empresarios estaban preocupados por la fuerte demanda de mano de obra que el sector turístico iba a necesitar este año y el que viene, y por el riesgo que no hubiera capacidad suficiente para cubrir esas necesidades [1]. Calculaba que se iban a requerir unos 4.000 nuevos empleos entre recepcionistas, mucamas, personal de cocina y otros trabajos especializados vinculados a la telefonía, aires acondicionados o refrigeración. Al parecer, según el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), está previsto que a finales de 2013 en Guanacaste se abran dos grandes proyectos hoteleros: Vistas del Mar Hotel (58 habitaciones) y Hotel Andaz Papagayo (153). Y que para 2014 lo hagan también el hotel de la cadena balear Meliá Papagayo (379) y Dreams Las Mareas (447), con capital del nicaragüense Grupo Pellas. A esta listado, Álvaro Conejo añadió el hotel Enjoy Group (86) y un hotel Courtyard (360) de la cadena norteamericana Marriot.
A pesar de estas declaraciones entusiastas, la historia reciente del desarrollo turístico nos aconseja tomar con suma prudencia muchas de las proclamaciones sobre nuevas inversiones y proyectos turísticos, y especialmente sus previsiones en cuanto a los beneficios que pueden reportar en ingresos económicos o empleo. En ocasiones este tipo de anuncios forman parte de las estrategias de negociación de estas corporaciones para facilitar la obtención de nuevas prerrogativas por parte del Estado, de acciones de proyección pública interesadas en captar nuevos inversionistas o también formas de allanar el camino para su real implantación frente a potenciales acciones de denuncia. Por todo ello es prudente no hacer cuentas con estos nuevos empleos hasta que su contratación sea real.
La creación de ocupación es uno de los argumentos principales que usa la industria turística para dotarse de una imagen positiva y facilitar sus proyectos. Sin embargo, los movimientos sociales y la literatura científica muestran cada vez con mayor claridad que el mito del turismo como generador de empleo es ciertamente dudoso. Por una parte, a la par que ciertamente se crean determinados empleos, también se destruyen otras actividades y ocupaciones tanto tradicionales, como la agricultura o la pesca, o en el sector turístico vinculadas a la micro, pequeña y mediana empresa, y que también generaban empleo o podrían haber creado más. Por otra parte, se identifica que el empleo en estas grandes inversiones, tanto en su fase de construcción como una vez se encuentran ya operando, es de poca calidad: bajos salarios; temporalidad en la ocupación; inseguridad contractual; externalización creciente de determinadas actividades; recurso a mano de obra inmigrante en condiciones de ilegalidad; elevada siniestralidad laboral (especialmente en la construcción); concentración de empleo local en los puestos de trabajo de las categorías más bajas; indefensión de trabajadores y trabajadoras (con campañas antisindicales, creación de sindicatos pro-patronales, represión y coerción,…). En este último sentido, un informe de la Rel-UITA elaborado en 2008 identificó que en ningún hotel de capital español en Costa Rica había constituido un sindicato [2].
El otro argumento que merece ser revisado es el de la propia ocupación generada. Todo parece indicar que no son tantos como se publicita, y además cada vez son menos. Veamos las cifras oficiales en detalle. Según los datos publicados por Secretaría Técnica del Consejo Centroamericano de Turismo (CCT) del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), en estos últimos años podemos observar una evolución en direcciones opuestas entre, por una parte número de turistas, ingresos generados y número de habitaciones, que tras los primeros efectos de la crisis económica internacional, entre 2008 y 2010, han vuelto a crecer, y el empleo directo generado que, contrariamente, decrece. Podemos observar los datos en la siguiente tabla:
La caída del empleo directo registrado se podría aducir tal vez al cambio en la fuente de registro utilizado. Hasta el año 2008 se estuvo usando Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiple (EHPM, INEC) y desde 2009 se empleó Nueva Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO, INEC). Sin embargo encontramos caídas en el empleo entre 2007 y 2008 y entre 2010 y 2011, con la misma fuente respectivamente. Las caídas de empleo registradas son más significativas cuando en 2010 y 2011 se observa ya una clara recuperación de la actividad turística, tanto en términos de número de turistas, como de ingresos generados o de habitaciones disponibles.
Esta tendencia a la caída del empleo a medida que el destino turístico se hace más maduro coincide con lo descrito por el economista Pável Isa Contreras para la República Dominicana que, con datos procedentes del Banco Central de ese país, identificó una clara evolución declinante en la generación de empleo directo e indirecto por habitación entre los años 1993 y 2007 [3].
¿Cómo explicar esta disimetría entre el empleo y los otros indicadores turísticos? No tenemos aún una explicación, pero podemos trabajar con dos hipótesis. Una explicación posible es que menos trabajadores estén haciendo más trabajo. Otra es que estén aumentando las contrataciones de forma externalizada y que los posibles puestos de trabajo generados no se registren como empleos directos de este sector. La externalización en el sector hotelero ha sido identificada por el movimiento sindical latinoamericano en el sector hotelero, organizado a través de la Rel-UITA, como una de las mayores agresiones que están sufriendo los trabajadores y trabajadoras en la hotelería. En cualquiera de las dos hipótesis, por otra parte no contradictorias entre sí, lo que estaríamos viendo es un deterioro de las condiciones laborales en el sector turístico. Ante esto deberíamos preguntarnos si a medida que en un destino turístico incrementa la concentración de la oferta en iniciativas de gran capital el empleo disminuye y/o pierde calidad.
La investigación académica en el ámbito turístico debería estar más preocupada por plantear y resolver este tipo de cuestiones, relevantes para el bienestar de grandes mayorías, y no tanto en legitimar los intereses de las grandes corporaciones de la industria turística. Y el empleo es realmente una cuestión mayor sobre el que no se pueden seguir repitiendo los tópicos de los voceros del capital turístico.
Notas:
[1] Marvin Barquero y Carlos Edo Vargas, “Nuevos hoteles generarán 4.000 empleos en Guanacaste entre este año y el 2016”, La Nación, 28/03/2013.
[2] Enildo Iglesias (2008). Las cadenas hoteleras españolas en América Latina y las libertades sindicales. Rel-UITA, Montevideo.
[3] Pável Isa Contreras (2011). “Expansión y agotamiento del modelo turístico dominicano. El turismo en los informes de desarrollo humano en la República Dominicana”, en Macià Blàzquez y Ernest Cañada (ed.), Turismo placebo. Editorial Enlace, Managua, p. 20.
Notas:
[1] Marvin Barquero y Carlos Edo Vargas, “Nuevos hoteles generarán 4.000 empleos en Guanacaste entre este año y el 2016”, La Nación, 28/03/2013.
[2] Enildo Iglesias (2008). Las cadenas hoteleras españolas en América Latina y las libertades sindicales. Rel-UITA, Montevideo.
[3] Pável Isa Contreras (2011). “Expansión y agotamiento del modelo turístico dominicano. El turismo en los informes de desarrollo humano en la República Dominicana”, en Macià Blàzquez y Ernest Cañada (ed.), Turismo placebo. Editorial Enlace, Managua, p. 20.
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