Disminuyen los femicidios pero se disparan los actos violentos
Por Giorgio Trucchi | ALAI
En Honduras cada año se registran más de 20 mil casos de violencia doméstica, cada 17 horas una mujer es asesinada y cada día una mujer desaparece. La militarización de la sociedad y la impunidad en casi el 95 por ciento de los femicidios promueven la repetición de los crímenes y profundizan la violencia contra la mujer.
Los datos que brindan tanto organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales como instituciones públicas y organizaciones de mujeres muestran la gravedad de la situación.
El Observatorio de la Violencia de la
Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) estima que en 2016
unas 463 mujeres perdieron la vida de manera violenta. Durante el primer
semestre del año en curso son al menos 188 las mujeres víctimas de
femicidio.
El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras (Conadeh)[1] estima que entre el año 2006 y 2016 unas 4.787 mujeres fueron asesinadas, es decir una cada 17 horas. Cada media hora una mujer, niña, niño o adolescente es víctima de violación.
El 70 por ciento de los asesinatos se realiza con armas de fuego, más de la mitad de las víctimas tiene entre 15 y 29 años y la mayoría de los agresores son integrantes de los círculos más cercanos de las víctimas.
En el 2013, el año más mortífero para las mujeres, Honduras alcanzó una tasa de femicidios de 14 por cada 100.000 mujeres, algo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga ya como epidemia.
Pero la tragedia que a diario viven las mujeres va más allá de las muertes violentas.
El Cedij[2] reporta cada año más de 20.000 casos de violencia doméstica y se calcula que una cantidad similar no llega siquiera a los juzgados.
De las más de 8.000 denuncias por delitos contra mujeres presentadas en 2016 ante el Ministerio Público, el 39 por ciento tiene que ver con violencia intrafamiliar y más del 17 por ciento con lesiones y violaciones.
El Centro de Derechos de Mujeres (CDM) advierte que a partir de 2009 hubo un fuerte aumento de la desaparición de mujeres, adolescentes y niñas. Después del 2013 son más de 400 las mujeres que cada año desaparecen sin dejar rastro.
“Los femicidios se han reducido, pero esto no significa que haya disminuido la violencia contra las mujeres.
Si de verdad queremos entender la dinámica de la violencia de género debemos ampliar nuestra visión e ir a las raíces de esta tragedia”, dijo a La Rel, Neesa Medina, del Observatorio de Violencia contra las Mujeres del CDM.
Bajan los femicidios
Sube la violencia
Según ella, la reducción de muertes violentas de mujeres se debe esencialmente a tres variables
La primera tiene que ver con la cantidad creciente de mujeres que cada año desaparecen, ya sea porque ocultaron su cadáver o por ser víctima de trata de personas con fines de explotación sexual.
Una segunda variable está relacionada con la estrategia de las maras[3] de emplear -y por ende “proteger”- a mujeres para la vigilancia de territorios, la extorsión o la explotación sexual dentro de las cárceles.
El tercer elemento tiene que ver con la huida de mujeres de la violencia.
“Las mujeres abandonan todo y se van, preferiblemente hacia Estados Unidos. Saben que casi seguramente sufrirán algún tipo de abuso sexual[4] y antes de emprender el viaje se inyectan anticonceptivos.
Este es el nivel de terror que hay en nuestro país: las mujeres prefieren enfrentarse a una violación segura que seguir viviendo en Honduras”, advirtió Medina.
Las raíces de la violencia
Militarización y miseria
Para la defensora de derechos de la mujer, la violencia de género no se puede entender si la observamos como un hecho aislado.
La violencia -asegura- se produce porque se permiten otras formas de discriminación y exclusión social, en una sociedad profundamente machista, fuertemente armada y que garantiza la impunidad.
“No podemos combatir la violencia de género sin combatir la desigualdad, la miseria, la desnutrición. Y eso no podemos hacerlo con programas asistencialistas de gobiernos que juegan con el hambre de la gente.
La desigualdad se derrota con más justicia social y cuestionando privilegios de unos pocos que disfrutan a costa de la miseria de la inmensa mayoría”, aseveró Medina.
La militarización de la sociedad y la impunidad son otro caldo de cultivo de la violencia.
“Vivimos en un país donde hay 1,5 millones de armas de fuego y sólo 250.000 son legales. Hay más de 600 compañías de seguridad privad y los militares se encargan del orden público.
Las mujeres están aterrorizadas porque saben que la vida en Honduras no vale nada y prefieren huir. Hay que desarmar al país y acabar con la impunidad”, enfatizó.
Ante esta situación, las organizaciones de mujeres y feministas aglutinadas en el Movimiento 25 de Noviembre se han movilizado en varias ocasiones, exigiendo justicia para las víctimas y castigo para los asesinos y agresores.
También piden mayor acceso a los datos sobre femicidios y rendición de cuenta de los fondos destinados a la investigación de los femicidios.
Asimismo, están trabajando la propuesta de un proyecto de ley integral contra la violencia hacia las mujeres, que posiblemente sea presentado ante el poder legislativo después de las elecciones generales del próximo noviembre.
“Es una ley muy completa que nace desde el movimiento de mujeres y que se centra en la prevención. No queremos que se politice, ni que se use como propaganda electoral. Vamos a esperar. Seguramente su aprobación sería un gran avance”, concluyó Neesa Medina.
Notas
[1] http://conadeh.hn/wp-content/u ploads/2017/04/Informe-Anual-2 016.pdf
[2] Centro Electrónico de Documentación e Información Judicial
[3] Organizaciones transnacionales de pandillas criminales
[4] Un informe de Amnistía Internacional señala que el 80% de las mujeres que emigran por la vía terrestre enfrentan algún tipo de abuso sexual durante el recorrido
El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras (Conadeh)[1] estima que entre el año 2006 y 2016 unas 4.787 mujeres fueron asesinadas, es decir una cada 17 horas. Cada media hora una mujer, niña, niño o adolescente es víctima de violación.
El 70 por ciento de los asesinatos se realiza con armas de fuego, más de la mitad de las víctimas tiene entre 15 y 29 años y la mayoría de los agresores son integrantes de los círculos más cercanos de las víctimas.
En el 2013, el año más mortífero para las mujeres, Honduras alcanzó una tasa de femicidios de 14 por cada 100.000 mujeres, algo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga ya como epidemia.
Pero la tragedia que a diario viven las mujeres va más allá de las muertes violentas.
El Cedij[2] reporta cada año más de 20.000 casos de violencia doméstica y se calcula que una cantidad similar no llega siquiera a los juzgados.
De las más de 8.000 denuncias por delitos contra mujeres presentadas en 2016 ante el Ministerio Público, el 39 por ciento tiene que ver con violencia intrafamiliar y más del 17 por ciento con lesiones y violaciones.
El Centro de Derechos de Mujeres (CDM) advierte que a partir de 2009 hubo un fuerte aumento de la desaparición de mujeres, adolescentes y niñas. Después del 2013 son más de 400 las mujeres que cada año desaparecen sin dejar rastro.
“Los femicidios se han reducido, pero esto no significa que haya disminuido la violencia contra las mujeres.
Si de verdad queremos entender la dinámica de la violencia de género debemos ampliar nuestra visión e ir a las raíces de esta tragedia”, dijo a La Rel, Neesa Medina, del Observatorio de Violencia contra las Mujeres del CDM.
Bajan los femicidios
Sube la violencia
Según ella, la reducción de muertes violentas de mujeres se debe esencialmente a tres variables
La primera tiene que ver con la cantidad creciente de mujeres que cada año desaparecen, ya sea porque ocultaron su cadáver o por ser víctima de trata de personas con fines de explotación sexual.
Una segunda variable está relacionada con la estrategia de las maras[3] de emplear -y por ende “proteger”- a mujeres para la vigilancia de territorios, la extorsión o la explotación sexual dentro de las cárceles.
El tercer elemento tiene que ver con la huida de mujeres de la violencia.
“Las mujeres abandonan todo y se van, preferiblemente hacia Estados Unidos. Saben que casi seguramente sufrirán algún tipo de abuso sexual[4] y antes de emprender el viaje se inyectan anticonceptivos.
Este es el nivel de terror que hay en nuestro país: las mujeres prefieren enfrentarse a una violación segura que seguir viviendo en Honduras”, advirtió Medina.
Las raíces de la violencia
Militarización y miseria
Para la defensora de derechos de la mujer, la violencia de género no se puede entender si la observamos como un hecho aislado.
La violencia -asegura- se produce porque se permiten otras formas de discriminación y exclusión social, en una sociedad profundamente machista, fuertemente armada y que garantiza la impunidad.
“No podemos combatir la violencia de género sin combatir la desigualdad, la miseria, la desnutrición. Y eso no podemos hacerlo con programas asistencialistas de gobiernos que juegan con el hambre de la gente.
La desigualdad se derrota con más justicia social y cuestionando privilegios de unos pocos que disfrutan a costa de la miseria de la inmensa mayoría”, aseveró Medina.
La militarización de la sociedad y la impunidad son otro caldo de cultivo de la violencia.
“Vivimos en un país donde hay 1,5 millones de armas de fuego y sólo 250.000 son legales. Hay más de 600 compañías de seguridad privad y los militares se encargan del orden público.
Las mujeres están aterrorizadas porque saben que la vida en Honduras no vale nada y prefieren huir. Hay que desarmar al país y acabar con la impunidad”, enfatizó.
Ante esta situación, las organizaciones de mujeres y feministas aglutinadas en el Movimiento 25 de Noviembre se han movilizado en varias ocasiones, exigiendo justicia para las víctimas y castigo para los asesinos y agresores.
También piden mayor acceso a los datos sobre femicidios y rendición de cuenta de los fondos destinados a la investigación de los femicidios.
Asimismo, están trabajando la propuesta de un proyecto de ley integral contra la violencia hacia las mujeres, que posiblemente sea presentado ante el poder legislativo después de las elecciones generales del próximo noviembre.
“Es una ley muy completa que nace desde el movimiento de mujeres y que se centra en la prevención. No queremos que se politice, ni que se use como propaganda electoral. Vamos a esperar. Seguramente su aprobación sería un gran avance”, concluyó Neesa Medina.
Notas
[1] http://conadeh.hn/wp-content/u
[2] Centro Electrónico de Documentación e Información Judicial
[3] Organizaciones transnacionales de pandillas criminales
[4] Un informe de Amnistía Internacional señala que el 80% de las mujeres que emigran por la vía terrestre enfrentan algún tipo de abuso sexual durante el recorrido
Fuente: ALAI
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