Foto G. Trucchi | Rel-UITA |
Declaración
Representantes de organizaciones de distintos países de América Latina y de redes internacionales, reunidos en La Ceiba, Honduras, hemos constatado mediante los testimonios locales la grave situación que enfrentan las comunidades campesinas, indígenas y garífunas debido al avance voraz del monocultivo de palma africana.
Los monocultivos de palma africana en Honduras, como en muchos países tropicales donde se han impuesto, son parte de un modelo de producción que se basa en el acaparamiento de territorios con el fin de generar riquezas para un puñado de empresarios nacionales y compañías transnacionales. En la mayoría de los casos, gobiernos locales y nacionales actúan en complicidad con las empresas palmeras a través de sus funcionarios u operadores políticos que retuercen leyes para favorecer al gran capital.
La situación hondureña refleja lo que ocurre en muchos países de América Latina, África y Asia donde se impulsa el agronegocio disfrazándolo de proyectos de “desarrollo”, muchas veces destinados a la producción de agrocombustibles o “energías renovables” para enfrentar el cambio climático. Sin embargo ésta es una falsa solución que solo profundiza el cambio climático. La única solución posible ante esta trágica realidad es un cambio urgente del modelo de producción y consumo a nivel internacional.
Ante esta situación expresamos nuestra solidaridad con el pueblo Garífuna, Indígena, y Campesino de Honduras ante los grandes desafíos que enfrentan por la defensa de su territorio, debido a la imposición de proyectos de alto impacto social, ambiental y cultural, como los monocultivos de palma africana. Saludamos la valiente defensa que hombres y mujeres de estos pueblos -a pesar de vivir en un contexto totalmente adverso- han emprendido para exigir al Estado hondureño el cumplimento de sus derechos humanos fundamentales.
Denunciamos enérgicamente las graves violaciones a los derechos humanos, el despojo y desplazamiento de los pueblos, la criminalización de la lucha por la defensa de los territorios, las acciones de amenazas y persecuciones que desde hace varios años se imponen para favorecer los intereses empresariales en claro detrimento de los derechos colectivos.
Este modelo de expansión e imposición de monocultivos para la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH) expresa un racismo ambiental que viene desde el mismo Estado, quien ha desconocido los derechos históricos de los pueblos Garífuna, Indígenas y Campesinos sobre sus territorios y de sus derechos colectivo, actuando en favor de los intereses empresariales nacionales y trasnacionales de la palma africana y otros monocultivos. Este modelo se ha implementado con el respaldo de políticas fomentadas por el mismo Estado hondureño y con la complicidad de sus diversas instituciones gubernamentales.
Públicamente denunciamos que la expansión de la palma africana ha generado pérdida y destrucción de bosques y humedales; disminución y desvío de los cursos de agua; contaminación de aguas y suelos debido al uso de agrotóxicos en estos monocultivos en gran escala; impactando directamente en la salud de hombres, mujeres, niños y ancianos de las poblaciones aledañas
Vemos con gran preocupación el impacto de estos monocultivos de palma en la soberanía alimentaria de las poblacioneslocales. Las tierras que antes producían alimentos han sido transformadas ahora en grandes monocultivos de palma y la población local pasa a depender de los mercados foráneos, que además de impactar en el costo de los alimentos impone cambios en el tipo de alimentación.
Todo lo anterior ha producido cambios en la forma de vida que afectan al patrimonio cultural y espiritual de estos pueblos, para quienes sus costumbres, tradiciones, leyendas, conocimientos ancestrales y religiosidad están profundamente ligadas al territorio y a la tierra.
Sumado a este contexto, alarma el impulso que el Estado hondureño ha dado a las Zonas Especiales de Desarrollo – ZEDES- conocidas como “Ciudades Modelo”, particularmente a los proyectos que pretende imponer en la región del Pacífico hondureño y en el territorio Garífuna. De concretarse estos proyectos generarán desplazamiento de las poblaciones y nuevas violaciones a los derechos humanos. Esta realidad socio ambiental se agudiza cuando se sobreponen otros intereses y actividades de alto impacto como la explotación de minerales metálicos, operaciones para la exploración petrolera, entre otros.
Por todo lo anterior, junto a las organizaciones populares hondureñas, elevamos nuestra voz alertando la gravedad de esta situación y exigimos al gobierno hondureño que reconozca y restituya los derechos territoriales y ancestrales del pueblo Garífuna, indígenas y campesinos. Así mismo, que en cumplimiento de los convenios y tratados internacionales en relación a los derechos humanos, se reconozcan los daños sociales y ambientales generados y castigue a los responsables.
Alianza por la Biodiversidad, Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe, Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, Red contra los Monocultivos de Árboles en América Latina, Regional Latinoamericana de la UITA.
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