El gobierno griego, de rodillas frente al capitalismo internacional, se ha rendido también ante las presiones israelíes y hace unas horas ha dado la orden de bloquear la Flotilla en los diferentes puertos donde se encontraban atracados los barcos. El nuestro está en Kolimpari, un puertecito de Creta, cerca de la muy turística Chania, vigilado por dos patrulleras, una en la proa del Gernika, la otra enfrente, muy cerca de la boca del puerto.
Nuestro barco, el Gernika, es muy hermoso y además cumple todos los requisitos legales que debían permitirle navegar hasta Gaza. Nuestro barco es bello y además legal, y esta combinación parece una provocación excesiva para un gobierno que se dice democrático y soberano, pero que cede así abiertamente, violando sus propias leyes y las de la UE, ante el estado de Israel. Nuestro barco es bello y es hermoso y depende además de la legislación de las Islas Comores, cuya bandera ondea en nuestro mastil.
No hay ninguna razón para esta operación, es sencillamente un atropello y una agresión, y como tal debe ser inmediatamente denunciada. No hay ningún motivo para esta retención; es sencillamente la declaración impúdica de que Israel es más fuerte que el derecho, más poderoso que nuestros Parlamentos, más decisivo que la voluntad del pueblo.
Entre tanto, estamos decididos a proteger nuestro Gernika, que es ahora, junto a las otras naves de la Flotilla retenidas en otros puertos, uno de los últimos asilos del derecho, la justicia y la razón en la UE; nos balanceamos pegados al muelle, porque todo lo que hay de noble, de hermoso y de justo en este mundo parece condenado a balancease un poco en estos días. Pero flotamos. Flotamos y hemos empezado el viaje a Gaza. La dignidad, de hecho, ha llegado siempre a su destino.
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