Por Geovani Montalvo - Tercera Información
La justicia de Guatemala determinó -el 26 de enero- que el ex dictador militar Efraín Ríos Montt deberá enfrentarse a juicio en marzo, acusado de genocidio y otros crímenes perpetrados durante su gobierno, entre 1982 y 1983, tras tomar el poder por un golpe de Estado.
Se estima que bajo el mandato de Ríos Montt, hoy con 85 años de edad, fueron
asesinadas cerca de 1.771 personas, fueron violadas 1.485 mujeres
menores de edad y casi 30.000 fueron desplazadas forzadamente de sus
casas.
El fiscal Manuel Vásquez, durante la primera audiencia del 26 de enero, acusó a Montt de implementar los planes "Firmeza 82" y "Victoria 83" que permitieron, al ejército de ese país centroamericano, cometer genocidios y delitos contra la humanidad en asentamientos indígenas durante su gobierno.
De manera que Montt debió comparecer por primera vez ante la justicia
para rendir declaración por su vinculación en más de 70 hechos
delictivos, entre ellos 11 masacres, en las que fueron asesinados más de 1.700 indígenas de la etnia Ixil, en el departamento del Quiché, a unos 250 kilómetros al noroeste de la capital.
El militar retirado fue puesto bajo arresto domiciliario hasta que se lleve a cabo el juicio de marzo.
Según el guatemalteco Álvaro Pop, experto independiente del Foro Permanente de Asuntos Indígenas de Naciones Unidas
y analista político, el caso “se convierte en un proceso paradigmático
que obliga a la sociedad a discutir y definir jurisprudencia alrededor
de las realidades e impactos de la guerra (1960-1996)”
El reconocimiento del genocidio, el papel de los pueblos indígenas en
la guerra y la magnitud de las muertes en las comunidades, -indicó- son
otros aspectos que evoca el juicio contra Montt, en un país donde
ningún miembro de la cúpula militar había sido juzgado hasta ahora.
El Jefe de la cuarta misión indígena de observación electoral en
Guatemala y maya Q’eqchi aseguró a éste diario digital que el caso
también “obliga” a la dirigencia guatemalteca a revisar “su papel en la época de la guerra, desde la institucionalidad del Estado, la iniciativa privada y la sociedad civil”.
En los pueblos indígenas, señaló, “éste ejercicio puede ayudar a enfrentar el futuro sabiendo que el camino de la justicia existe”;
asimismo, para hacer una introspección “y dialogar sobre las historias
de la guerra y su propio accionar (el de los pueblos indígenas) en medio
del conflicto”.
En 36 años que demoró el conflicto armado en Guatemala, fueron asesinadas o desaparecidas más de 200.000 personas,
con el ejército nacional -con apoyo de EE.UU.- como responsable del 93
por ciento de esos crímenes, según datos de la independiente Comisión
para el Esclarecimiento Histórico (CEH).
La comisión documentó, además, que durante la dictadura de Ríos Montt
se llegó al cenit en cuanto a las violaciones a los derechos humanos,
teniendo como principales víctimas a las poblaciones indígenas.
“Independientemente del resultado del proceso (contra Montt), el país
inicia a construir su dignidad”, aseveró Álvaro Pop, y dijo ser
“optimista” pese a considerar “difícil” predecir el futuro del caso. “La
administración de justicia en Guatemala ha estado bajo mucha presión de
transparencia, honestidad y cumplimiento pleno de tareas”, recordó.
Mientras las familias de las víctimas piden la cárcel de inmediato
para el ex dictador militar, el actual gobierno del ex general Otto
Pérez Molina -también acusado de genocidio- se ha mostrado “sereno” y
“públicamente han insistido que en Guatemala no hubo genocidio”.
Pop sospecha que la postura “muy tranquila” del gobierno en turno se
debe probablemente porque “ha quedado fuera del caso del (asesinato y
tortura del) Comandante Everardo. (Ya que) El MP (Ministerio Público)
así lo ha decidido”.
Los Acuerdos de Paz de Guatemala, firmados en 1996 entre el ejército y
la entonces insurgente Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca
(URNG, actual partido político), ha heredado un gran desafío a la
sociedad de este país, que lucha principalmente por la verdad y la
justicia.
“Me parece que hemos avanzado. En los últimos ocho años, el Programa
nacional de Resarcimiento ha avanzado en su función y propósito. Muy
lentamente, con limitados recursos y con mucho rumor de corrupción, sin
embargo el resarcimiento crea una nueva conciencia sobre la realidad de
la guerra y sus impactos, especialmente en el área rural”, explicó
Álvaro.
Añadió que se han dado importantes pasos como las declaraciones de
perdón por parte del Estado y el resarcimiento y perdón a la familia del
ex presidente Jacobo Arbenz; No obstante, “tenemos que reconocer que la
justicia es lo que más lento que avanza, especialmente porque tenemos
que avanzar en superar la corrupción y el posicionamiento en los
tribunales de ex militares que estudiaron leyes y ahora son operadores
de justicia y abogados, haciendo de la administración una justicia
parcial”.
Pop advierte que aún más lento es levantar la verdad. Herramientas
como el Archivo de la Policía nacional (descubierto hace algunos años) y
la liberación de documentos oficiales en Estados Unidos, han permitido
reconocer la realidad de la guerra y las acciones militares contra
civiles.
“Tengo la sensación que en el imaginario de los guatemaltecos, esa es
una verdad histórica. Terminar de aclararla, reconocer culpables y
victimas y hacer justicia, son los desafíos pendientes”, acotó.
Juan José Guerrero, escritor e investigador, escribió recientemente
en su blog: “No me extrañaría que (Montt) salga bien librado del proceso
al que se le ligó porque –insisto–, el mal es astuto. Sin embargo, cada
pecado trae su propio infierno y usted ha empezado a vivir el suyo”.
Y continuó: “Sus fantasmas no le quitan el sueño solamente a usted.
También me lo quitan a mí. Yo era cirujano en el Hospital Regional de
Cobán cuando usted gobernaba de facto y los cadáveres que llegaban a la
morgue (cuando llegaban), parecían sacados de una pesadilla diabólica:
mujeres asesinadas, previamente violadas y torturadas patológicamente;
niños despanzurrados; q’eqchíes masacrados y era horrible escuchar,
cuando alguien sobrevivía, narraciones tan pero tan espantosas que
solamente las creíamos porque salían de labios sin razón para mentir”.
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