Por Annalisa Melandri
La tensa situación que se está viviendo en estas hora en Haití, debido al llamado a protestas para este domingo 18 de noviembre de la oposición y de sectores sociales quienes demandan el cese de la corrupción, la investigación de los contratos de Petrocaribe y la renuncia del presidente haitiano Jovenel Moïse, está asumiendo tonos muy violentos y ya ha provocado dos muertos y decenas de heridos entre manifestantes y agentes de policía.
A pesar de haber llamado a la movilización para este domingo, las protestas en todo el país han iniciado el lunes pasado en reclamo a los resultados de una investigación iniciada en el 2017 por el senado haitiano la cual reveló que 14 funcionarios del gobierno del anterior presidente Michel Martelly, malversaron 3,800 millones de dólares del programa de subministro de petróleo a condiciones favorables desde Venezuela llamado Petrocaribe, impulsado por el entonces presidente venezolano Hugo Chávez en toda la región en cambio de productos, servicios básicos y apoyo internacional.
El actual presidente Jovenel Moise, del mismo partido de Martelly, es acusado de no cumplir con las promesas electorales y de no avanzar con las investigaciones con el caso Petrocaribe, por el cual no hay ningún enjuiciado.
El miércoles, una marcha multitudinaria recorrió Puerto Príncipe en la cual se registraron incidentes y actos vandálicos hacia centros comerciales y automóviles.
Analistas internacionales ya habían indicado Haití como una bomba de tiempo respecto al estallido de una violenta protesta social por los altos niveles de pobreza del pueblo haitiano y un fuerte sentimiento de indignación acumulado tras la sucesión de gobiernos corruptos e ineptos.
Mientras Haití, a pesar de la fuerte presencia del contingente de los Cascos Azules de las Naciones Unidas, (presencia rechazada por la gran mayoría del pueblo debido a los escándalos en los que se han viso involucrado sus miembros) y de las cuantiosas inversiones de las potencias extranjeras después del temblor de tierra del 2010, no lograba salir nunca de su condición de estado fallido, el pueblo haitiano seguía hundiéndose en la pobreza extrema y en condiciones de vida al limite de la dignidad humana.
Por eso no ha de sorprender el estallido de la protesta social de estos días, sobre todo porque no ha sido un caso aislado.
Ya en el mes de julio de este año, el pueblo se había lanzado a la calle por el anuncio hecho por el gobierno de un alza de combustibles que era parte de un paquete de ajustes implementados de acuerdo al Fondo Monetario Internacional. En esa ocasión las compañías aéreas estadounidenses Spirit Airlines, Jet Blue y American Airlines habían cancelado sus vuelos a Puerto Príncipe a raíz de las protestas que dejaron en ese entonces tres muertos.
El 17 de octubre, fecha trascendental por el pueblo haitiano, en que se conmemora la muerte de Dessalines, líder de la Revolución haitiana, miles de ciudadanos tomaron las calles exigiendo medidas ante los resultados de la investigación sobre los fondos de Petrocaribe y en esta ocasión también hubo dos muertos y decenas de heridos, cuando el presidente fue asaltado por una turba en momentos en que se aprestaba a rendir su homenaje ante el monumento al héroe nacional.
La situación en Haití como siempre trae reflejos, nunca positivos, en la cercana República Dominicana, con la cual comparte la misma isla.
Las relaciones entre los dos países, debido a 20 años de ocupación haitiana sobre la República Dominicana, terminada en 1844, nunca han sido amigables.
Los dominicanos se sientes invadidos y amenazados por la migración ilegal descontrolada de los haitianos a República Dominicana.
Los haitianos no pierden ocasión para vengarse de este sentimiento de rechazo de parte de sus vecinos.
El pasado viernes 16 de noviembre unos camioneros dominicanos en medio de la protesta han sido abaleados y uno de ellos ha reportado graves heridas, saliendo vivo por milagro.
La semana pasada un grupo de médicos quienes se encontraban practicando motocross en la Carretera Internacional en un lugar de difícil demarcación territorial a la frontera entre ambos países, han sido rodeados por un turba de un centenar de haitianos armados de machetes y cuchillo quienes los han despojados de todas sus pertenencias frente a una patrulla del ejercito dominicano que no ha podido hacer otra cosa que presenciar el hecho impotente.
Estos sucesos exacerban el racismo y la intolerancia que permean la sociedad dominicana. Sectores ultranacionalistas aprovechan los hechos y el clima de inconformidad para tildar de traidor el presidente Danilo Medina acusándolo de extrema debilidad frente al fenómeno migratorio.
Circula en estas horas un video de ciudadanos originarios de diferentes ciudades de la República Dominicana quienes se estarían organizando en la creación de un ejército paralelo con el objetivo de sacar todos los haitianos del país y amenazar los ciudadanos dominicanos progresistas que abogan por soluciones armónicas al fenómeno migratorio como los defensores de derechos humanos o algunos periodistas y no es la primera vez que hechos como este se dan a conocer.
Lo más penoso es que muchos elementos, más allá del territorio de la misma isla, unen estos dos pueblos históricamente enemigos, como por ejemplo la pobreza y la corrupción de su clase dirigente.
Sin embargo, las izquierdas de los dos países, que en el capitalismo depredador tienen el enemigo común, logran encontrar puntos de unión o solidarizarse entre sí.
Divide et impera desde Julio Cesar se ha demostrado una excelente estrategia de dominación.
Fuente: annalisamelandri.it
A pesar de haber llamado a la movilización para este domingo, las protestas en todo el país han iniciado el lunes pasado en reclamo a los resultados de una investigación iniciada en el 2017 por el senado haitiano la cual reveló que 14 funcionarios del gobierno del anterior presidente Michel Martelly, malversaron 3,800 millones de dólares del programa de subministro de petróleo a condiciones favorables desde Venezuela llamado Petrocaribe, impulsado por el entonces presidente venezolano Hugo Chávez en toda la región en cambio de productos, servicios básicos y apoyo internacional.
El actual presidente Jovenel Moise, del mismo partido de Martelly, es acusado de no cumplir con las promesas electorales y de no avanzar con las investigaciones con el caso Petrocaribe, por el cual no hay ningún enjuiciado.
El miércoles, una marcha multitudinaria recorrió Puerto Príncipe en la cual se registraron incidentes y actos vandálicos hacia centros comerciales y automóviles.
Analistas internacionales ya habían indicado Haití como una bomba de tiempo respecto al estallido de una violenta protesta social por los altos niveles de pobreza del pueblo haitiano y un fuerte sentimiento de indignación acumulado tras la sucesión de gobiernos corruptos e ineptos.
Mientras Haití, a pesar de la fuerte presencia del contingente de los Cascos Azules de las Naciones Unidas, (presencia rechazada por la gran mayoría del pueblo debido a los escándalos en los que se han viso involucrado sus miembros) y de las cuantiosas inversiones de las potencias extranjeras después del temblor de tierra del 2010, no lograba salir nunca de su condición de estado fallido, el pueblo haitiano seguía hundiéndose en la pobreza extrema y en condiciones de vida al limite de la dignidad humana.
Por eso no ha de sorprender el estallido de la protesta social de estos días, sobre todo porque no ha sido un caso aislado.
Ya en el mes de julio de este año, el pueblo se había lanzado a la calle por el anuncio hecho por el gobierno de un alza de combustibles que era parte de un paquete de ajustes implementados de acuerdo al Fondo Monetario Internacional. En esa ocasión las compañías aéreas estadounidenses Spirit Airlines, Jet Blue y American Airlines habían cancelado sus vuelos a Puerto Príncipe a raíz de las protestas que dejaron en ese entonces tres muertos.
El 17 de octubre, fecha trascendental por el pueblo haitiano, en que se conmemora la muerte de Dessalines, líder de la Revolución haitiana, miles de ciudadanos tomaron las calles exigiendo medidas ante los resultados de la investigación sobre los fondos de Petrocaribe y en esta ocasión también hubo dos muertos y decenas de heridos, cuando el presidente fue asaltado por una turba en momentos en que se aprestaba a rendir su homenaje ante el monumento al héroe nacional.
La situación en Haití como siempre trae reflejos, nunca positivos, en la cercana República Dominicana, con la cual comparte la misma isla.
Las relaciones entre los dos países, debido a 20 años de ocupación haitiana sobre la República Dominicana, terminada en 1844, nunca han sido amigables.
Los dominicanos se sientes invadidos y amenazados por la migración ilegal descontrolada de los haitianos a República Dominicana.
Los haitianos no pierden ocasión para vengarse de este sentimiento de rechazo de parte de sus vecinos.
El pasado viernes 16 de noviembre unos camioneros dominicanos en medio de la protesta han sido abaleados y uno de ellos ha reportado graves heridas, saliendo vivo por milagro.
La semana pasada un grupo de médicos quienes se encontraban practicando motocross en la Carretera Internacional en un lugar de difícil demarcación territorial a la frontera entre ambos países, han sido rodeados por un turba de un centenar de haitianos armados de machetes y cuchillo quienes los han despojados de todas sus pertenencias frente a una patrulla del ejercito dominicano que no ha podido hacer otra cosa que presenciar el hecho impotente.
Estos sucesos exacerban el racismo y la intolerancia que permean la sociedad dominicana. Sectores ultranacionalistas aprovechan los hechos y el clima de inconformidad para tildar de traidor el presidente Danilo Medina acusándolo de extrema debilidad frente al fenómeno migratorio.
Circula en estas horas un video de ciudadanos originarios de diferentes ciudades de la República Dominicana quienes se estarían organizando en la creación de un ejército paralelo con el objetivo de sacar todos los haitianos del país y amenazar los ciudadanos dominicanos progresistas que abogan por soluciones armónicas al fenómeno migratorio como los defensores de derechos humanos o algunos periodistas y no es la primera vez que hechos como este se dan a conocer.
Lo más penoso es que muchos elementos, más allá del territorio de la misma isla, unen estos dos pueblos históricamente enemigos, como por ejemplo la pobreza y la corrupción de su clase dirigente.
Sin embargo, las izquierdas de los dos países, que en el capitalismo depredador tienen el enemigo común, logran encontrar puntos de unión o solidarizarse entre sí.
Divide et impera desde Julio Cesar se ha demostrado una excelente estrategia de dominación.
Fuente: annalisamelandri.it
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