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El año 2013 casi finaliza
y es oportuno esbozar una mirada de conjunto a
cerca de los dinamismos que han marcado la realidad nacional
salvadoreña a lo largo del mismo. Quizás, de manera general, se puede
caracterizar el 2013 como un año sumamente dinámico, un año el que
distintos ámbitos del país se han visto atravesados por tensiones que
han puesto de manifiesto la necesidad de repensar El Salvador en materia
constitucional e institucional.
Buena parte de las tensiones referidas tuvieron su foco en el Órgano
Judicial y, más en concreto, en la Corte Suprema de Justicia, una de
cuyas salas –la de lo Constitucional— ha tensionado el sistema político,
con un ejercicio jurisdiccional que tendió a vulnerar las atribuciones
de los otros dos Órganos del Estado, especialmente de la Asamblea
Legislativa.
Este capítulo de tensiones no se ha cerrado, pues –por decisión de cuatro magistrados de Sala de lo Constitucional— la Corte Suprema de Justicia no tiene presidente titular y nadie puede asegurar que su nombramiento, en 2014, estará exento de polémica y conflictos.
Asimismo, la misma Sala ha admitido demandas en contra de las candidaturas de Salvador Sánchez Cerén (FMLN) y Elías Antonio Saca (UNIDAD), acerca de la cuales –tal como lo ha manifestado uno de los magistrados— sólo habrá un pronunciamiento después de las elecciones.
Esto último anuncia –desde ya— un conflicto jurídico-político sin precedentes. Y es que si los cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional decidieran que las candidaturas de ambos políticos no proceden lo harían con un resultado electoral ya finiquitado, lo cual implicaría que ni Sánchez Cerén ni Saca serían en ese momento “candidatos”.
La retroactividad de la decisión no tendría ningún sentido, en tanto que se trataría de dos realidades absolutamente distintas en un momento y en el otro. Si, por ejemplo, Sánchez Cerén resulta ganador de los comicios, su condición sería la de presidente electo, y no la de un “candidato a la presidencia”. Lo cual quiere decir que adversar su candidatura a esas alturas sería ilógico, irracional y peligroso, además de costoso en términos económicos y políticos.
Los cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional, pues, deben meditar bien sobre el alcance de sus decisiones.
Definitivamente, no pueden ir en contra de la voluntad del pueblo salvadoreño, el único soberano. Ni siquiera se les debería ocurrir semejante posibilidad, que de materializarse generaría un conflicto socio-político de envergadura.
No pueden alegar, como hizo uno de ellos en declaraciones a la prensa, que lo suyo no es atender a las consecuencias políticas de sus actos. Tienen la obligación de medir esas consecuencias, ya que la Sala de lo Constitucional no es una isla que flote en el vacío o por encima de todo.
Como quiera que sea, el año 2014 anuncia nubarrones en el ámbito jurídico político, los cuales sólo podrán disiparse –mientras no haya un serio debate sobre las esferas de influencia y las atribuciones reales de los poderes del Estado, lo cual podría dar pie a un replanteamiento constitucional e institucional— con una necesaria dosis de prudencia y buen juicio por parte de los actores involucrados en tan delicado asunto.
La dinámica electoral, por su parte, marcó el año 2013 prácticamente desde sus inicios. Se ha tratado de una campaña sumamente desigual entre las fuerzas políticas contendientes, y sus respectivos candidatos. Y es que desde el cierre de 2012, el FMLN y su candidato a la presidencia de la República, Salvador Sánchez Cerén, comenzaron a posicionarse políticamente a partir de elaboraciones teóricas y programáticas que a lo largo de 2013 alcanzaron su mejor formulación en libros y documentos que se convirtieron en parte del debate público.
Entre tanto, ARENA asumió una postura defensiva no sólo ante el FMLN, sino ante GANA y UNIDAD, que poco a poco se convirtieron en los principales rivales, una vez que Elías Antonio Saca irrumpió como figura presidenciable de esa “alianza” política.
Las debilidades de ARENA para librar una batalla en dos frentes han sido evidentes. Buena parte de los esfuerzos del partido y de su candidato, Norman Quijano, se invirtieron en impedir que GANA-UNIDAD (y su candidato Saca) se posicionara como principal rival del FMLN (y de Salvador Sánchez) en la contienda electoral. Con dificultades, es posible que lo hayan logrado, pero mientras eso sucedía Sánchez Cerén y su compañero de fórmula, Oscar Ortiz, tuvieron tiempo para ser los protagonistas de la mejor campaña que el FMLN pudo haber realizado desde que se convirtió en partido político.
Para colmo, a la crisis institucional de ARENA surgida después de la derrota electoral de 2009, se añadieron fuertes acusaciones de corrupción en la gestión del ex presidente Francisco Flores, él mismo sospechoso de haber malversado 10 millones de dólares. La respuesta del partido ante esas acusaciones no fue la mejor. Y amplios sectores ciudadanos, incluidos sectores de derecha, han perdido la confianza en un instituto político que los ha defraudado.
Hay quienes leen muchas de las decisiones de la Sala de lo
Constitucional como un esfuerzo por apuntalar, desde esa instancia
judicial, a una derecha política severamente deteriorada en el plano
institucional y social.
Esta hipótesis requiere ser explorada, porque de ser cierta estaría
dando fuerza a la tesis que sostiene que desde la Sala mencionada se
está fraguando una estrategia para impedir que el FMLN pueda gobernar
por cinco años más.
En fin, el año 2014 tendrá inevitables hilos de continuidad con el 2013.
Cabe esperar que esas continuidades sean un cauce para trazar la senda
de un mejor El Salvador.
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