El proceso de colonización brutal y en veces adormecedor, llega a todos los espacios y niveles, ha sido una de las batallas que el Pueblo Lenca, como los demás Pueblos Indígenas hemos tenido que enfrentar por más de 500 años de saqueo, violencia y racismo. Esta situación nos debería llamar a la insumisión y a desaprender y desconstruir el coloniaje que llevamos por dentro.
Hasta hoy en día se sigue con la cultura capitalista, patriarcal y racista que dice que los pueblos indígenas somos pueblos de salvajes, ignorantes, violentos, incultos, sin educación, mentirosos, sin propuestas ni pensamientos propios. Nos tratan de “pobrecitos”, si nos ven desde el folklorismo, y de “agresivos” si defendemos nuestros derechos de manera justa y enérgica.
A la sociedad “moderna” y ladinizada le asusta el hecho de que la rebeldía y su derecho en los Pueblos Indígenas está viva; no es capaz de entender que los Pueblos Indígenas hemos construidos y aportado verdaderos procesos de resistencias históricas, culturas profundas y pensamientos complejos. Hemos hecho aportes extraordinarios al desarrollo y a la evolución en general de esta humanidad, aportes que continuamos sosteniendo y defendiendo como nuestro derecho a la libre determinación, a la vida, identidad, al ejercicio del Derecho Indígena, fuera de la “legalidad”, “justicia” y “cultura jurídica” occidental dominante que se piensa “igualitaria”.
Hemos luchado para que el Derecho Colectivo de los Pueblos Indígenas sea reconocido como derecho de interés público; porque negarlo y supeditarlo al monismo y a la cultura jurídica dominante es imposición misma del pensamiento único, ciego de la lucha de clases, alejada del universo del pluralismo jurídico. Es una aceptación sumisa del derecho occidental surgido de culturas patriarcales, capitalistas y usurpadoras eurocéntricas, continuadoras de la espada y de la cruz, que niegan el derecho de autodefensa y prácticas de la legislación propia en los Pueblos Originarios y a la legitimidad de sus luchas, establecidas incluso en diversos y reconocidos instrumentos del derecho internacional.
Montaña Verde es una comunidad ejemplo de tenacidad, dignidad y de construcción de procesos organizativos, de unidad territorial, enfrentando sus desafíos interno y externos, donde existen Consejos Indígenas Lencas, reglamentos internos comunitarios, donde se debate en práctica asamblearia delitos como el abuso sexual, la caza ilegal de la fauna, los limites en el uso e importancia del agua y del bosque, y su interrelación cósmica con quienes habitan esta zona, donde se debate sobre las relaciones de poder en todos los ámbitos, donde confrontan sus conflictos sobre violencia doméstica, la amenaza trasnacional, sobre las REDD+ ONUREDD, explotación minera, privatización de ríos, agroecología, entre otros.
Montaña Verde está cansada de la codicia de personas extrañas que apetecen sus territorios e insisten que son dueñas del lugar. Está cansada de que se la vea como botín, de que lleguen sin consultarle a la comunidad, de sentirse acechada, de que se violenten sus derechos individuales y colectivos, de que fácilmente sea acusada y vista desde el racismo y la arrogancia. Está cansada de que le recen el Convenio 169, sin que se haga una interpretación y compresión correcta, contextualizada y pertinente del mismo.
El COPINH es una organización responsable y seria. Montaña Verde es parte del COPINH. El COPINH cree en Montaña Verde, porque el COPINH está en Montaña Verde y día a día, por más de 15 años hemos vivido la lucha, los desafíos, las construcciones colectivas de estas comunidades y NOS asiste el derecho de pronunciarnos en los temas que decidamos tanto a nivel nacional como internacional.
Reafirmamos nuestra exigencia de respeto territorial, a la identidad, cultura y prácticas de justicia comunitaria apegadas al derecho consuetudinario, ancestral, colectivo, indígena, reconocido en mecanismos, tratados, declaraciones, convenios del derecho internacional producto de la misma lucha de los Pueblos Indígenas, no regalo de nadie.
Les preguntamos a los que pretenden ser dueños de Montaña Verde y a sus asesores legales: ¿Se indignaron acaso cuando torturaron a los líderes comunitarios Marcelino y Leonardo Miranda? ¿Se indignaron cuando Policías Cobras los secuestraron y casi asesinan a sus familias, incluyendo a sus niños y niñas; cuando los arrastraron y cuando les sumergieron sus cabezas en agua a punto de asfixiarlos, frente a un médico forense y fiscal? ¿Se indignaron acaso cuando los “profesionales” Cobras les pusieron en sus cuerpos cigarrillos encendidos o cuándo ofendieron a las mujeres valientes de Montaña Verde y las agredieron y amenazaron a muerte? ¿Les parece que hay justicia igualitaria cuando se sentencia a 30 años de cárcel a compañeros por ser miembros del COPINH, por defender sus territorios y bosques? Fue por la lucha del COPINH y por la solidaridad de muchos pueblos, que se logró liberarlos en 3 años. ¿Por
qué no les provocó indignación que la justicia hondureña absolviera a los Policías Cobras a pesar de haber hecho estas graves y reiteradas violaciones a los derechos humanos?
En el caso del Sr. Neptaly Toledo, foráneo de la zona, caso que victimiza su familia, reafirmamos que es un acto de invasión. Él ha sido advertido que no puede pretender estas tierras, pues hace mucho que hay procesos de expropiación, saneamiento, conforme a derecho, y de titulación comunitaria, del que él debería de estar al tanto. En esta causa, el INA no ha mostrado voluntad política de resolverlo, por lo que responsabilizamos al mismo por los hechos conflictivos y sus consecuencias.
Como Pueblos Indígenas reconocemos la diversidad, el respeto mutuo. Reafirmamos que tenemos derechos particulares como Pueblos, NO privilegios. Creemos en la necesidad de respetar y reconocer la existencia del Derecho Indígena y Alternativo, la autonomía, la dignidad, la emancipación, ante las diversas formas de dominación, y la legitimidad de nuestra causa indígena, la cual continuaremos con fuerza y decisión.
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