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Por Claudia Korol | LINyM | teleSUR
El pueblo de Venezuela salió este miércoles a acompañar a su Presidente. Una ingente marea roja desbordó el recorrido de la carroza que transportó al Mandatario, quien durante tres días estará en Capilla Ardiente en la Academia Militar lugar en el que los ciudadanos le darán el último adiós.
"Hugo Chávez era querido por millones de personas en todo el mundo. Cambió el curso de un continente y lideró un despertar colectivo de pueblos antes silenciados, explotados e ignorados. Chávez era un gran visionario y un creador de sueños" (Eva Golinger).
Hoy
tengo un dolor de Chávez en la piel. Como si el mundo se detuviera por
un instante y no respirara… para sentir el latido débil de su corazón
rebelde, marcando el paso todavía.
Hoy
tengo un nudo de Chávez en la garganta. Como si toda la rabia se
juntara en un nombre… que es la manera cómo eligió llamarse un pueblo,
un tiempo de revolución, una posibilidad veintiúnica de existencia de
nuestro socialismo.
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Hoy
tengo una marea de Chávez en la mirada. Como si necesitara por un
momento ver para creer. Como si supiera que ese mar de gente que ruega
por él con lágrimas amontonadas en los ojos, está inventando así una
forma entrañablemente absurda de la rebelión del continente.
Hoy
tengo una inquietud de Chávez en las manos. Como si el puño cerrado y
la caricia necesitaran tocar la superficie de la historia para saberlo
en ella.
Hoy
tengo una urgencia de Chávez en la sangre. Como si toda la vida
desparramada en el continente, formara un ancho río rojo revolución…
exigiendo que en este tiempo nadie se conforme con plegarias... que
nadie se conforme… que nadie se acomode.
Porque
Chávez -el que conocimos- se va alejando suavemente de la volcánica
aparición en nuestros gestos cotidianos. Y necesitamos con urgencia que
nazcan nuevas maneras de revolucionarnos… tal vez con menos liderazgos
individuales, tal vez con más creaciones colectivas.
Porque
no es verdad –aunque quisiéramos- que ahora nacerán miles de Chávez.
Como no nacen miles de Fideles ni de Guevaras ni de Ramonas ni de
Evitas. Como no nacen Bolívares ni Manuelas ni Bartolinas ni Camilos.
Pero nacen sí, una multitud de Juanes y Marías, de Pedros y Sandras, de
Pablos y Luisas, formando un collar de estrellas insurrectas, que
iluminan cuando brillan juntas los sueños libertarios sembrados en
nuestras tierras. Formando un telar de palabras sencillas, que envuelven
nuestra memoria y la multiplican en sus historias mágicas.
Hoy
tengo una esperanza de Chávez en mi corazón. Porque el tipo no se
rindió. Porque no se entregó. Porque desafió al sentido común y a las
prédicas conservadoras de lo posible. Porque el tipo se hizo querer, así
milico como era. Porque se equivocó y se corrigió muchas veces. Porque
el tipo se dio todo completito a la historia. Porque así está entrando…
con esa sonrisa tan Chávez en el rostro indio. Tan feliz celebrando
picardías. Tan cómplice de Fidel. Tan hablando hasta por los codos. Tan
abrazadito al pueblo más pobre y más desconsolado. Tan valiente el tipo.
Tan entero en cada despedida. Con su espada de Bolívar y su
Constitución bajo el brazo, como regalos del rey Melchor.
Tan
tierno en su dureza. Tan loco en su cordura. Inventando el alba, en la
noche oscura. Tan lucero el tipo. Tan Chávez, todavía.
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