Foto G.Trucchi | Opera Mundi |
Por Giorgio Trucchi - Opera Mundi
Para ellos, en el país hubo “un ocultamiento premeditado de la realidad” para convencer a las nuevas generaciones de que nunca existió una resistencia popular.
“Honduras no
tiene memoria y vivimos como en un vacío. La gente no se identifica, no
consigue reconocerse, no tiene referentes. Su historia verdadera de lucha y de
valor, poco a poco e inexorablemente, se
va perdiendo”, dice preocupada Blanca Ochoa a Opera Mundi.
“Es algo que viene de muy lejos. Luis
trabajaba con niños y niñas de los barrios más pobres de Tegucigalpa y yo lo
visitaba porque quería conocer esta experiencia. No teníamos nada para poder
filmar, ni para documentar este estupendo trabajo. Siempre le decía: ‘¡Qué no
daría para poder tener una cámara de vídeo y construir memoria de todo este
trabajo!’ Pero nunca perdimos la esperanza”, recuerda la cineasta.
Luego vino el teatro experimental, el
compromiso con los movimientos sociales y populares, las luchas contra el
modelo neoliberal - que entró en Honduras como un huracán, devastando el tejido
social y mercantilizando los bienes comunes y las relaciones sociales. Durante
años, cada quien buscó su camino personal dentro y fuera de Honduras, pero siempre
manteniendo este hilo invisible, este sueño de construir memoria colectiva y garantizar su transmisión a las
generaciones futuras.
“Cuando se habla de nuestro país, solamente se
piensa en la Honduras patio trasero
de los gringos; a la Honduras servil a los proyectos hegemónicos de la región. Han
llegado al punto de instrumentalizar a nuestros próceres, ocultando, por
ejemplo, el proyecto unionista e integrador de Francisco Morazán. Sin embargo,
aquí ha habido personas que hasta han ofrendado su vida luchando contra el
modelo hegemónico. Queremos rescatar su historia, su pensamiento, porque su
lucha es parte de nosotros, nos da identidad y un camino por recorrer”, explicó
Méndez.
El
proyecto
La principal herramienta del proyecto independiente
de reconstrucción de memoria histórica es el audiovisual. El objetivo es
recoger los testimonios de aquellos “héroes anónimos” que han sido
invisibilizados por los grandes medios de comunicación corporativos, y que han
vivido los momentos fúlgidos de la lucha política y social de Honduras.
La histórica huelga bananera de 1954, que en
pocos días encendió el país y que marcó la ruta futura del movimiento popular,
obrero y campesino hondureño; la lucha contra las dictaduras militares de los
años 60 y 70, contra la intervención norteamericana; las desapariciones y los
asesinatos políticos de los 80, hasta llegar a la ola neoliberal que asoló al
país, las luchas en defensa de los territorios y los bienes comunes, y el golpe
de estado que, en 2009, derrocó al presidente Zelaya, generando una reacción
inesperada de rechazo popular.
Algunos de ellos ya aceptaron ser
entrevistados públicamente, otros hablarán de los compañeros que quedaron en el
camino, como el padre Guadalupe Carney, defensor del campesinado hondureño.
Algunos prefieren mantener el anonimato, preservando su seguridad y la de sus
familiares. La creciente militarización como estrategia para combatir la ola de
violencia que azotó el país después del golpe, convirtiéndolo en uno de los
lugares más peligrosos del planeta y con la tasa más alta de homicidios a nivel
mundial, obliga a tomar medidas de precaución.
“Cuando fuimos a buscar imágenes y sonidos de
muchas de estas etapas de nuestra historia, nos dimos cuenta que no había nada,
que todo se había perdido. Desde los medios alternativos tenemos que pasar a la
ofensiva, recuperando las historias reales de quienes han vivido y luchado en
su propia tierra y a la par de hermanos y hermanas centroamericanas. Vamos a
buscar sus voces, sus rostros, sus aportes políticos y teóricos, sus sueños,
sus desaciertos y dolores guardados. Vamos a recorrer nuevamente estos caminos
ya andados, reconstruyendo historias”, agregó el coordinador de la Escuela de
Formación Política.
Para Blanca Ochoa es muy claro: este arduo
trabajo de reconstrucción, a través de las imágenes y las voces de estos héroes
anónimos, de los momentos más crudos de Honduras, debe tener un fuerte componente
de interactividad.
“Sin memoria histórica se cae en la vaciedad
de referentes y en la posibilidad de que los proyectos hegemónicos de consumo y
de transformación, así como los falsos referentes de una supuesta democracia,
se afirmen entre los jóvenes. Rescatar las imágenes de estas personas
maravillosas nos permite reconocernos en ellas, contrarrestando la falsa
identidad y la falta de conciencia que quieren imponernos. Estamos en medio de
una guerra mediática y tenemos que luchar por una conciencia histórica y
colectiva, para que las nuevas generaciones se motiven, se alimenten de ella, participando
activamente y convirtiéndose en el futuro de este país”, dijo la egresada de la
Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba.
Internacionalización
del olvido
Para Méndez, en Honduras hubo “un ocultamiento
premeditado de la realidad”, con el cual se ha pretendido convencer a las
nuevas generaciones, de que en este país nunca existió una oposición firme al
modelo depredador vigente.
“En Honduras no hay conciencia de hacer patria
y nuestro territorio siempre ha servido de plataforma para los intereses
estratégicos norteamericanos. Han pretendido homologarnos, desapareciendo las
culturas originarias, abandonándonos en un limbo. La oligarquía local y el
imperialismo siguen manipulando la realidad, conspirando con los intereses
transnacionales. Para ellos no existimos, somos un simple pase sobre este
planeta, sin dejar huellas. Se nutren de nuestra cultura originaria, segregan a
los pueblos indígenas y negros, los reprimen, los excluyen, los discriminan y
los convierten en folclor, artesanía y mercancía. Nos roban la vida”, sentenció
Ochoa.
Si bien la batalla contra “un monstruo tan
poderoso” parece destinada a la derrota, Méndez advierte que no todo está
perdido. “Nuestro aporte es algo pequeño, pero es lleno de significados y
valores. Lo vamos a entrelazar con otras experiencias y proyectos de
recuperación de la memoria, de dignificación de nuestra cultura y vivencia, de
indignación ante el despojo. Vamos hacia una batalla contracultural, porque es
algo por el cual vale la pena pelear”, aseguró.
También para Blanca, este compromiso con la
memoria ya se ha convertido en un proyecto de vida que la ha marcado y que
ahora se renueva. “Vamos a aprovechar y a empoderarnos de esa misma tecnología
que usan para tratar de desaparecernos; la vamos a hacer nuestra y a usar para
que las nuevas generaciones sean el semillero para genera cambios”, concluyó.
Fuente original: Opera Mundi (portugués)
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