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Por Wooldy Edson Louidor - ALAI
A
dos años del mortal terremoto que devastó Haití el fatídico 12 de enero
de 2010, además de llorar la trágica muerte de sus seres queridos,
diversos grupos de la sociedad haitiana, principalmente las personas
desplazadas, manifiestan su inconformidad con sus condiciones de vida y
el orden actual de Haití.
Del duelo a la inconformidad…
A
inicios del nuevo año, el Gobierno haitiano viene anunciando una agenda
cargada de intensas actividades para conmemorar el segundo aniversario
del terremoto que cobró la vida a más de 250.000 personas. Celebración
de ceremonias simbólicas, inauguraciones de monumentos, presentación de
nuevos proyectos… figuran entre las principales actividades oficiales de
conmemoración.
Reiteró
también una serie de promesas para solucionar los principales problemas
socio-económicos, políticos y medioambientales del país tales como la
desigualdad social, la falta de vivienda, el desempleo, el conflicto
entre los dos poderes ejecutivo y legislativo, la falta de capacidad
para la gestión de los riesgos y desastres...
Prometió
relocalizar a los desplazados del campamento más grande de la Capital
haitiana que se encuentra en las proximidades del Palacio presidencial.
Conjuntamente
con la Unión Europea, las autoridades haitianas presentaron el 10 de
enero un nuevo proyecto de relocalización de las personas desplazadas.
Dicho proyecto consistirá en reconstruir 11 mil viviendas que fueron
afectadas o destruidas durante el terremoto, según el mismo anuncio.
El
pasado 9 de enero, el Gobierno haitiano había presentado ante el
Parlamento un conjunto de acciones que proyecta realizar a lo largo del
año para dinamizar la economía del país, favorecer el crecimiento,
reducir el desempleo y el analfabetismo, relanzar la producción
nacional, aumentar el acceso a las tecnologías y a la educación,
invertir en el campo, proteger el medioambiente, consolidar las
instituciones, promover el turismo, etc.
ONU: Un balance positivo
Desde
finales del año pasado, diferentes organismos de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), organizaciones internacionales,
no-gubernamentales y otras instituciones de la llamada “Comunidad
internacional” han estado presentando el balance fundamentalmente
positivo y optimista de las actividades realizadas y de la situación
actual del país a dos años de la tragedia.
Para
la ONU, 2011 fue un año de transición en Haití: elección de un nuevo
presidente y paso progresivo de la asistencia humanitaria a la ayuda
para el desarrollo.
El
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirmó que la
ONU y sus socios en Haití facilitaron la creación de más de 300.000
empleos y el retiro del 50% de los escombros (representando más de 5
millones de metros cúbicos) en varios lugares del país.
El
PNUD habla de 2011como un “año de transición en materia de apoyo,
evolucionando de la ayuda humanitaria a la ayuda para la recuperación y
la reconstrucción del país”.
Por
su parte, UNICEF habla de “pequeñas victorias” durante este segundo año
post-sismo, en relación con la situación de la niñez.
Por
ejemplo, afirma que “el sistema educativo, que continúa siendo
inadecuado y está sobrecargado, ha conseguido (contra todo pronóstico)
reunir datos sobre el número y el estado de los colegios, reforzar los
sistemas y aumentar el acceso hasta abarcar a más de 700.000 niños,
gracias a un fuerte compromiso político con esta causa”.
La
agencia especializada en la infancia se refiere también a otra “pequeña
victoria” que consiste en haber “ampliado los servicios de protección,
incluyendo intervenciones sostenibles para mejorar el registro de los
niños perdidos, conseguir que se reúnan con sus familiares o cuidar de
ellos de forma más adecuada”.
Así
como el PNUD, UNICEF se apropió del enfoque de “año de transición” para
iniciar la recuperación tras el terremoto “poniendo en práctica
simultáneamente una combinación de ayuda humanitaria, desarrollo de
capacidades para la promoción y reconstrucción institucional, para
enfrentarse tanto a los desafíos puntuales como a los crónicos, que
evitan un ejercicio efectivo de los derechos de los niños”.
Respecto
a la situación de los desplazados, el coordinador humanitario de la ONU
en Haití, Nigel Fisher, afirmó que “la respuesta humanitaria fue todo
un éxito” ya que, por ejemplo, cerca de 100.000 viviendas temporales
fueron construidas y 21.000 otras fueron reparadas o reconstruidas.
Se
ha reducido el número de desplazados de 1.5 millones que dejó el
terremoto a un poco más de 500.000 hoy día, proclaman todas las
organizaciones humanitarias integrantes de la Oficina de las Naciones
Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitaria (OCHA) en Haití.
ONG internacionales: 2011, año de “vacas flacas”
Para
muchas organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales, 2011
fue un año de “vacas flacas”, marcado por el recorte de sus
financiamientos. Muchas ONG han tenido que reducir sus acciones
humanitarias o, definitivamente, abandonar el país.
Por
ejemplo, OXFAM ha subrayado en su balance el impacto del recorte de los
fondos internacionales sobre la reducción de la cobertura humanitaria
principalmente en los campamentos, por ejemplo en el suministro de agua
potable, en la eliminación regular de residuos de los baños de los
campamentos, en la prevención de actos de violencia de género.
El
sector de la salud ha sido afectado por el recorte de los fondos, según
Médicos del Mundo (MdM), mientras que la epidemia de cólera que cobró
la vida a más de 6.900 personas (hasta noviembre de 2011) se ha vuelto
endémica.
Varios campamentos de desplazados han sido abandonados por las ONG que vienen cerrando sus programas de lucha contra el cólera.
Sociedad haitiana: Inconformidad
Ni
las promesas del Gobierno haitiano, principalmente a través del
presidente Michel Martelly y el primer ministro Gary Conille, ni el
balance optimista de la realidad post-sismo de Haití con el que la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus socios han bombardeado
de informes y acciones mediáticas a la prensa nacional e internacional
para justificar su labor en el país. Nada ha podido convencer a la
sociedad haitiana de que las cosas van bien en Haití.
La
realidad es demasiado cruda. “La realidad habla por sí misma; la
situación global de Haití y la de la gran mayoría de las y los
damnificados no han cambiado sustancialmente; los miles de millones de
dólares que fueron prometidos al país llegan a cuentagotas”, afirman los
jesuitas de Haití en una nota pública.
“No
se puede decir que ha cambiado gran cosa durante los dos últimos años
en Haití; la ONU no puede ser a la vez juez y parte”, argumenta Charles
Ridoré, sociólogo haitiano que vive en Suiza.
“La
situación humanitaria no es buena, es erróneo hablar de éxito; estamos
aun retirando escombros, cerca de la mitad de los desplazados viven
debajo de las tiendas de campaña, y la epidemia de cólera sigue haciendo
estragos desde hace más de un año”, sostiene Gérard Bedock, jefe de
misión de la sección suiza de Médicos sin Fronteras (MSF) en Haití.
Las críticas más fuertes han sido dirigidas contra el proceso de reconstrucción de Haití.
Por
ejemplo, según varias organizaciones haitianas, “el proceso de
reconstrucción de Haití ha fracasado porque se ha basado sobre la
exclusión”.
“Veinticuatro
meses después del terremoto la situación de las personas es
inquietante, la dignidad de las personas no es respetada”, criticó
Antonal Mortimé, dirigente de una plataforma de organizaciones de
derechos humanos.
Los
análisis realizados por los expertos de Haiti Support Group corroboran
las críticas que vienen haciendo las organizaciones de la sociedad civil
desde la creación de la Comisión Interina para la Reconstrucción de
Haití (CIRH), dirigida por el ex presidente norteamericano Bill Clinton,
y cuya función es coordinar el proceso de reconstrucción del país.
La CIRH
fue “mal concebida, disfuncional, poco eficaz” y constituye “una
estructura destinada a ayudar no a Haití o a los haitianos, sino a los
donantes a quienes permite canalizar los contratos de proyectos de las
multinacionales y de las ONG”, explica Haiti Support Group.
Añade
que “esos proyectos emanaron de las instituciones que dirigen Haití
desde siempre: el BID, el Banco Mundial, la ONU, la USAID y países
donantes individuales que habían prometido suficiente dinero para
asegurarse un puesto en el Consejo de Administración de la CIRH”.
“Las
personas implicadas no han sido nunca consultadas (por la CIRH) para
conocer sus necesidades”, explica este grupo solidario con Haití.
“Que
la única autoridad encargada de la reconstrucción de Haití luego del
terremoto haya sido deliberadamente mal concebida y dotada de una
estructura mal adaptada es un ejemplo chocante del ‘capitalismo del
desastre’, un fenómeno bien conocido”, concluye Haiti Support Group,
basado en el Reino Unido.
Marchas y protestas marcan el segundo aniversario del terremoto
Ante
esta realidad, varias organizaciones y grupos de la sociedad civil
haitiana han realizado marchas y protestas para manifestar su
inconformidad con la situación actual del país.
Ayer
11 de enero, miles de haitianas y haitianos encabezados por una
plataforma de diez organizaciones locales marcharon en la capital Puerto
Príncipe para expresar su descontento con la realidad que vive el país.
Llegaron a la sede del Parlamento, donde entregaron a los
parlamentarios un documento que incluye sus principales reivindicaciones
relacionadas con la necesidad de una reforma agraria, la
descentralización, la creación de viviendas sociales y la transparencia
en la gestión del bien común, entre otras.
Varias
redes de organizaciones haitianas han anunciado para hoy 12 de enero de
2012 diferentes marchas para denunciar las difíciles condiciones de
vida en el país, el proceso lento y excluyente de la reconstrucción, la
dependencia, la falta de transparencia en la gestión de los fondos y,
sobre todo, las expulsiones violentas de los desplazados en los
campamentos.
La
conmemoración del aniversario del terremoto ha tomado un nuevo giro
este año: pasa del duelo a la inconformidad. El pueblo haitiano sale a
denunciar el estado actual de las cosas en su país, marcado por la
dependencia, la exclusión y la mala gestión del bien común. Expresa
también su resistencia al orden actual que se impone en Haití, así como
su voluntad de mirar al futuro con realismo, más allá de su dolor y
contra las mentiras y los engaños.
- Wooldy Edson Louidor, Servicio Jesuita a Refugiados para Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC)
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