lunes, 29 de febrero de 2016

Oscar Arias “incita a golpe de Estado” en Venezuela

Por Erick Garita

Oscar Arias, expresidente de Costa Rica y premio Nobel de la Paz, estuvo en a Venezuela invitado por la MUD y participó en una sesión especial de la Asamblea Nacional el pasado jueves 18 de febrero, fecha en la que se cumplieron dos años de la detención del opositor Leopoldo López, sentenciado por haber incitado los hechos de violencia que cobraron la vida de 43 personas.

Al retornar a Costa Rica, las declaraciones del político costarricense giraron en torno a que el pueblo venezolano demandaba un cambio, y expresó que “lo que le conviene a Venezuela, es que el actual presidente Nicolás Maduro termine su mandato anticipadamente.



-¿Cómo se lee esa declaración a la luz de lo que ocurre en el país suramericano?

Es una incitación a un “golpe de Estado”, afirmó el psicólogo y activista centroamericano por los derechos humanos, Erick Garita.

“Claro, desde su accionar particular indirecto, porque él no asume su responsabilidad directa. No dice las cosas tal cual, sino que tiene su estrategia de suavizarlo, pero al final, está transmitiendo un llamado a una destitución del Presidente constitucionalmente electo de Venezuela”, dijo.

Esta posición de parte del ex jefe de Estado costarricense no le sorprende a Garita, ya que Oscar Arias tuvo una posición similar cuando se dieron los hechos del golpe de Estado parlamentario en Honduras en el 2009. 

“Cuando llegó Manuel Zelaya a Costa Rica, bajan al presidente del avión y éste vuelve a despegar sin ningún impedimento. No se dieron directrices a la torre del control. ¡Nada! El avión despegó y en los procesos de negociación que asume Arias para mediar en el conflicto, una de las soluciones que propone es que Zelaya no debía regresar a Honduras, para que no hubiera un aumento de la violencia en ese país centroamericano”.

“Fue una seria y profunda falta de respeto al pueblo hondureño que estaba exigiendo el retorno de su presidente electo. Fue un golpe de Estado, que permanece hasta la fecha”, acotó.

Tanto en el caso venezolano, como en el hondureño, “es desconocer la voluntad de un pueblo que vivió un proceso electoral, democrático y eligió su jefe de Estado. Si va a defender la paz, Arias debiera de defender que se respete la voluntad popular, promover el diálogo, el entendimiento, siempre dentro del marco constitucional de cada país y con profundo respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos”.

Un Nobel para el neoliberalismo

Para Garita, Oscar Arias es uno de los principales exponentes del neoliberalismo, “no solo en la región centroamericana, sino en el ámbito latinoamericano y hasta del mundo”.

“A él, (Arias) se le otorgó un título, Premio Nobel de la Paz, a finales de los ochenta por su intervención para acabar con los conflictos que se estaban viviendo en la región centroamericana. Confrontaciones que tenían en su base, las injusticias generadas por las políticas económicas neoliberales. Las condiciones sociales y de justicia en la región desgastaron a la gente, eran políticas que los agredían y por ello, tomaron las armas”, explicó.

A partir de ese entonces, se convierte en una figura referente para los sectores neoliberales. Los Arias son una familia, que forma parte de la oligarquía cafetalera de Costa Rica, pero también de la élite política del país. Por ello, Oscar Arias, “era parte interesada en promover el neoliberalismo.

Señaló que el protagonismo de Oscar Arias, se resaltó en los medios de comunicación, porque puso énfasis en el ‘silenciar los fusiles’ pero no en lo fundamental, “porque no reconoció las demandas o consignas de los grupos populares organizados en Centro América que luchaban contra la violencia del capital. Una violencia que da un privilegio a los actores, que en términos políticos y económicos, se encontraban más acomodados”.

“En esa época, Arias nunca enarbola en su discurso las injusticias económicas, nunca las reconoce. A partir de ese entonces, se convierte en una figura referente para los sectores neoliberales que buscan defender, en la región latinoamericana, un modelo de desarrollo basado en la extracción de recursos. En el fomento de nuestros países como principales donantes de materia prima y en la instalación de empresas transnacionales en nuestros territorios con promesas de desarrollo y de crecimiento económico”, arguyó.

Desde su militancia en el Partido de Liberación Nacional (PLN), acompaña al presidente electo en 1982, Luis Alberto Monge, cuando aplica los Planes de Ajuste Estructural (PAEs), “que se realizaron en diferentes fases, que comenzaron a establecer, a nivel de política económica, una apertura hacia el mercado internacional. Eso implicaba exención de impuestos para el fisco nacional para promover el ingreso de transnacionales y el recorte en el presupuesto de lo que ellos llaman el gasto social, pero nosotros, desde el movimiento social popular organizado reconocemos como inversión social. Lo referente a materia de salud, educación, deportes y cultura. Esa es otro diferencia de fondo que tenemos, como organizaciones de base, con la forma de pensar de Arias y sus allegados”, dijo.

La minería a cielo abierto

La avaricia que desata el neoliberalismo le generó al Premio Nobel de la Paz un conflicto con las fuerzas sociales en Costa Rica.

“Tuvo una relación muy polémica y problemática con la industria minera de origen canadiense Infinito Gold, que quería establecer un proyecto de extracción de minería en la localidad de Crucitas, al norte de Costa Rica, cerca de la frontera con Nicaragua”, detalló.

Destacó que el poblado, donde se ubicó la empresa Infinito Gold, era una zona frágil, de alta pluviosidad, dentro del corredor biológico San Juan-La Selva, que une los bosques de Costa Rica al gran corredor mesoamericano. “Se trata de una de las zonas de mayor biodiversidad del país, con unas 130 especies de árboles por hectárea, apuntó.

“La contaminación con cianuro de las aguas subterráneas y superficiales de una amplia región que incluye el gran río San Juan, también fue una razón muy poderosa que movió la voluntad de más del 90% de la población en defensa de Crucitas”, porque Oscar Arias, que era presidente en ese momento, declara, a finales del 2009, “mediante un decreto ejecutivo, como ‘de interés público y de conveniencia nacional’ el proyecto minero. Esa declaración levantó mucha indignación en el país”, resaltó Garita.

Explicó que los movimientos sociales ganaron la batalla contra el decreto ejecutivo, porque “el Tribunal Contencioso Administrativo declaró ese decreto como ilegal”, pero no el juicio de prevaricato, porque la fiscalía lo desestimó, reiteró.

“Al ex presidente Oscar Arias le molesta el proceso político venezolano porque sabe lo que puede hacer el poder popular organizado, porque él lo ha vivido en carne propia, como en este caso, que le paramos el proyecto Crucitas”, sentenció.

Ahondando sobre el tema, expresó, “lo que hay que tomar en cuenta, es que Venezuela representa para la región latinoamericana una experiencia de construcción de política popular. Me refiero a esa creación en la que participan los sectores de base, los sectores populares y a lo largo de mi vivencia en estos 4 meses, en este país, que es un tiempo relativamente corto, he logrado captar una expresión organizativa bastante interesante en el movimiento de pobladores, en los Comités de Tierra Urbana y otras organizaciones que he ido encontrando en el camino”.


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