lunes, 23 de marzo de 2020

ACNUR miente sobre Nicaragua

Un reporte estándar al estilo de Occidente

Por Stephen Sefton | Tortilla con Sal


El 10 de marzo de este año, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reportó de manera totalmente falsa que 77.000 nicaragüenses actualmente buscan el estatus de refugiados en Costa Rica. Esa afirmación es una mentira descarada.

A pesar del oportunismo mercenario del gobierno costarricense, que ha recibido más de 600 millones de dólares para ayudar a los supuestos refugiados políticos de Nicaragua, las propias estadísticas de migración de Costa Rica reportan una situación muy diferente.


A finales de 2017, las estadísticas de migración de Costa Rica calculan el número de nicaragüenses que ya residen en el país en 339,495. La migración neta a Costa Rica desde Nicaragua para 2018 y 2019 añadió otros 33,254. Las y los nicaragüenses que entran en Costa Rica sin documentos no figuran en las estadísticas migratorias del país. Los nicaragüenses que solicitan asilo político sí lo hacen. Así que el ACNUR no puede tergiversar su falso reporte por alegar que se trata de emigrantes nicaragüenses indocumentados.

Un reciente informe del gobierno costarricense indica que a finales de 2019 alrededor de 31500 nicaragüenses estaban solicitando asilo. Si bien se dispone de algunos datos sobre el número de solicitudes de asilo concedidas a nicaragüenses, solo 6 de 23.063 en 2018, los datos correspondientes a 2019 están incompletos, aunque el medio de comunicación antigubernamental nicaragüense La Prensa informó de que hasta mayo de 2019 se habían aprobado 18 solicitudes de asilo. El número de solicitudes denegadas también parece no estar disponible. Por lo tanto, es difícil hacer un cuadro completo hasta la fecha.

Aun así, en base a los datos oficiales y públicos disponibles, el ACNUR no tiene ningún fundamento, salvo quizás la falsa propaganda del la oposición golpista nicaragüense, para presentar a Nicaragua como un país del que decenas de miles de personas han huido a Costa Rica para escapar de la persecución política violenta. Las propias estadísticas de migración de Costa Rica confirman la realidad tergiversada por el ACNUR y confirman el contexto histórico de larga data de la migración económica entre Nicaragua y Costa Rica. Asimismo, el propio Gobierno de Costa Rica ha reconocido que la mayoría de los nicaragüenses que solicitan asilo lo hacen por razones económicas.

Las estadísticas oficiales muestran que en realidad la migración de Nicaragua a Costa Rica disminuyó durante y después del período del violento y fallido intento de golpe de Estado en Nicaragua en 2018. En cambio, si las afirmaciones de la oposición sobre la represión masiva eran ciertas, debería haber aumentado. Los datos de Costa Rica sobre las solicitudes de asilo concedidas también demuestran que las acusaciones de persecución por parte de los activistas de la oposición son falsas. Durante el año 2018, las autoridades costarricenses aprobaron sólo 6 solicitudes de los 23.062 nicaragüenses que solicitaron a las autoridades costarricenses la condición de refugiados. En cambio, ese mismo año Costa Rica aprobó 107 de las 1066 solicitudes de refugio que recibió de parte de ciudadanos salvadoreños.

La razón por la que las autoridades de inmigración de Costa Rica concedieron menos del 1% de todas esas 23.062 solicitudes de asilo de nicaragüenses en 2018 es que la abrumadora mayoría de esas solicitudes eran falsas. Costa Rica concedió un número considerablemente mayor de solicitudes de asilo a salvadoreños porque, después del fin de la crisis política entre abril y julio 2018 en Nicaragua, la situación en El Salvador era incomparablemente más peligrosa. De hecho, la gran mayoría de los activistas de la oposición huyeron de Nicaragua, lo hicieron porque temían ser detenidos por los serios crímenes que cometieron durante el violento intento fallido de golpe de Estado de 2018.

Además del falso informe del ACNUR sobre la situación de los nicaragüenses en Costa Rica, un reportaje verdadero  por el veterano periodista sueco Dick Emanuelsson también ha puesto de manifiesto la duplicidad del ACNUR con respecto a los activistas de la oposición nicaragüense en Honduras. Allí, Emanuelsson entrevistó al representante del ACNUR, quien negó rotundamente que el ACNUR participaba en el establecimiento de infraestructura para los miembros de la oposición política de Nicaragua a lo largo de la frontera hondureña con Nicaragua. Sin embargo, en el mismo reportaje, Emanuelsson cita al representante de una organización local contraparte del ACNUR que trabaja en la frontera hondureña con Nicaragua, quien admitió haber organizado exactamente ese tipo de refugio y apoyo.

Este nivel de duplicidad ha llegado a ser rutinario para las organizaciones e instituciones cooptadas de una forma u otra por la financiación corporativa o la intervención gubernamental de Occidente. Los ejemplos de cómo el ACNUR en Costa Rica y Honduras trata de perjudicar al gobierno sandinista de Nicaragua, si bien no son nada nuevo, no por ello son menos escandalosos y perturbadores. El punto fundamental es que ningún reportero genuino que hace su trabajo de la manera debida y compruebe su información de buena fe, puede confiar en la flagrante desinformación difundida por instituciones como el ACNUR u organismos similares como las diversas misiones de la Organización de los Estados Americanos.

La mayoría de las personas de América del Norte y Europa siguen confiando en las instituciones internacionales de derechos humanos y humanitarias a pesar de su ya demostrada incapacidad crónica para informar de manera justa y correcta. Esto ha sido así desde hace mucho tiempo en el caso de las ONG de derechos humanos como Amnistía Internacional, la Federación Internacional de Derechos Humanos y Human Rights Watch. Pero también se han producido tergiversaciones y omisiones atroces en la presentación de informes de muchas instituciones multilaterales. Han sido cooptadas por los gobiernos occidentales para manipular las crisis en todo el mundo, desde Siria a Ucrania, o de Malí a Venezuela. La manipulación cínica de los datos y los acontecimientos se ha convertido en la norma en vez de la excepción.

En América Latina, los acontecimientos del último decenio han demostrado categóricamente el colapso de la integridad institucional e independencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Esto ha sido especialmente cierto en lo que respecta al doble rasero aplicado, por ejemplo, en la presentación de informes sobre Bolivia antes, durante y después del golpe militar, sobre Cuba, Venezuela y Nicaragua y las normas de presentación aplicadas de manera bastante diferente a países como Haití, Honduras, Colombia, Ecuador y Chile.

En los países con gobiernos progresistas, las falsedades de la oposición de la derecha se consideran, por lo general, como una verdad incuestionable. Pero en los países dominados por la derecha, las reivindicaciones legítimas de la oposición progresista se someten a un escrutinio meticuloso, generalmente de mala fe y a menudo abiertamente desdeñoso. Aún así, prácticamente todos los medios de comunicación occidentales siempre publican tal información sin cuestionar. Lo hacen porque desde hace mucho tiempo dejaron de informar sobre noticias genuinas para actuar como agentes de la guerra psicológica imperialista.

La información sobre la tergiversación de la situación de los nicaragüenses en Costa Rica por parte del ACNUR lo confirma una vez más. En el caso de Nicaragua, la comprobación de los hechos básicos demuestra que la afirmación del ACNUR de una crisis humanitaria muy grave de los refugiados nicaragüenses en Costa Rica es una mentira. La única crisis grave en Costa Rica que involucra a los emigrantes de Nicaragua es la crisis de integridad en el ACNUR. 


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