por Sylvia Ubal - Barómetro Internacional
La triste historia de las bolsas plásticas, las prácticas e inofensivas bolsas que nos “regalan” y acumulamos por los rincones de nuestras cocinas se han convertido en un real problema ecológico, conforme transcurra el tiempo se convertirán en una severa crisis ambiental en todo el planeta, si no se toman medidas urgentes a nivel mundial.
Para fabricar las bolsas plásticas se necesita de un precioso recurso natural no renovable, el petróleo, que además de ser un combustible fósil que genera contaminación se está acabando. ¿Y lo malgastamos fabricando más bolsas hechas de plástico? Cada año en el mundo se producen aproximadamente entre 500 billones y un trillón de bolsas que se regalan en las tiendas, supermercados y establecimientos comerciales y que se convertirán en basura a los pocos minutos de su uso, ya que nos hemos vuelto dependientes de estas prácticas, pero peligrosas y contaminantes formas de cargar nuestras compra.
Sin embargo, ¿a quién le importa el destino de las bolsas plásticas?, sobre todo en una sociedad de consumo y en una subcultura ambiental en que nadie se detiene a pensar en el daño que indirectamente le causa al medio ambiente cada vez que sale de un centro comercial portando consigo esa clase de recipientes plásticos que, al llegar a su casa, los destina temporalmente para guardar o envolver algún objeto, pero a la larga va dar al depósito de la basura, si no es que se las bota en la calle y que la mayoría de estas van a nuestros ríos, lagos, mares y océanos del mundo a través de los desagües y cañadas y con suerte en inmensos depósitos de desechos, donde para degradarse deberán esperar quinientos años o más para desaparecer, mientras en medio de su proceso de descomposición contaminan el suelo no sólo visualmente sino también químicamente.
Alrededor de 100.000 animales marinos como pingüinos, ballenas, tortugas, focas, peces, marsopas, aves marinas y delfines mueren cada año debido a la ingesta de bolsas plásticas que se han convertido en basura y que llenan mares y océanos y lo peor es que una vez que su víctima ha muerto y se descompone, la bolsa plástica no se degrada y vuelve a ser un elemento mortal para otros animales.
Una botella de plástico puede tener una vida de 450 años y sus miles de fragmentos milimétricos no biodegradables, muy resistentes y estables, son una amenaza para estos animales que suelen confundirlos con la comida.
El 20% de la basura recogida de las playas son bolsas plásticas junto con envases de licor, sodas, cervezas y otras latas; es decir que además de provocar la muerte a muchas especies se han convertido en basura que contamina el paisaje y se acumula en playas de todo el mundo, gracias a las personas que las botan sin ninguna consideración ni cuidado.
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