viernes, 11 de noviembre de 2016

El pequeño gigante Nicaragua, un nuevo y mejor estándar democrático

Foto G. Trucchi | LINyM
Por Tortilla con Sal

El pasado 5 de noviembre, Daniel Ortega Saavedra ganó las elecciones presidenciales en Nicaragua con 72.5% de la votación y una asistencia del 68% de los votantes elegibles. El Comandante Ortega ganó contra una oposición seriamente dividida que en total sumó un 25.3% de apoyo electoral. Los resultados confirmaron las encuestas publicadas en los meses anteriores que indicaban una victoria espectacular del Comandante Daniel Ortega, Rosario Murillo y el Frente Sandinista de Liberación Nacional.


Las cifras demuestran que Daniel Ortega tiene un mandato democrático mucho más convincente que los políticos occidentales que de manera tan insistente han criticado la democracia nicaragüense. Por ejemplo, en las elecciones estadounidenses de 2012 Barack Obama ganó con el apoyo de 31.5% (51.1% de una participación de 61.8% ) de la población con derecho a votar. El domingo pasado en Nicaragua Daniel Ortega ganó con un apoyo del 49.4% (72.5% de una asistencia de 68.1%). Si se trata de una comparación de sus respectivas credenciales democráticas, Daniel Ortega deja atrás a todos los dirigentes occidentales, sin excepción alguna.

Antes de las elecciones nacionales en Nicaragua, las encuestas indicaban que alrededor del 25% de los votantes estaban indecisos sobre qué candidato apoyar. Al final, la mayoría de ese bloque de votantes indecisos dio su voto a los candidatos de los diferentes partidos de la derecha. Esto permitió al Partido Liberal Constitucionalista a retomar su lugar como primer partido de la oposición con un 15% de la votación en la elección para Presidente. En las elecciones legislativas, el FSLN aumentó su votó un poco en comparación con las elecciones del 2011 con un 66%, mientras que la oposición, también con el PLC a la cabeza, acumuló un poco más del 33%. Esto quiere decir que probablemente habrá un pequeño cambio a favor del FSLN en la asignación de los escaños dela Asamblea Nacional.

En Nicaragua, las y los ciudadanos pueden votar desde la edad de 16 años, lo que hace que en el electorado predomine la juventud. Esto se reflejó también en la organización de las juntas receptoras de votos conformadas por más de 260,000 voluntarios, mayoritariamente jóvenes capacitados por la autoridad electoral: el Consejo Supremo Electoral. El día de las elecciones la votación fue muy calma y eficiente, con muy pocas filas y sin reportes de incidentes violentos, aunque al día siguiente se informó de incidentes violentos provocados por los simpatizantes del partido Yatama en la región del Caribe Norte.

Al iniciar la votación el 6 de noviembre una ausencia no lamentada fue la de las misiones intervencionistas de las ONGs occidentales, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos. De este modo, Nicaragua se ha unido a los Estados Unidos, México, Argentina y Uruguay en excluir las misiones extranjeras de observación como árbitros de la integridad de los procesos electorales soberanos de sus países. Sin embargo, contrario a los reportes de los medios occidentales, las elecciones en Nicaragua fueron acompañadas por un grupo numeroso de visitantes extranjeros invitados, incluso representantes de la OEA y miembros del cuerpo diplomático, y también un grupo distinguido de expertos y especialistas electorales de impecable imparcialidad.

Este último grupo emitió un informe técnico que validó completamente la eficiencia de la organización del proceso electoral, su transparencia y la alta, calma y entusiasta participación de la ciudadanía. En contraste a las convencionales misiones occidentales de observación electoral, este grupo de expertos trabajaba explícitamente en base a la no intervención. Su informe expresa que, “Esta Misión realiza su labor en base a un análisis cualitativo y respetuoso de las normas jurídicas nacionales, sean estas resoluciones de naturaleza administrativa, jurisdiccional y legislativa, fundadas en los principios de solidaridad internacional y no injerencia en los asuntos internos, que se corresponden a los pilares básicos de funcionamiento de cualquier organismo interamericano.” Esto es, en el espíritu del trabajo de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Dentro de ese mismo espíritu hasta aliados regionales de los Estados Unidos como México y Guatemala han felicitado al Presidente Daniel Ortega en su re-elección

Aun así, con su proceso electoral ejemplar, la democracia nicaragüense está siendo atacada agresivamente por los gobiernos y medios occidentales. Hasta el momento, ni un solo gobierno occidental ha saludado lo que es por cualquier estándar un ejercicio maravillosamente exitoso de democracia electoral, y eso en uno de los países más empobrecidos de la región. Todos los medios propagandísticos de los países de la OTAN colaboraron con la propaganda de odio y mentiras del gobierno estadounidense. Menospreciaron las elecciones en Nicaragua en un intento por imponer sus criterios neocoloniales con un desprecio total por la decisión soberana del pueblo de Nicaragua. El motivo de esta campaña cínica e hipócrita de guerra sicológica es que el éxito político, económico y social de Nicaragua hace aparecer la política estadounidense en la región por lo que es: un rotundo fracaso. Prueba de eso es el ejemplo de Haití, un país bajo el tutelaje occidental desde el golpe de estado de 2004 instigado por el gobierno estadounidense. El pueblo haitiano ha sido víctima de un miserable proceso electoral fracasado tras otro, siempre intervenido por el gobierno estadounidense y sus aliados por medio de la ONU y las infaltables ONGs occidentales.

Con cero credibilidad afuera de la burbuja mediática de los países de la OTAN, sus gobiernos y sus medios de comunicación ahora critican la democracia nicaragüense. Pero la experiencia de las y los visitantes extranjeros a Nicaragua testifica precisamente lo opuesto. Entre muchos otros testimonios de las y los visitantes que pasaron el 6 de noviembre visitando a los centros de votación en toda Nicaragua, el activista de la solidaridad estadounidense Richard Luckemeier notó “Para nosotros de los Estados Unidos es difícil evitar la comparación entre el proceso electoral en los Estados Unidos y el proceso electoral aquí en Nicaragua. Y tengo que decir que en los Estados Unidos en estas elecciones la gente está disgustada, tanto con el proceso electoral como con los candidatos. Por contraste, de lo que hemos visto hoy visitando a los centros de votación, la gente está votando con entusiasmo, y uno podría decir con alegría. Como dicen, es una fiesta cívica. En tiempos anteriores los Estados Unidos fueron un buen ejemplo de la democracia en el hemisferio. Pero ahora es Nicaragua, un país pequeño, mucho más pequeño que los Estados Unidos, que ahora es el buen ejemplo de la democracia en el hemisferio. Nicaragua el pequeño gigante, uno podría decir.”

Por diversos motivos las elecciones en Nicaragua tendrán un impacto importante en términos regionales. Por un lado, debe de poner un punto final al análisis charlatán de la mal llamada “restauración conservadora” en América Latina que al final consiste en regímenes ilegítimos instalados por élites derechistas represivas, corruptas y anti-democráticas. La re-elección del Presidente Comandante Daniel Ortega con su esposa como Vice-presidenta es un recordatorio enfático de que en un país independiente la mayoría democrática siempre tiende a apoyar las equitativas políticas socialistas. Sin embargo, el aspecto más revolucionario de las elecciones en Nicaragua es que, con toda justicia, han puesto alto el estándar de la igualdad de género en la política mundial. Por ley, 50% de todas las candidaturas en las elecciones tienen que ser de mujeres. Quizás en un día no tan lejano los Estados Unidos y sus aliados eventualmente van a poder lograr alcanzar a Nicaragua en esa meta. 



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