Candidatos de los partidos tradicionales derrotados por el llamado a la abstención antigolpista
por Giorgio Trucchi - Rel-UITA
Sea cual sea el resultado final que dé a conocer el Tribunal Supremo Electoral (TSE) durante los próximos días, no lo crean.
En las “elecciones farsa” del 29 de noviembre no importaba quién ganara, sino aparentar un desarrollo democrático de la jornada electoral y una participación masiva de la gente, para tratar de convencer a la comunidad internacional de que ya es tiempo de olvidarse del pasado y mirar hacia el futuro. Un “borrón y cuenta nueva” hábilmente orquestado por los grupos fácticos hondureños y el Ejército, asesorados por el gobierno estadounidense, que violenta la memoria de las víctimas de estos cinco meses de golpe de Estado.
Con casi el 62 por ciento de los votos escrutados en el conteo rápido realizado a través del envío de los datos por celular, método que despertó muchas dudas y suspicacias, el ganador de estas elecciones en Honduras será el candidato del derechista Partido Nacional, Porfirio "Pepe" Lobo Sosa, con el 55 por ciento de los votos válidos.
Muy distante quedó su contrincante Elvin Santos, candidato del Partido Liberal, con el 38 por ciento, quien paga la profunda división del partido a raíz del golpe de Estado, fragmentado entre quienes apoyaron la ruptura del orden constitucional y los que se mantuvieron fieles a su líder, el presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya Rosales.
No obstante, en esta fecha poco importa quiénes hayan ganado estas elecciones que el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado ha clasificado de “circo político”, porque el verdadero triunfador ante la nación y el mundo ha sido el pueblo hondureño, que en su mayoría ha acatado el llamado de la Resistencia a boicotear el proceso electoral que perseguía el objetivo de legitimar el golpe y sus inspiradores y ejecutores.
Pese a lo que quiera dar a creer el TSE, quienes han pasado la jornada de ayer, 29 de noviembre, visitando y observando los centros de votación, saben perfectamente que la concurrencia a las urnas ha sido insignificante, que la presencia del Ejército y la policía ha sido asfixiante y atemorizante en todo el país y que se han registrado un sinnúmero de episodios de represión y violación a los derechos humanos de los hondureños.
También ha sido inexistente la presencia de observadores electorales calificados, ya que los pocos que eran acarreados de un centro de votación al otro, además de pertenecer a organizaciones sociales o políticas de la derecha nacional e internacional que avalaban el golpe de Estado, preferían pasar su tiempo tomándose fotos en lugar de tratar por lo menos de fingir cumplir con la tarea por la que fueron desesperadamente llamados por el gobierno de facto y los magistrados electorales.
La Resistencia denuncia represión y fuerte abstencionismo
Durante una rueda de prensa que se desarrolló en la sede del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH), el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado y la Plataforma de organizaciones de derechos humanos dieron a conocer un documento en el que informaron haber constatado “el fracaso de la farsa electoral debido a la escasa afluencia de votantes a las mesas receptoras, pese a las amenazas a la población en general y a los trabajadores y trabajadoras de parte del gobierno de facto y la empresa privada, en caso de no participar al voto.
Esta realidad –continúa el documento– desautoriza al Tribunal Supremo Electoral a dar a conocer resultados exagerados con el fin de dar credibilidad a su farsa electoral”.
También se denunció que las fuerzas represivas continuaron con su campaña de terror contra la población en resistencia. A ese propósito, el COFADEH dio a conocer un primer informe sobre las violaciones cometidas los días 28 y 29 de noviembre contra el pueblo hondureño, a través de numerosas detenciones y cateos ilegales de viviendas, constantes amenazas de parte del Ejército y la Policía en todo el país y la continua violación de la Ley Electoral, que prohíbe a los militares acercarse a menos de 100 metros de los centros de votación.
En San Pedro Sula, en el norte del país, la marcha de la Resistencia fue salvajemente reprimida por la policía, y hay decenas de heridos y detenidos, entre ellos un periodista de la agencia Reuters quien fue hospitalizado por una profunda herida en la cabeza.
En Santa Bárbara y Zacate Grande varias comunidades fueron rodeadas por militares y los activistas de la Resistencia amenazados. 20 jóvenes tuvieron que escapar para evitar la represión y hasta el momento se desconoce su paradero.
En Tegucigalpa, la sede del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (STIBYS), afiliado a la UITA, fue objeto de severas amenazas por parte del Ejército, cuyos efectivos permanecieron largas horas apuntando con una ametralladora hasta disparar ráfagas durante la madrugada del día 29 de noviembre.
"Viendo lo que ha sucedido en estos dos días, podemos anunciar que existen todos los elementos para decir que no ha sido posible desarrollar este acto público, porque no las consideramos elecciones, convocado por los golpistas en un ambiente de terror para legalizar el golpe de Estado. Son todos elementos –dijo Bertha Oliva, coordinadora del COFADEH– que nos van a servir para impulsar una acción legal en los próximos días contra este proceso".
Prueba de fuego para la comunidad internacional
Pocos minutos antes de que “Pepe” Lobo se declarara ganador, lo magistrados del TSE anunciaron que el porcentaje de participación al voto fue del 61 por ciento, dejando atónitos los periodistas locales e internacionales que a lo largo de todo el día pudieron comprobar la escasa afluencia a las urnas.
Como único elemento de comparación para poder justificar ese dato tan absurdo, el TSE dio a conocer el tercer informe de Hagamos Democracia, organización conocida a nivel internacional por ser la punta de lanza del Departamento de Estado norteamericano para penetrar los procesos electorales en aquellos países que conradicen la política estadounidense hacia América Latina, y que está financiada por agencias como la NED, el IRI y la USAID.
A pesar de eso, Hagamos Democracia reconoció una participación del 47 por ciento. Una incongruencia que deja al descubierto la burda maniobra del TSE.
Según el conteo a boca de urna del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras, CODEH, con un margen de error del 4,5 por ciento, los votantes no superarían el 22 por ciento. Por el contrario, para el presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya, y la Resistencia, el abstencionismo alcanzaría el 65 por ciento, casi el doble del que hubo en las últimas elecciones del 2004.
Independientemente de cuáles serán los resultados finales, el verdadero ganador de estas elecciones ilegítimas será el pueblo hondureño. Un pueblo en resistencia que de esa manera ha castigado al mundo político, expresión de los grupos fácticos, que ha avalado el golpe de Estado y ha se ha callado ante los muertos, los heridos y la represión generalizada desatada en estos cinco meses de ruptura constitucional.
Ahora es el turno de la comunidad internacional que deberá tomar una decisión final: al lado de la gente que resiste y que dice “No” a la dictadura, o volviéndose cómplice de un proceso involutivo que pone en riesgo el futuro de la región centro y sudamericana.
En las “elecciones farsa” del 29 de noviembre no importaba quién ganara, sino aparentar un desarrollo democrático de la jornada electoral y una participación masiva de la gente, para tratar de convencer a la comunidad internacional de que ya es tiempo de olvidarse del pasado y mirar hacia el futuro. Un “borrón y cuenta nueva” hábilmente orquestado por los grupos fácticos hondureños y el Ejército, asesorados por el gobierno estadounidense, que violenta la memoria de las víctimas de estos cinco meses de golpe de Estado.
Con casi el 62 por ciento de los votos escrutados en el conteo rápido realizado a través del envío de los datos por celular, método que despertó muchas dudas y suspicacias, el ganador de estas elecciones en Honduras será el candidato del derechista Partido Nacional, Porfirio "Pepe" Lobo Sosa, con el 55 por ciento de los votos válidos.
Muy distante quedó su contrincante Elvin Santos, candidato del Partido Liberal, con el 38 por ciento, quien paga la profunda división del partido a raíz del golpe de Estado, fragmentado entre quienes apoyaron la ruptura del orden constitucional y los que se mantuvieron fieles a su líder, el presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya Rosales.
No obstante, en esta fecha poco importa quiénes hayan ganado estas elecciones que el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado ha clasificado de “circo político”, porque el verdadero triunfador ante la nación y el mundo ha sido el pueblo hondureño, que en su mayoría ha acatado el llamado de la Resistencia a boicotear el proceso electoral que perseguía el objetivo de legitimar el golpe y sus inspiradores y ejecutores.
Pese a lo que quiera dar a creer el TSE, quienes han pasado la jornada de ayer, 29 de noviembre, visitando y observando los centros de votación, saben perfectamente que la concurrencia a las urnas ha sido insignificante, que la presencia del Ejército y la policía ha sido asfixiante y atemorizante en todo el país y que se han registrado un sinnúmero de episodios de represión y violación a los derechos humanos de los hondureños.
También ha sido inexistente la presencia de observadores electorales calificados, ya que los pocos que eran acarreados de un centro de votación al otro, además de pertenecer a organizaciones sociales o políticas de la derecha nacional e internacional que avalaban el golpe de Estado, preferían pasar su tiempo tomándose fotos en lugar de tratar por lo menos de fingir cumplir con la tarea por la que fueron desesperadamente llamados por el gobierno de facto y los magistrados electorales.
La Resistencia denuncia represión y fuerte abstencionismo
Durante una rueda de prensa que se desarrolló en la sede del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH), el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado y la Plataforma de organizaciones de derechos humanos dieron a conocer un documento en el que informaron haber constatado “el fracaso de la farsa electoral debido a la escasa afluencia de votantes a las mesas receptoras, pese a las amenazas a la población en general y a los trabajadores y trabajadoras de parte del gobierno de facto y la empresa privada, en caso de no participar al voto.
Esta realidad –continúa el documento– desautoriza al Tribunal Supremo Electoral a dar a conocer resultados exagerados con el fin de dar credibilidad a su farsa electoral”.
También se denunció que las fuerzas represivas continuaron con su campaña de terror contra la población en resistencia. A ese propósito, el COFADEH dio a conocer un primer informe sobre las violaciones cometidas los días 28 y 29 de noviembre contra el pueblo hondureño, a través de numerosas detenciones y cateos ilegales de viviendas, constantes amenazas de parte del Ejército y la Policía en todo el país y la continua violación de la Ley Electoral, que prohíbe a los militares acercarse a menos de 100 metros de los centros de votación.
En San Pedro Sula, en el norte del país, la marcha de la Resistencia fue salvajemente reprimida por la policía, y hay decenas de heridos y detenidos, entre ellos un periodista de la agencia Reuters quien fue hospitalizado por una profunda herida en la cabeza.
En Santa Bárbara y Zacate Grande varias comunidades fueron rodeadas por militares y los activistas de la Resistencia amenazados. 20 jóvenes tuvieron que escapar para evitar la represión y hasta el momento se desconoce su paradero.
En Tegucigalpa, la sede del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (STIBYS), afiliado a la UITA, fue objeto de severas amenazas por parte del Ejército, cuyos efectivos permanecieron largas horas apuntando con una ametralladora hasta disparar ráfagas durante la madrugada del día 29 de noviembre.
"Viendo lo que ha sucedido en estos dos días, podemos anunciar que existen todos los elementos para decir que no ha sido posible desarrollar este acto público, porque no las consideramos elecciones, convocado por los golpistas en un ambiente de terror para legalizar el golpe de Estado. Son todos elementos –dijo Bertha Oliva, coordinadora del COFADEH– que nos van a servir para impulsar una acción legal en los próximos días contra este proceso".
Prueba de fuego para la comunidad internacional
Pocos minutos antes de que “Pepe” Lobo se declarara ganador, lo magistrados del TSE anunciaron que el porcentaje de participación al voto fue del 61 por ciento, dejando atónitos los periodistas locales e internacionales que a lo largo de todo el día pudieron comprobar la escasa afluencia a las urnas.
Como único elemento de comparación para poder justificar ese dato tan absurdo, el TSE dio a conocer el tercer informe de Hagamos Democracia, organización conocida a nivel internacional por ser la punta de lanza del Departamento de Estado norteamericano para penetrar los procesos electorales en aquellos países que conradicen la política estadounidense hacia América Latina, y que está financiada por agencias como la NED, el IRI y la USAID.
A pesar de eso, Hagamos Democracia reconoció una participación del 47 por ciento. Una incongruencia que deja al descubierto la burda maniobra del TSE.
Según el conteo a boca de urna del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras, CODEH, con un margen de error del 4,5 por ciento, los votantes no superarían el 22 por ciento. Por el contrario, para el presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya, y la Resistencia, el abstencionismo alcanzaría el 65 por ciento, casi el doble del que hubo en las últimas elecciones del 2004.
Independientemente de cuáles serán los resultados finales, el verdadero ganador de estas elecciones ilegítimas será el pueblo hondureño. Un pueblo en resistencia que de esa manera ha castigado al mundo político, expresión de los grupos fácticos, que ha avalado el golpe de Estado y ha se ha callado ante los muertos, los heridos y la represión generalizada desatada en estos cinco meses de ruptura constitucional.
Ahora es el turno de la comunidad internacional que deberá tomar una decisión final: al lado de la gente que resiste y que dice “No” a la dictadura, o volviéndose cómplice de un proceso involutivo que pone en riesgo el futuro de la región centro y sudamericana.
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