Avanza el proyecto “Los Micos Beach Resort” en Bahía de Tela. Llamado de alerta de las comunidades garífunas
por Giorgio Trucchi - Rel-UITA
El desarrollo del megaproyecto turístico “Los Micos Beach Resort” está afectando gravemente a las comunidades garífunas que surgen en la zona de Bahía de Tela. Años de lucha que han costado represión, encarcelamiento y asesinatos no han detenido el avance del proyecto, en el que están involucrados empresarios nacionales y organismos financieros internacionales.
El área relativa al megaproyecto turístico “Los Micos Beach Resorts” se ubica dentro del Parque Nacional Jeannette Kawas (PNJK), una de las áreas protegidas más importantes de Centroamérica, inscrita en la Lista RAMSAR de Humedales.
Un total de 312 hectáreas, propiedad del Instituto Hondureño de Turismo (IHT), que en 2003 traspasó el inmueble a la Sociedad Mercantil "Desarrollo Turístico Bahía de Tela, SA de CV", a cambio de 19 millones de dólares.
Para hacer posible la realización del proyecto, el gobierno nacional emitió en 2004 un decreto permitiendo la privatización de las playas.
Además, el gobierno municipal de Tela incluyó en el casco urbano de la ciudad a todas las comunidades garífunas de la zona, facilitando la venta de territorios ancestrales a los empresarios.
Ante la resistencia de las comunidades garífunas se desató una fuerte represión. Divisiones internas, militarización, hostigamiento, destrucción de viviendas, encarcelamientos ilegales y el asesinato de dirigentes garífunas, no lograron sin embargo detener la lucha.
El proyecto avanza
Financiado en parte por el BID (18 millones de dólares), en el marco de una supuesta estrategia para el Programa de Turismo Sostenible en Honduras, el megaproyecto “Los Micos Beach Resorts” ya entró en su segunda fase de construcción.
Finalizada la infraestructura básica, trabajo realizado por la empresa transnacional italiana Astaldi, el plan prevé ahora la construcción de cuatro hoteles de cuatro y cinco estrellas, 256 villas residenciales, un campo de golf de 18 hoyos, un club hípico, marina y un centro comercial, por un valor estimado de 133 millones de dólares.
Según Alfredo López, vicepresidente de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), quien permaneció siete años en prisión hasta que la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) logró su liberación, “La construcción de ese megaproyecto está provocando daños ambientales muy graves.
Estamos en una situación de fuerte vulnerabilidad ante el cambio climático. Han destruido manglares, rellenado humedales con material extraido del fondo del mar. Ya hemos visto como en varios lugares de la costa, el desborde de los ríos y los oleajes del mar han afectado gravemente a nuestras comunidades.
Estamos atrapados entre megaproyectos turísticos y el impulso de los monocultivos. De hecho –constató López– están preparando las condiciones para una gran desastre humano y ambiental, y nadie parece estar escuchando nuestro llamado de alerta”.
¿Generación de empleos? Una falacia
El planteo de los inversionistas y del BID de que el megaproyecto va a generar trabajo para los habitantes de la zona fue considerado como una mentira por OFRANEH.
“Ya lo hemos comprobado con el proyecto Plantation Beach Resorts. Se adueñaron del 40 por ciento de las tierras de la comunidad de San Juan y de 100 puestos de trabajo generados, sólo tres fueron otorgados a los garífunas. La población siquiera puede llegar a vender sus productos. Los guardias privados se lo prohíben.
Es toda una gran mentira en la que participan los organismos financieros. Con sus préstamos –dijo López– siguen impulsado el sometimiento, la pobreza y la ignorancia. En lugar de ayudar están destruyendo a los pueblos y a las culturas nativas”.
El vicepresidente de OFRANEH explicó que no se oponen al desarrollo turístico, “pero apostamos a un modelo ligado a la preservación de nuestros recursos naturales, nuestra cultura, en armonia con la madre naturaleza.
Un garífuna sin un medio ambiente saludable no es nada. Estamos a favor del desarrollo –subrayó López–, pero desde la cosmovisión de los pueblos. Queremos un turismo consciente, social.
Ante esta difícil situación, OFRANEH sigue resistiendo.
“Fuimos exterminados en los siglos pasados y tenemos una larga historia de sangre, discriminación y lucha. Llevamos muchos años de resistencia y seguimos adelante, manteniendo nuestra lengua y nuestra cultura.
Para el pueblo garífuna aún no es tiempo de celebraciones, sino de lucha. Debemos unirnos y juntar ideas. No podemos arrodillarnos por unas monedas que son la sangre de nuestros antepasados. Y es en nombre de los miles que perdieron la vida que vamos a defender nuestros derechos”, concluyó.
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