Por Rodolfo O. Gianfelici | PrensaMare
Como si fuera el juego de la batalla naval, el gobierno argentino ha quedado averiado y sus posibilidades de recuperación, son prácticamente nulas.
El M 11, o sea Macri 11 (de agosto) ha sido una ubicación clave y contundente. Las urnas en las elecciones Paso (Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias) le impusieron al oficilismo un resultado jamás esperado. Los menos optimistas del gobierno consideraban que podían perder por hasta un margen del 5%.
La realidad les ha dado un tremendo cachetazo, más que ello, un repudio a más de 3 años de políticas agresivas, antihumanas, antinacionales, antipopulares. La exaltación de lo grotesco y lo obsceno, sufrió un durísimo revés.
El mensaje del presidente –tras la derrota-, fue patético. Con su punto culminante en la recomendación para que tras el resultado, la gente se fuera a dormir. Lejos de ello, en todos los rincones del país hubo festejos. La victoria peronista significó un cierre de jornada con alegría, pero especialmente de esperanza.
El voto a la fórmula y candidatos del peronismo fue de apoyo a la concordia, a la unidad, al trabajo, a la producción, a poner de pie al país y para recuperar la alegría.
El resultado hizo caer todas las maniobras fraudulentas, de 'achicar' la diferencia, para presentar un supuesto ‘empate’, como se pergeñaba desde la Casa Rosada. No hubo margen para nada. Solo pára la tristeza y la recomendación de irse a dormir.
Solo quedó en pie la proyección anticipada desde el propio peronismo, en el sentido que existía una diferencia a su favor del 10%, ya una semana antes de votarse. Frente a ello, el oficilismo –y sus poderosas pautas publicitarias en los medios-, instaló que la diferencia era inferior al 5%. La realidad los golpeó.
En la mañana del lunes, cuando todavía desde el gobierno nadie había llamado a Alberto Fernández para felicitarlo y reconocer la derrota, el peronismo sumaba el 49,19%, ante un oficialismo con el 33,12%.
Los medios que han actuado por años como una auténtica e indisimulada ‘cadena nacional privada’, han comenzado a informar que el “dólar se escapa”, que llegaba a los 50 pesos en razón del resultado electoral, pretendiendo así continuar creando un escenario de miedo por el triunfo peronista. Son los mismos medios que nada dicen en cuanto a que Macri recibió un dólar a $ 9,50 y lo llevó a $ 46,50.
Inclusive durante más de un mes antes de votar, pretendieron mostrar una economía estabilizada y en crecimiento "pues el dólar estaba controlado". Vaya paradoja.
El M 11, o sea Macri 11 (de agosto) ha sido una ubicación clave y contundente. Las urnas en las elecciones Paso (Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias) le impusieron al oficilismo un resultado jamás esperado. Los menos optimistas del gobierno consideraban que podían perder por hasta un margen del 5%.
La realidad les ha dado un tremendo cachetazo, más que ello, un repudio a más de 3 años de políticas agresivas, antihumanas, antinacionales, antipopulares. La exaltación de lo grotesco y lo obsceno, sufrió un durísimo revés.
El mensaje del presidente –tras la derrota-, fue patético. Con su punto culminante en la recomendación para que tras el resultado, la gente se fuera a dormir. Lejos de ello, en todos los rincones del país hubo festejos. La victoria peronista significó un cierre de jornada con alegría, pero especialmente de esperanza.
El voto a la fórmula y candidatos del peronismo fue de apoyo a la concordia, a la unidad, al trabajo, a la producción, a poner de pie al país y para recuperar la alegría.
El resultado hizo caer todas las maniobras fraudulentas, de 'achicar' la diferencia, para presentar un supuesto ‘empate’, como se pergeñaba desde la Casa Rosada. No hubo margen para nada. Solo pára la tristeza y la recomendación de irse a dormir.
Solo quedó en pie la proyección anticipada desde el propio peronismo, en el sentido que existía una diferencia a su favor del 10%, ya una semana antes de votarse. Frente a ello, el oficilismo –y sus poderosas pautas publicitarias en los medios-, instaló que la diferencia era inferior al 5%. La realidad los golpeó.
En la mañana del lunes, cuando todavía desde el gobierno nadie había llamado a Alberto Fernández para felicitarlo y reconocer la derrota, el peronismo sumaba el 49,19%, ante un oficialismo con el 33,12%.
Los medios que han actuado por años como una auténtica e indisimulada ‘cadena nacional privada’, han comenzado a informar que el “dólar se escapa”, que llegaba a los 50 pesos en razón del resultado electoral, pretendiendo así continuar creando un escenario de miedo por el triunfo peronista. Son los mismos medios que nada dicen en cuanto a que Macri recibió un dólar a $ 9,50 y lo llevó a $ 46,50.
Inclusive durante más de un mes antes de votar, pretendieron mostrar una economía estabilizada y en crecimiento "pues el dólar estaba controlado". Vaya paradoja.
Este ‘descontrol’ del dólar no obedece al triunfo peronista, sino a que quienes manejan una economía de “patria financiera” ven peligrar sus escandalosos negocios, y el hiper-endeudamiento argentino. Analizan que se les va a terminar la “fiesta macrista”, y reaccionar buscando decir “presentes”, “acá estamos”, “tenemos poder”, y ante el futuro cambio de gobierno, instalar al dólar en su valor más alto posible (agigantando el endeudamiento argentino).
El peronismo salió fortalecido de estas elecciones. El oficialismo sufrió una derrota que no consideraba que podría ser por tanto margen. Igualmente, su mensaje engañoso, divisionista, agresivo, y mentiroso les hizo rescatar un 33,12%. No es poco teniendo en cuenta el daño producido en tan poco tiempo. Un dato no menor...
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