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Por César Villalona | Verdad Digital
En 1981, la dictadura militar que gobernaba en Chile liquidó el sistema público de pensiones y le abrió paso a las AFP, negocios privados que se lucran del ahorro de 10 millones de trabajadores y trabajadoras que cotizan cada mes el 10% de sus salarios.
El sistema chileno se vendió en el mundo como el modelo a seguir. En El Salvador se creó uno parecido en 1998, cuando surgieron las AFP. Sin embargo, e experimento chileno está llegando a su fin. Más de un millón de personas marcharon en ese país el 21 de agosto contra las seis AFP que administran su dinero y en favor de un sistema público solidario.
En el sistema chileno, todo el dinero que administran las AFP proviene de las cotizaciones de la gente que trabaja, pues los patronos no hacen ninguna aportación. Se calcula que las AFP administran 170,000 millones de dólares, lo que da un promedio de 17,000 dólares por persona cotizante, monto que solo alcanza para que una persona reciba una pensión promedio de 382 dólares durante tres años y ocho meses.
La pensión promedio en Chile es incluso inferior al salario mínimo, que es de 409 dólares al mes. Y es muy inferior al 70% del último salario (tasa de remplazo) que recibe la gente antes de jubilarse, que fue lo que se prometió con el sistema privado. La tasa de remplazo oscila entre 57% y 37%, según sea el ingreso de la persona que cotiza. Pero lo peor es que el 90.75% de la población jubilada recibe pensiones inferiores a 233 dólares al mes, que no alcanzan ni para comer.
Per las AFP han sido un buen negocio para sus dueños, que se apropian cada día de 2.3 millones de dólares en concepto de comisión, o sea, casi 840 millones de dólares al año. Solo entre 2014 y 2016 esas empresas elevaron sus ganancias en un 70%. Y si por alguna razón tuvieran pérdidas, no le retribuyen nada a la gente que cotiza.
Las AFP también han beneficiado a muchas grandes empresas, a las cuales les han dado un financiamiento tan barato que no le genera rendimientos a los fondos de la población cotizante.
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quiere reformar el sistema de pensiones pero no ha sometido ningún proyecto de ley para tal fin. Bachelet sugiere poner una aportación patronal equivalente al 5% de los salarios y obligar a las AFP a devolver las comisiones si tienen pérdidas. Pero el pueblo chileno no quiere reformas, sino que desaparezcan las AFP.
La prensa de derecha en El Salvador no informa sobre lo que ocurre en Chile. También guardan silencio los dirigentes de ARENA, de la ANEP y de FUSADES, que durante años exaltaron el famoso “modelo chileno” que hoy se derrumba.
Pero el pueblo salvadoreño, y sobre todo la población que cotiza en las AFP, sabe que algo anda mal en Chile y que en nuestro país pueden ocurrir cosas peores si la oposición sigue bloqueando la reforma al sistema de pensiones, el cual solo ha beneficiado a los dueños de las AFP y de las empresas de seguro.
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