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Honduras es uno de los países más peligrosos del mundo (tiene la tasa de homicidios más alta del hemisferio) y, de acuerdo con el panorama descrito por Leticia Salomón, sus dirigentes poco hacen para que deje de serlo.
“Desde los noventa vivimos un problema grave de inseguridad ciudadana, que se acentuó en la primera década del 2000”, declara la directora de Investigación de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Las vicios son muchos: corrupción, ineficiencia, presupuestos escasos y poco tutelados, y escaso interés político por ingeniar una estrategia de prevención. El reciente incendio de la cárcel de Comayagua, en el que murieron 360 reos, “evidencia el colapso del sistema de justicia”, dice Salomón.
¿Cuál es el perfil actual de la violencia en Honduras?
Ha habido un cambio en los orígenes de la violencia. Las viejas rivalidades entre partidos políticos ya no se traducen en luchas con heridos y muertes, y tampoco prolifera la violencia que el Estado ejerció sobre la ciudadanía a través de violaciones de derechos y la persecución de disidentes.
”Ahora, en cambio, la sociedad misma es la que genera un montón de problemas, que van desde conflictos sociales plenamente válidos, hasta la organización de bandas, maras, pandillas, organizaciones de narcotráfico, etc.”.
¿Cuál es el estado del sistema de justicia hondureño para enfrentar el problema?
El sistema de justicia en Honduras presenta rasgos bastante deficientes para garantizar el debido proceso. Me refiero a todos los operadores de justicia: Policía preventiva, Policía de investigación, fiscales, jueces, defensores, el sistema penitenciario e incluso la normativa en problemas de seguridad.
”La criminalidad aumenta a pesar de que el poder ejecutivo y el legislativo aprueban incrementos presupuestarios. Como no hay una rendición de cuentas horizontal, no se le pide a las autoridades que digan qué hicieron con esos fondos y se continúa en el mismo círculo sin que se produzcan resultados positivos.
”También hay involucramiento de las autoridades con el crimen común y el organizado. Las denuncias de los últimos días, incluso antes del incendio de la cárcel de Comayagua, como el asesinato de dos estudiantes universitarios, evidencian el quiebre del sistema de justicia. Los policías no solo cubren a los que cometen los delitos, sino que son parte de bandas organizadas”.
¿Cuánto han influido las políticas de mano dura de los últimos años en el deterioro del sistema judicial hondureño?
Han influido mucho. El incendio en la cárcel de Comayagua pone en evidencia el colapso del sistema de justicia para enfrentar un problema real al que las autoridades nunca le han prestado la debida atención. El tema penitenciario no se ha incorporado en la agenda de ningún gobierno.
”Simplemente se han dedicado a enviar a la cárcel a todo al que agarran, muchos de los cuales ni siquiera están juzgados definitivamente. Hay muchos en la cárcel por cosas muy pequeñas, como tener un tatuaje, y cumplen más del tiempo estipulado por la ley mientras el juez decide”.
¿Qué pasa con los que comentes delitos de alta gravedad?
Hay personas que tienen muchísimos recursos, mucha influencia política en el país, y que cuando son detectados en algún problema de crimen mayor, gozan casi de una total impunidad. Por lo general, estas personas ni siquiera son requeridas, ni si quiera son investigadas, y si se toma la decisión de recluirlas mientras son investigadas, hay sistemas privilegiados dentro de la cárcel, que ellos pueden rentar como si fuera un hotel.
”Ahí pueden vivir con televisión, equipo de sonido, con una alacena..., con todo, como si fuera un hotel. Y lo que es peor: pueden salir cuantas veces quieran con la complicidad de los custodios. Se pueden observar los fines de semana en las discotecas, en sus casas, o incluso recibiendo clases”.
Las estadísticas dicen que el promedio de armas en Honduras es de cinco por persona. ¿Por qué es tan fácil conseguir armas en Honduras?
Esa es una pregunta que nos hacemos desde que el Congreso nacional aprobó el tema (en el 2010). Cuando se suponía que lo recomendado era tener un arma, y eso con sumas restricciones, la decisión legislativa no le puso límites a la portación. Siento que esa fue una gran concesión a las empresas y personas que tienen seguridad privada. El resultado es la existencia de un potencial uso de la violencia para poder dirimir cualquier conflicto menor.
¿Cuánto afectan las maras en el índice de violencia del país?
Las maras están delimitadas en colonias marginales de la ciudad y tienen como razón de ser la defensa de su territorio. Es decir, son fácilmente ubicables, no proliferan en toda la ciudad.
”En el período de Ricardo Maduro (2002-2006), se colocó el tema como foco de atención en materia de seguridad. Obedecía a un problema real, pero fue masificado para desviar la atención de la ciudadanía y descuidar otros temas.
”Esa persecución se tradujo en la captura de las cabecillas, quienes fueron metidos en los centro penales, y muchos de ellos, al encontrarse con otras maras, entraron en choque y se reprodujo la violencia que se realizaba afuera. Hubo muchas muertes de mareros dentro de las prisiones porque estas no estaban preparadas para garantizar la seguridad.
”Hoy, las maras siguen existiendo pero no es un problema tan relevante como lo fue hace algunos años. Eso sí, han pasado a otras etapas, como el narcotráfico en el ámbito del menudeo”.
“Desde los noventa vivimos un problema grave de inseguridad ciudadana, que se acentuó en la primera década del 2000”, declara la directora de Investigación de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Las vicios son muchos: corrupción, ineficiencia, presupuestos escasos y poco tutelados, y escaso interés político por ingeniar una estrategia de prevención. El reciente incendio de la cárcel de Comayagua, en el que murieron 360 reos, “evidencia el colapso del sistema de justicia”, dice Salomón.
¿Cuál es el perfil actual de la violencia en Honduras?
Ha habido un cambio en los orígenes de la violencia. Las viejas rivalidades entre partidos políticos ya no se traducen en luchas con heridos y muertes, y tampoco prolifera la violencia que el Estado ejerció sobre la ciudadanía a través de violaciones de derechos y la persecución de disidentes.
”Ahora, en cambio, la sociedad misma es la que genera un montón de problemas, que van desde conflictos sociales plenamente válidos, hasta la organización de bandas, maras, pandillas, organizaciones de narcotráfico, etc.”.
¿Cuál es el estado del sistema de justicia hondureño para enfrentar el problema?
El sistema de justicia en Honduras presenta rasgos bastante deficientes para garantizar el debido proceso. Me refiero a todos los operadores de justicia: Policía preventiva, Policía de investigación, fiscales, jueces, defensores, el sistema penitenciario e incluso la normativa en problemas de seguridad.
”La criminalidad aumenta a pesar de que el poder ejecutivo y el legislativo aprueban incrementos presupuestarios. Como no hay una rendición de cuentas horizontal, no se le pide a las autoridades que digan qué hicieron con esos fondos y se continúa en el mismo círculo sin que se produzcan resultados positivos.
”También hay involucramiento de las autoridades con el crimen común y el organizado. Las denuncias de los últimos días, incluso antes del incendio de la cárcel de Comayagua, como el asesinato de dos estudiantes universitarios, evidencian el quiebre del sistema de justicia. Los policías no solo cubren a los que cometen los delitos, sino que son parte de bandas organizadas”.
¿Cuánto han influido las políticas de mano dura de los últimos años en el deterioro del sistema judicial hondureño?
Han influido mucho. El incendio en la cárcel de Comayagua pone en evidencia el colapso del sistema de justicia para enfrentar un problema real al que las autoridades nunca le han prestado la debida atención. El tema penitenciario no se ha incorporado en la agenda de ningún gobierno.
”Simplemente se han dedicado a enviar a la cárcel a todo al que agarran, muchos de los cuales ni siquiera están juzgados definitivamente. Hay muchos en la cárcel por cosas muy pequeñas, como tener un tatuaje, y cumplen más del tiempo estipulado por la ley mientras el juez decide”.
¿Qué pasa con los que comentes delitos de alta gravedad?
Hay personas que tienen muchísimos recursos, mucha influencia política en el país, y que cuando son detectados en algún problema de crimen mayor, gozan casi de una total impunidad. Por lo general, estas personas ni siquiera son requeridas, ni si quiera son investigadas, y si se toma la decisión de recluirlas mientras son investigadas, hay sistemas privilegiados dentro de la cárcel, que ellos pueden rentar como si fuera un hotel.
”Ahí pueden vivir con televisión, equipo de sonido, con una alacena..., con todo, como si fuera un hotel. Y lo que es peor: pueden salir cuantas veces quieran con la complicidad de los custodios. Se pueden observar los fines de semana en las discotecas, en sus casas, o incluso recibiendo clases”.
Las estadísticas dicen que el promedio de armas en Honduras es de cinco por persona. ¿Por qué es tan fácil conseguir armas en Honduras?
Esa es una pregunta que nos hacemos desde que el Congreso nacional aprobó el tema (en el 2010). Cuando se suponía que lo recomendado era tener un arma, y eso con sumas restricciones, la decisión legislativa no le puso límites a la portación. Siento que esa fue una gran concesión a las empresas y personas que tienen seguridad privada. El resultado es la existencia de un potencial uso de la violencia para poder dirimir cualquier conflicto menor.
¿Cuánto afectan las maras en el índice de violencia del país?
Las maras están delimitadas en colonias marginales de la ciudad y tienen como razón de ser la defensa de su territorio. Es decir, son fácilmente ubicables, no proliferan en toda la ciudad.
”En el período de Ricardo Maduro (2002-2006), se colocó el tema como foco de atención en materia de seguridad. Obedecía a un problema real, pero fue masificado para desviar la atención de la ciudadanía y descuidar otros temas.
”Esa persecución se tradujo en la captura de las cabecillas, quienes fueron metidos en los centro penales, y muchos de ellos, al encontrarse con otras maras, entraron en choque y se reprodujo la violencia que se realizaba afuera. Hubo muchas muertes de mareros dentro de las prisiones porque estas no estaban preparadas para garantizar la seguridad.
”Hoy, las maras siguen existiendo pero no es un problema tan relevante como lo fue hace algunos años. Eso sí, han pasado a otras etapas, como el narcotráfico en el ámbito del menudeo”.
http://www.nacion.com/2012-02-26/Portada/-El-incendio-en--Comayagua--evidencia-el-colapso-del-sistema-.aspx
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