Hace tres décadas las elites liberal y nacionalista, apoyadas por la
mafia empresarial y la casta militar, cometieron delitos de lessa
humanidad.
El rosuquismo y el facusseismo se aliaron con el cariismo callejista para vigilar, perseguir, desaparecer y matar a personas opuestas a la doctrina de seguridad nacional, el terrorismo institucional y la violencia imperialista.
Esas familias lamentables de políticos corruptos y mafiosos hicieron causa común con los carteles militares de los Álvarez, los Reyes, Regalados, Discuas y los Pachecos, para convertir a Honduras en base militar gringa de agresión a nuestros vecinos en insurrección armada contra las oligarquías.
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Hace 30 años la misma mafia que dio el golpe de estado en 2009 se
investigó a sí misma y dictó sentencia absolutoria a los torturadores y
asesinos.
Usaron la amnistía y todos los recursos del poder para construir el olvido de los hechos y fabricar imágenes de heroísmo a los sátrapas criminales que tiñeron de sangre el territorio nacional.
Las víctimas sobrevivientes y sus familias imputaron los delitos cometidos según el Código Penal y la doctrina universal de derechos humanos, pero los jueces locales cambiaron los tipos penales para proteger a los perros guardianes.
Aquella lodasera fue tapada con falsas elecciones democráticas, nacidas del raquítico consenso constitucional de 1981, y revivió con el rompimiento de junio 2009.
El lodo tapado se hizo polvo liberado y ahora nubla la nación hondureña. Es la polvareda de la impunidad, verdadera madre de la violencia actual. La única política estatal clara impuesta por la oligarquía corrupta y sanguinaria.
La desigualdad, el empobrecimiento, el colapso de la institucionalidad y la impunidad son las únicas políticas de esa élite voraz que se come a colmillazos a este país.
El rosuquismo y el facusseismo aliado con el cariismo callejista, maduro, rivereño y santificado, son plagas que ensombrecen el país de 8 millones de humanas y humanos con derechos.
Por eso, el COFADEH comunica a la nación que en 2012 hará causa común con sectores clave y con las víctimas para dedicar sus energías a la lucha contra la impunidad y los impunes.
Esta será una lucha con litigio penal nacional e internacional, con investigación casuística, denuncia formal y no formal, con divulgación y contra cultura.
La batalla contra la impunidad de hoy equivale a la batalla contra el militarismo de ayer. Es enfrentar una dinámica basada en la mentira, el miedo y la corrupción.
Enfrentar la impunidad es trazar el vuelo del Colibrí entre el Ministerio Público, las policías y el Parque del Soldado, la Corte Suprema de Justicia, el Congreso, los púlpitos cristianos y el Ejecutivo.
La impunidad no sólo es la falta de investigación criminal y de sanción a los infractores de las leyes y violadores de derechos humanos. La impunidad es, peor aún, la complicidad de las estructuras del Estado con los delincuentes de toda laya, empezando por los propios funcionarios del sistema y los barones del crimen organizado, que comen hostias y ofrendan a los santos.
La impunidad es la característica central del golpe y es la política pública del golpismo. La impunidad nos amenaza a todos y a todas, incluyendo a quienes la fomentan.
Por eso, enfrentarla y combatirla con ética, con Ley, verdad y justicia, es la mayor responsabilidad de las hijas e hijos de este país que nos pertenece.
Si no lo hacemos en serio con valentía algunos tendrán que salir corriendo, porque lo que sobreviene es la selva.
Usaron la amnistía y todos los recursos del poder para construir el olvido de los hechos y fabricar imágenes de heroísmo a los sátrapas criminales que tiñeron de sangre el territorio nacional.
Las víctimas sobrevivientes y sus familias imputaron los delitos cometidos según el Código Penal y la doctrina universal de derechos humanos, pero los jueces locales cambiaron los tipos penales para proteger a los perros guardianes.
Aquella lodasera fue tapada con falsas elecciones democráticas, nacidas del raquítico consenso constitucional de 1981, y revivió con el rompimiento de junio 2009.
El lodo tapado se hizo polvo liberado y ahora nubla la nación hondureña. Es la polvareda de la impunidad, verdadera madre de la violencia actual. La única política estatal clara impuesta por la oligarquía corrupta y sanguinaria.
La desigualdad, el empobrecimiento, el colapso de la institucionalidad y la impunidad son las únicas políticas de esa élite voraz que se come a colmillazos a este país.
El rosuquismo y el facusseismo aliado con el cariismo callejista, maduro, rivereño y santificado, son plagas que ensombrecen el país de 8 millones de humanas y humanos con derechos.
Por eso, el COFADEH comunica a la nación que en 2012 hará causa común con sectores clave y con las víctimas para dedicar sus energías a la lucha contra la impunidad y los impunes.
Esta será una lucha con litigio penal nacional e internacional, con investigación casuística, denuncia formal y no formal, con divulgación y contra cultura.
La batalla contra la impunidad de hoy equivale a la batalla contra el militarismo de ayer. Es enfrentar una dinámica basada en la mentira, el miedo y la corrupción.
Enfrentar la impunidad es trazar el vuelo del Colibrí entre el Ministerio Público, las policías y el Parque del Soldado, la Corte Suprema de Justicia, el Congreso, los púlpitos cristianos y el Ejecutivo.
La impunidad no sólo es la falta de investigación criminal y de sanción a los infractores de las leyes y violadores de derechos humanos. La impunidad es, peor aún, la complicidad de las estructuras del Estado con los delincuentes de toda laya, empezando por los propios funcionarios del sistema y los barones del crimen organizado, que comen hostias y ofrendan a los santos.
La impunidad es la característica central del golpe y es la política pública del golpismo. La impunidad nos amenaza a todos y a todas, incluyendo a quienes la fomentan.
Por eso, enfrentarla y combatirla con ética, con Ley, verdad y justicia, es la mayor responsabilidad de las hijas e hijos de este país que nos pertenece.
Si no lo hacemos en serio con valentía algunos tendrán que salir corriendo, porque lo que sobreviene es la selva.
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