© Fotos G. Trucchi | LINyM |
Allan García sobrevivió al mortal ataque durante la protesta
contra proyecto hidroeléctrico Agua Zarca
Por Giorgio Trucchi | LINyM
Allan tiene
17 años, habla en voz baja, mirando hacia el suelo, tocando con la punta de sus
dedos la inmensa cicatriz que le cruza el pecho. El pasado 15 de julio, se
dirigió hacia el plantel del proyecto
hidroeléctrico “Agua Zarca” junto a su padre, el dirigente indígena Tomás
García, y a centenares de pobladores de las comunidades lenca de Río Blanco.
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El objetivo
de la movilización era continuar con la protesta con la que desde hace más de 130
días mantienen bloqueada la vía que conduce al sagrado río Gualcarque, exigiendo
contemporáneamente la salida inmediata de la zona de las empresas Desa y Sinohydro, de capital hondureño y chino respectivamente.
“Nos
reconcentramos cerca del viejo roble, donde la comunidad de La Tejera mantiene
una toma indefinida de la carretera, y de ahí salimos hacia el plantel de la
empresa. Estábamos casi llegando al portón principal cuando los militares
comenzaron a disparar al aire”, recuerda el joven Allan García.
Tomás y su hijo
fueron entre los primeros en llegar. “Un militar salió del portón y vino hacia
nosotros. Primero le disparó a los pies a mi papá, como para asustarlo, y
después se acercó más y le hizo varios disparos a quemarropa, no sabría decir
cuántos, y lo mató”, dijo.
La brutalidad
militar no se detuvo. Mientras Tomás García se desplomaba sin vida, el militar
apuntó a Allan con su arma de grueso
calibre y disparó. “Miré a mi papá caer al suelo y al militar apuntarme con su
arma. Agarré mi machete pero no me sirvió de nada, y sólo sentí el balazo en
el cuerpo”, rememora muy angustiado.
Pero Allan
tuvo suerte. Al momento de disparar, el militar se tropezó con el cuerpo del
dirigente indígena lenca y la primera bala agarró al joven de refilón,
abriéndole una gran herida en el pecho y en el brazo derecho.
“Me tiré al suelo y el militar me hizo otros dos disparos que impactaron en mi espalda, pero logré levantarme y escapar. Es mentira que nosotros llegamos disparando, porque sólo andábamos nuestros machetes. Fueron los militares los asesinos”, dijo Allan entre sollozos.
Según él, su papá murió por una lucha justa y defendiendo sus
principios. “Hay gente que ha traicionado la lucha, pero nosotros seguimos
adelante. Mi papá era miembro
del Consejo Indígena y Auxiliar de la comunidad. Defendía estas tierras y su
muerte va a servir de mucho”, concluyó.
En su más
reciente comunicado, el Copinh (Consejo Cívico de Organizaciones Populares
e Indígenas de Honduras) asegura que este brutal asesinato sería parte de una
campaña de criminalización y judicialización de la lucha contra el proyecto Agua Zarca y a favor
de la defensa del territorio y los recursos naturales.
En este momento ya hay
decenas de pobladores y activistas acusados en los juzgados y hasta con mandato
de captura. Como
parte de esta estrategia, el Fiscal Henry Alexander Pineda presentó requerimiento fiscal en el
Juzgado 1ro. de Letras de Intibucá contra los dirigentes del Copinh, Bertha
Cáceres, Aureliano Molina y Tomás Gómez, y el 14 de agosto se realizará la
Audiencia de Declaración de Imputados.
El Copinh hizo un llamado al movimiento social y a las diversas luchas territoriales "a continuar construyendo ejercicios de soberanías territoriales y levantamientos contra los proyectos de saqueo y de violencia". Además, pidió al movimiento de solidaridad realizar distintas acciones a nivel nacional e internacional, incluyendo el envío de cartas al Gobierno Central, a la Corte Suprema, a la Comisión Interventora del Ministerio Público, al Congreso Nacional, entre otros.
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