lunes, 23 de octubre de 2017

"Ataque sónico": razones para dar marcha atrás al deshielo de Obama con Cuba

A. Harnik | AP
Por Max J. Castro | Progreso Semanal

Con insensatos tuits y comentarios en erupción del presidente Donald Trump a una velocidad vertiginosa, incluso para él, sería fácil perderse un breve artículo que apareció en The New York Times el viernes, 6 octubre, acerca del “ataque sónico” a los diplomáticos estadounidenses en Cuba.

Más de veinte diplomáticos estadounidenses de misión en Cuba afirman haber sufrido una variedad de síntomas que van desde una leve conmoción cerebral hasta pérdida auditiva, según el Departamento de Estado.

Pero el artículo del Times deja en claro que existe una falta total de evidencia científica de que haya tenido lugar un ataque sónico. De hecho, la ciencia indica que probablemente no pudo haber sucedido.

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¿Por qué no? Zimmer entrevistó a varios expertos científicos en el campo de la acústica, los cuales se burlaron de la posibilidad de un ataque sónico que pudiera producir los síntomas reportados. Los ataques de ese tipo que usan ruidos fuertes y estridentes pueden producir daños físicos y psicológicos. Al igual que Noriega, o los presuntos terroristas torturados por Estados Unidos utilizando la técnica. Pero, evidentemente, esto no sucedió en Cuba.

Las otras posibilidades son ondas sonoras que no pueden ser escuchadas por los humanos: infrasonido y ultrasonido. Pero, como descubrió Zimmer, un informe del “Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental en 2002 señaló que los militares intentaron crear un arma de infrasonido pero no lo lograron, porque era difícil enfocar las longitudes de onda”.

El ultrasonido puede dañar a las personas si se aplica suficiente energía. Un ultrasonido intenso puede matar a un ratón a corta distancia. Sin embargo, el ultrasonido “no puede viajar a gran distancia”, explicó Jun Kin a Zimmer, ingeniero acústico de la Universidad del Sur de Illinois (SIU). Además, el ultrasonido generalmente rebota de las paredes y de las fachadas de edificios, y lo que pasa de un lado a otro es de una frecuencia baja e inofensiva.

La conclusión de los investigadores consultados por The Times: “las leyes de la física hacen improbable que el dispositivo pueda dañar desde lejos a los diplomáticos”.

También es evidente por la investigación de Zimmer que el gobierno de Estados Unidos ha hecho poco o ningún esfuerzo para llegar al fondo de las causas del supuesto ataque. El reportero descubrió que no hay un informe médico acerca del tema. En circunstancias similares, el gobierno de Estados Unidos. podría haber convocado a un panel de científicos y expertos gubernamentales para profundizar en el tema o, al menos, consultar con los expertos. Pero ninguno de los científicos entrevistados por Zimmer informó haber sido contactado por el gobierno.

Además, un ataque sónico no puede causar una conmoción cerebral que provoque tan siquiera una lesión leve en el cerebro, una de las dolencias reportadas. Jurgen Altmann, físico de la Technische Universitat Dortmund, en Alemania, y experto en acústica dijo: “No conozco ningún efecto acústico que pueda causar síntomas de conmoción cerebral… El sonido que viaja por el aire no puede sacudirle a uno la cabeza”.

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿por qué y cómo surgió la teoría de un ataque sónico y luego fue aceptada por casi todos los medios como un hecho? ¿Qué explica la aparente falta de interés del gobierno de Estados Unidos para determinar las causas reales? Respuesta corta: es un ejemplo de lo que Noam Chomsky llama “la fabricación del consentimiento”.

Quin, el experto de la SIU, dijo que algo había dañado a esa gente “pero podría ser algo del medio ambiente”, al igual que toxinas, bacterias o virus pueden dañar el oído. También podría ser un caso de histeria colectiva. Timothy Leighton, profesor de ultrasonido y acústica subacuática de la Universidad de Southampton, sugirió la posibilidad de factores psicológicos: “Si uno hace que las personas estén ansiosas por estar siendo atacadas con un arma de ultrasonidos, esos [los que se suponen] son ​​los síntomas que se sufrirán”.

En cuanto a la indiferencia del gobierno de Estados Unidos con respecto a erradicar las causas, los comentarios de Stephen L. Garret, profesor jubilado de acústica en la Universidad Estatal Penn, ofrecen una pista. Señaló que si se hubiera producido un ataque de ese tipo, habría sido fácil de detectar mientras sucedía. “Creo que perdieron su oportunidad… Hubiera sido pan comido”.

Existe una situación más probable para la ausencia de una respuesta real que la pura incompetencia, una arraigada en la política. Trump prometió a una importante aunque decadente parte de su base (exiliados cubanos de línea dura en el estado clave de la Florida) que daría marcha atrás a la mayor parte de la apertura de Obama hacia Cuba. El inexistente ataque sónico ofreció un pretexto verosímil para un retorno parcial a una política irracional que, hasta Obama, se mantuvo durante casi seis décadas, y una nueva excusa para mortificar a Obama una vez más.

El hecho de que el “ataque sónico” fue una excusa conveniente es obvio debido al hecho de que Estados Unidos comenzó a intensificar la presión al expulsar en masa a los diplomáticos cubanos y retirar a diplomáticos estadounidenses de La Habana, incluso antes de tratar de demostrar lo que realmente sucedió. La administración Bush “enfocó la inteligencia (acerca de armas de destrucción masiva) en torno a la política” de invadir Iraq para lograr un cambio de régimen. La administración Trump ni siquiera se molesta en enfocar la inteligencia. No está buscando ninguna, porque podría revelar verdades inconvenientes que obstaculizarían una política preconcebida por razones de política interna.

Las últimas noticias acerca del ataque sónico consisten en una grabación, obtenida por la AP, del presunto sonido. Aficionados a las redes sociales escucharon el sonido una y otra vez y murieron –de risa. Uno dijo que sonaba como su nuevo tono de llamada. Otros comentarios fueron igualmente irrisorios y despectivos.

El gobierno de Estados Unidos no hizo comentarios acerca de la autenticidad de la grabación. El máximo funcionario citado en el asunto, el jefe de personal de la Casa Blanca, general John Kelly, dijo que cree que el gobierno cubano pudo haberlo detenido. Pero, el hecho es que Estados Unidos, con todas sus habilidades técnicas, no tiene idea de lo que realmente sucedió allí, si es que sucedió algo. Entonces, ¿cómo pudo el gobierno cubano detener a un fantasma?

Es coincidencia, pero no insignificante, que esto ocurra al mismo tiempo que Trump se negó a certificar que Irán cumple con el acuerdo nuclear. Incluso los principales asesores militares y de política exterior del presidente le dijeron a Trump que los iraníes estaban cumpliendo el acuerdo. A pesar de sus consejos y carente de pretexto, Trump de todos modos no lo certificó. ¿A quién le importan los hechos y la verdad? No a Trump.

El ataque sónico fantasma al menos le brindó a Trump una excusa para dar la impresión de que trata a Cuba con dureza; la medida acerca de Irán, una decisión más trascendental y desastrosa, se basó en el puro descaro. Ambas posiciones están arraigadas en la necesidad que tiene Trump de alimentar con carne cruda a una base inquieta y esperar que esto eleve sus cifras en encuestas subterráneas.

Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal

Fuente: Progreso Semanal


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