lunes, 7 de agosto de 2017

Ataque armado al Fuerte Paramacay: análisis y contexto

Por Misión Verdad

Según el comunicado de la FANB, el ataque paramilitar fue ejecutado "por un grupo de delincuentes civiles portando prendas militares y un primer Teniente en situación de deserción". Fueron detenidos ocho de los atacantes.

Quien lideró la ofensiva paramilitar fue el ex oficial de la GNB Juan Carlos Caguaripano, quien en 2014 se pronunció públicamente a favor del plan insurreccional llamado "La Salida" (desde CNN) y además estuvo presuntamente involucrado en una conspiración golpista contra el presidente Nicolás Maduro, por lo que fue solicitado por la justicia venezolana.


Este ataque tuvo por nombre "Operación David", donde se usaron armas de fuego y explosivos suministrados por el prófugo Caguaripano, según información del periodista opositor Javier Mayorca.

Por su parte, la FANB confirmó que hubo un robo en su arsenal de armas en el Fuerte Paramacay durante los hechos. Otro periodista opositor, Román Camacho, especificó el armamento pesado robado por los mercenarios.

Asimismo se sabe que hubo dos muertos por parte de los mercenarios, luego de que el herido retenido, mencionado por Villegas Poljak, muriera en el hospital.

En horas de la mañana salió un video donde se expresa Caguaripano junto a gente uniformada y fuertemente armada, en el que califica al ataque paramilitar de "acción cívica militar", y que con ello, "a partir de hoy vive la libertad y muere la tiranía".

La operación paramilitar fue neutralizada con éxito en pocas horas. Así lo confirmó el Comandante del Ejército Jesús Suárez Chourio, jefe de la REDI Central, desde el mismísimo Fuerte Paramacay en Valencia, estado Carabobo.

Tratamiento internacional en trono al hecho

Esta operación con ribetes de falsa bandera (pues intenta simular un "alzamiento militar"), no sólo ha servido para que la mediática transnacional imponga una narrativa con coordenadas simbólicas similares a la de "los rebeldes sirios o libios" (fachadas mercenarias de Al Qaeda y el Estado Islámico que han destruido a estas dos naciones), al mismo tiempo legitima y aumenta el alcance del hecho colocándolo como una respuesta, casi espontánea y sobre todo "razonable", a la Asamblea Nacional Constituyente.

Por ende la mediática internacional ha insistido en blanquear la información alegando que hubo una "rebelión militar", otorgándole respaldo y promoción.

Igualmente lo replica El País de España, calificando la acción de "alzamiento militar". Otros medios se han plegado a estas versiones, que sabemos son falsas debido al involucramiento de civiles mercenarios disfrazados con prendas militares.

Sin embargo, la reacción más importante hasta los momentos provino del senador estadounidense Marco Rubio, quien defendió el ataque a la base militar e incluso respondió al ahora constituyentista Diosdado Cabello luego de que éste lo acusara de apoyar a los terroristas venezolanos.

Cabe mencionar que es el mismo Rubio quien había prometido a finales de junio de este año mayor financiamiento a la facción de la oposición armada en el marco de las protestas violentas contra el Gobierno Bolivariano, y es partidario de una agresiva política de sanciones estadounidenses contra Venezuela.

Relacionado a esto, Marco Rubio está financiado por corporaciones armadas, fondos israelíes y compañías petroleras como ExxonMobil. Los intereses en el suelo y subsuelo venezolano están plenamente expresados en la política del senador gringo contra el país.

Por ello, y al parecer, Rubio y muchos otros esperaban acciones de este tipo que pudieran desestabilizar el panorama político venezolano con la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente.


La ofensiva mercenaria estaba anunciada

Los ataques contra instalaciones militares en Venezuela vienen siendo utilizados como táctica armada y de terror por parte del antichavismo armado. No es la primera vez que sucede una acción de este tipo: anteriormente se han registrado ataques armados contra la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda (La Carlota) y alcabalas de Fuerte Tiuna en Caracas.

La "Operación David", por ende, surge en un momento en el que la oposición venezolana pierde cada vez mayor capacidad de movilización en la calle y fuerza política por las primeras decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente, siendo superada por la vanguardia violenta y armada que ha protagonizado no sólo ataques contra bases militares, sino también contra hospitales, escuelas y sedes institucionales y gubernamentales.

Distintos analistas internacionales y tanques de pensamiento conectados con los centros de poder hegemónicos de Estados Unidos y Europa, como el International Crisis Group y David Smilde (columnista del New York Times) han venido dándole forma y legitimidad a un posible conflicto armado gestionado por actores locales y externos a Venezuela, sumamente interesados en la destrucción del país como vía expedita para el saqueo de las corporaciones.

Smilde escribió recientemente que con la asunción de un gobierno paralelo de la MUD, la oposición venezolana podría recibir financiamiento externo directo, específicamente de EEUU, para recibir armas. Con ello insurgiría violentamente si el escenario así lo prevé, y Smilde culpa al Gobierno Bolivariano de tal iniciativa.

Por otro lado, el analista Phil Gunson de Crisis Group escribió que el ala radical de la oposición está frustrada porque la "lucha pacífica" no da resultados y "podría optar por la vía armada" para derrocar al chavismo del poder.

Lo que habla de un anunciado blanqueo desde medios y organizaciones con bastante influencia en el espectro internacional de la violencia por parte de la oposición.

Por otro lado, el ya citado periodista opositor Javier Mayorca había anunciado en horas de la madrugada vía Twitter, también y específicamente, este ataque paramilitar disfrazado de "rebelión militar". Estos anuncios, a lo interno e internacionalmente, dan mucho qué pensar para el análisis.

Lo que podría profundizarse a partir de hoy

El centro de la "Operación David" consiste en imponer una narrativa de ingobernabilidad y fractura en el estamento militar venezolano, para saldar por esa vía los fracasos del antichavismo y del gobierno estadounidense que esperaban quebrar la unión cívico-militar, bandera propia del chavismo.

Medios como CNN en Español han utilizado esta operación armada para proyectar un nuevo ciclo de violencia en las calles de Venezuela.

A la luz del ataque armado de Oscar Pérez sobre la sedes del TSJ y el Ministerio de Interior, Justicia y Paz en Caracas, y la violencia armada en estados andinos, fronterizos con Colombia, el pasado 30 de julio (día de la elección constituyente), el conflicto parece que marca una deriva hacia la creación, entrenamiento y financiación de grupos mercenarios cada vez más profesionalizados en aplicar tácticas de sabotaje y guerra social contra el país, negando cualquier vía de resolución política del conflicto y abriendo las gritas para legitimar, local e internacionalmente, liderazgos políticos armados. Plan que en su momento fue ejecutado en Siria y Libia para promover intervenciones militares de EEUU y la OTAN.

Por último y para recalcar, este atentado en Valencia tiene un precedente importante de reseñar: desde antes del 30 de julio, EEUU asedia a Venezuela a diario a través de comunicados y chantajes a sus "aliados", presionando por una salida violenta al conflicto venezolano.

En ese marco la beligerancia del gobierno de Juan Manuel Santos también debe observarse sin ingenuidad, ya que Colombia es un enorme mercado de armas y mercenarios del cual pueden echar mano para amplificar operaciones similares en suelo venezolano.

Rex Tillerson, Secretario de Estado y ex CEO de ExxonMobil, afirmó el 3 de agosto que "había que generar las condiciones para retornar a Venezuela a su Constitución", dejando entrever que todas las medidas de fuerza (incluyendo la guerra sucia por parte de un ejército privado transnacional) están sobre la mesa para derrocar al chavismo del poder. El ataque al Fuerte Paramacay confirma que esa estrategia armada está caminando, con financiamiento y respaldo internacional, sobrepasando a los actores políticos locales de la oposición e imponiendo la vía del conflicto armado como única ruta para prolongar el asedio contra el país.


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