martes, 17 de julio de 2018

"Consenso de Nuestra América y el futuro de la lucha política de la izquierda en América Latina" (Ponencia LIBRE - XXIV Foro Sao Paulo)

Libre
Ponencia del ex presidente Manuel Zelaya Rosales, coordinador del Partido Libertad y Refundación (Libre) de Honduras ante el XXIV Encuentro Foro de Sao Paulo - La Habana Cuba

 INTRODUCCION

“Hemos visto surgir una nueva conciencia en el pueblo hondureño. Toda una legión de luchadores sociales se ha curtido en esa batalla. Zelaya cumplió su promesa de regresar. Tiene derecho a que se le restablezca en el Gobierno y presidir las elecciones. De los combativos movimientos sociales están destacándose nuevos y admirables cuadros, capaces de conducir a ese pueblo por los difíciles caminos que les espera a los pueblos de Nuestra América. Allí se engendra una Revolución.”

- Comandante Fidel Castro Ruz.
[Reflexión 24 septiembre 2009]

En 9 años del Golpe de Estado Militar de junio de 2009 como lo anticipó el Comandante Fidel Castro Ruz, la resistencia hondureña ha logrado importantes avances en la transformación de la consciencia del pueblo hondureño, en una lucha desigual por romper su “destino dictado” de sometimiento, pobreza y desigualdad.

En estos 9 años construimos dos victorias electorales en el 2013 y en el 2017, y por la injerencia descarada de los EEUU y la Unión Europea, el régimen de turno se impuso con asesinatos y estados de sitio ejecutados por las fuerzas armadas para impedir el reconocimiento justo de los resultados y el consecuente ascenso al poder político. El imperio y la derecha, han demostrado con gran cinismo en Honduras, que la lucha de nuestros días no solo radica en ganar un proceso electoral; es necesario construir la capacidad insurreccional de nuestros pueblos para defender las victorias, y desmontar el feroz aparato neoliberal que ha corroído los cimientos mismos de la civilización.

Honduras ha sido convertida en un laboratorio del imperio del capital alcanzando los más altos niveles de explotación y marginalidad de la clase trabajadora. La respuesta feroz del Estado burgués no se ha dejado esperar cuando hay una clara determinación de aplastar los movimientos sociales y terminar con nuestras organizaciones políticas en protesta social permanente. Hoy está más que claro, cuando intentan destruir las imágenes de líderes importantes como Luis Ignacio Lula Da Silva, Cristina Fernández y Rafael Correa; al tiempo que agreden con más fuerza la Revolución Bolivariana de Venezuela y la Revolución Sandinista en Nicaragua.

No podemos ignorar que en todo nuestro continente se libra una guerra de exterminio contra el progresismo. Aquélla contraofensiva iniciada en el 2009 con el Golpe de Estado Militar en Honduras, que destruyó la consulta popular de la cuarta urna, ha ido escalando hasta convertirse en una agresión autoritaria y mediática, con ropaje de ley y descarnada violencia contra todo el pueblo que avanza en soberanía e independencia. Pero la conciencia adquirida no pueden arrebatarla por la fuerza, ni usando su podrida institucionalidad, ni tratando de derribar nuestros mejores bastiones.

Es evidente que necesitamos abrir un debate continental sobre la estrategia de lucha y la reafirmación del planteamiento político del SOCIALISMO como el único camino hacia la libertad y la justicia. La solidaridad moral es indudablemente la mejor demostración que encontramos a lo largo y ancho de nuestra región, pero su alcance es limitado si no tenemos una ideología común para aliviar la carga entre tantos frentes de lucha, y establecer compromisos, crecer en el trabajo y el estudio; conjuntar teoría y práctica transformadora que ha de ser guía de nuestra liberación.

Esta breve reflexión pretende plantear algunos temas fundamentales para iniciar el trabajo común, que ahora cuenta con un programa político base en el Consenso de Nuestra América.

Necesitamos buscar la unidad en la acción revolucionaria; en la radicalización de nuestra praxis que sólo se alcanza con un trabajo permanente y comprometido.

Como Partido político, asumimos el compromiso de llevar el Consenso de Nuestra América a la discusión en nuestras bases. Entendemos que cada organización deberá hacer los ajustes necesarios para convertir este valioso documento en un programa político nacional; al mismo tiempo, evaluaremos los resultados de nuestro trabajo, y compartiremos un informe del mismo.

Expresamos nuestro júbilo por la contundente victoria de MORENA junto al PT en México, y deseamos muchos éxitos al Presidente Andrés Manuel López Obrador. Alertamos sobre la necesidad de que el nuevo gobierno tome las medidas adecuadas frente a las agresiones imperiales que vendrán, aprendiendo de las lecciones recibidas en el pasado, porque estamos seguros va cumplir con el pueblo mexicano. Esperamos que esta victoria marque el inicio de un cambio en América Latina.

Nuestra solidaridad y apoyo a la revolución bolivariana de Venezuela, y a nuestros compañeros en el Ecuador, que hoy se encuentran expuestos a perder los logros de la revolución ciudadana. Nuestro apoyo firme a todos los pueblos del continente que luchan contra el colonialismo, especialmente a Puerto Rico.

Nuestra solidaridad permanente con el Presidente Luis Ignacio Lula Da Silva, exigimos su libertad de forma inmediata, y que se garantice su seguridad y pleno goce de sus derechos, especialmente cumplir con la voluntad mayoritaria del pueblo brasileño de ser su próximo Presidente.

Con especial énfasis, expresamos nuestro apoyo irrestricto al hermano Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua, dirigido por Daniel Ortega. Rechazamos toda la injerencia, incluida la de la jerarquía religiosa; así como la cobarde manipulación de la OEA y sus organismos, que tanto daño le ha ocasionado a Nicaragua y a nuestro continente.

Agradecemos la generosa hospitalidad del valiente pueblo cubano, al tiempo que reconocemos su infinita solidaridad, y su ejemplo del que son beneficiarios todos los pueblos de la tierra que luchan por su libertad. Confiamos en la construcción del socialismo, y saludamos con especial afecto al Comandante Raúl Castro Ruz y al Presidente Miguel Díaz Canel, con quiénes transitamos la senda que trazó Fidel.

NO EXISTE NINGUN CAPITALISMO HUMANO; DEBEMOS CONSTRUIR EL SOCIALISMO

No puede haber capitalismo sin crisis porque, por su naturaleza, está abocado a ellas. La ruptura con este sistema dependerá, por tanto, no sólo de sus propias debilidades sino de cómo las clases populares se organizan para, en esa debilidad, destruirlo para siempre.

“El Trabajo en Karl Marx: Acumulación y Crisis”
- Alejandro Quesada.

La lucha por el poder emprendida por los partidos y organizaciones miembros del Foro de Sao Paulo, requiere de una revisión amplia, tanto en su enfoque teórico, como en su práctica política. Reconocemos que la propaganda anticomunista sostenida por décadas, sumada al derrumbe del socialismo europeo, han provocado un sentimiento adverso hacia las propuestas socialistas. Además, la agresión imperialista contra los gobiernos de izquierda de la región, especialmente contra Cuba y la hermana República Bolivariana de Venezuela, ha generado nuevos paradigmas comunicacionales que son utilizados en todas las contiendas electorales de la región.

Si analizamos la situación política regional, nos daremos cuenta que las ofensivas imperiales y de las derechas, siempre tenderán al éxito si nosotros nos limitamos a tratar de encontrar la “fórmula secreta” del capitalismo humano. En el sentido más práctico, no es conveniente mimetizar nuestras posiciones en relación a nuestra ideología, principios y objetivos. En todo caso, esa práctica de algunos NO debería ser entendida como la adopción de una posición claudicante en referencia a nuestros principios y nuestro objetivo de terminar con el sistema del capitalismo, su hegemonía y opresión.

Es un error grave creer que las crisis constantes del capitalismo llevarán eventualmente a su autodestrucción. Esas crisis son cada vez más proclives a precipitar enfrentamientos intercapitalistas que desembocan en catástrofes militares, económicas y ambientales de carácter apocalíptico. Nuestra misión será siempre librar una lucha frontal por hacer conciencia y denunciar las formas vedadas que se utilizan para vendernos un sistema sustentado en el capitalismo, y esto solo tendrá posibilidades de éxito si lo hacemos desde una visión continental integrada, y un compromiso de todos. Hacia eso debe apuntar el Foro, y, entendemos, ese es el propósito de buscar el Consenso de Nuestra América.

Si bien los procesos de transformación que ha liderado la izquierda y el progresismo en la región han logrado avances históricos en cuanto a las condiciones objetivas de bienestar, este esfuerzo de todos implica el compromiso de tomar acciones dirigidas a cambiar las condiciones subjetivas en las que debaten hoy nuestros pueblos. No podemos aceptar que la explotación y el saqueo se produzca en masas cada vez más proclives a ser víctimas indefensas de la manipulación mediática. Es necesario asumir un plan amplio y realista para implementar una estrategia común y ajustada a cada región, que además de la acción mediática, plantee la visión contrahegemónica o alternativa a la postverdad con que hoy saturan el imaginario colectivo de nuestros pueblos.

Este plan contrahegemónico es fundamental para aspirar, incluso, a victorias contundentes sobre el enemigo. Y es que no debemos abandonar la esencia del motor de la historia: LA LUCHA DE CLASES. El trabajo de todas nuestras organizaciones a nivel de las bases es fundamental en la toma de conciencia para construir los pilares reales de los procesos de cambio revolucionario.

No negamos la importancia de la maquinaria político electoral, sabemos que la estructura organizada de nuestros partidos debe prepararse para diversos escenarios y asumimos que el proceso de cambio no comienza a partir de nuestra victoria electoral, sino que, por el contrario, una victoria electoral es el resultado posible de la lucha revolucionaria, organizada desde antes de llegar a un proceso electoral.

Solo la adecuada relación entre teoría y práctica nos lleva a cambios en la conducta humana y de nuestros militantes. Es imperativo generar en nuestras filas una actitud revolucionaria permanente y asumir la obligación de estudiar y desarrollar la teoría existente, de forma orgánica, a nivel local y regional.

Debemos estar en capacidad no solo de entender los fenómenos sociales, sino de producir las formas de lucha e ideas necesarias para construir coyunturas, y esto sólo puede ser producto del proceso de movilización constante del pueblo.

Nuestros partidos deben pasar de ser entidades políticas electorales a ser partes integrales de una lucha social, política y económica debidamente organizada.


TODAS LAS FORMAS DE LUCHA SON VALIDAS

Entendemos con claridad que las condiciones actuales en nuestra región, hacen inviable el resurgimiento de la lucha armada como opción para alcanzar la liberación de nuestros pueblos. Sin embargo, nuestra experiencia nos ha mostrado a una derecha cada vez más radical, desesperada y siempre dispuesta, en forma descarada como lo hacen en Honduras, a usar la violencia contra las victorias electorales de nuestros pueblos y contra la defensa pacífica de esas victorias.

La derecha no está dispuesta a arriesgar sus privilegios e impunidades, y para conservarlos recurre al uso de todas sus formas de poder, de fuerza y violencia claramente puestas en evidencia a través del Plan COLOMBIA, las guarimbas, los Golpes de Estado, los Golpes blandos, los fraudes y los crímenes electorales, la persecución y la judicialización de la política, el terrorismo mediático, y toda herramienta que sirva a su proceso de conservación, subsistencia y/o restauración.

Esto nos hace pensar que en el futuro, el desplome de toda la fachada institucional burguesa continuará en todo el continente, y la derecha seguirá violando, cada vez con menos empacho, su propia institucionalidad. Y esto es consecuente con una verdad indiscutible: el sistema jurídico positivo liberal, ni le sirve ya a los grandes capitales, que requieren cada vez más de impunidad; menos aún a nuestros pueblos que son sus víctimas por definición.

El uso del monopolio de la violencia contra nuestros pueblos, ya no solo se presenta con la careta oficial de defensa de la ley, sino que la inseguridad en nuestras sociedades se ha convertido en un negocio muy rentable, y hoy es parte integral de la globalización. Esa inseguridad juega un doble papel, por un lado ayuda a las clases dominantes a mantener sometidos por el terror a nuestros pueblos, y por el otro, es una herramienta que se ha mostrado muy efectiva para persuadir electorados. Es evidente que el sistema necesita esa violencia, y por eso la crea y la alimenta.

La descarada intervención imperial en Nicaragua desde el mes de abril, es un indicativo claro de que no podemos condenar a nuestros pueblos a la indefensión, a ver la política solo como un juego de azar electoral. Hoy, el laboratorio de la violencia trasiega bandas criminales a través de nuestras fronteras para crear terror ahí donde lo consideren necesario. Es nuestra obligación mostrar a nuestros pueblos el camino a seguir para dejar atrás el papel de víctimas regulares.

Una visión política que se limite a una propuesta que trate simplemente de convivir con la realidad construida por el neoliberalismo, nos puede llevar a conclusiones equivocadas, con costos elevadísimos. Latinoamérica entera es vista como “propiedad” por las transnacionales, y para sostenerla han militarizado brutalmente a Colombia, Honduras y, en menor medida a México. Este mal no es casual, ni desaparecerá en los “consensos” que alcancemos con la derecha.

La gobernabilidad, se ha convertido en el espacio en el que nosotros nos mostramos “civilizados” aceptando el mundo que ellos quieren. Ese espacio es justamente en el que nos comprometemos a no avanzar, es donde otorgamos a cambio de migajas que muchas veces ni siquiera se materializan.

La libertad de nuestros pueblos a determinar la ruta que han de seguir para liberarse en última instancia de la barbarie capitalista, debe ser construida todos los días, y somos nosotros los encargados de concretar los medios políticos e ideológicos para que esa libertad sea efectivamente alcanzada.

LA ECONOMIA DE LA DESTRUCCION Y NUESTRA TAREA

Después de 28 años de avance neoliberal, la humanidad entera se enfrenta al reto más grande que ha tenido a lo largo de los siglos: sobrevivir. El monetarismo neoconservador es absolutamente incompatible con la democracia y el Estado de Derecho porque vive del saqueo, la acumulación y la insultante concentración de la riqueza. La vida y el bienestar de los pueblos no está en sus planes porque en su seno crece el odio racial, se ahonda la discriminación patriarcal, se erigen cercos y se condena a pueblos enteros a la muerte por violencia o por inanición.

El fascismo inspira a las derechas de nuestra región, y a menudo las lleva a las aventuras criminales más absurdas, secuestrando al Estado para convertirlo en titular del crimen organizado y con el único fin de mantener privilegios, promueven acciones corruptas y delincuenciales y entonces, comenzamos a pagar en forma más salvaje por nuestra dependencia y subdesarrollo.

A menudo escuchamos el argumento de que el capitalismo hecho imperio no puede ser destruido, y que, siendo realistas, nuestra tarea se limita a auxiliar a los más pobres de nuestras sociedades para llevar la pesada carga de la miseria. Sin embargo, la práctica nos demuestra que la mitigación de los daños que deja el neoliberalismo es una tarea grosera que no termina jamás, con el agravante de que la pobreza sigue produciéndose más aceleradamente que nuestra capacidad de reducirla o erradicarla.

La experiencia en nuestros países nos sugiere que los cambios deben ser categóricos, no se puede aspirar a ser capataces de sistema, ni gendarmes del Fondo Monetario Internacional. Es imperativo terminar con el control de las prácticas salvajes del capital sobre todas las esferas de nuestra economía en beneficio de las transnacionales y sus aliados locales, y en su lugar, erigir un modelo de sociedad democrática, en la que las relaciones sociales de producción impliquen la diversificación productiva y la transferencia real y efectiva de la riqueza, el conocimiento, la tecnología y la investigación científica a toda la población.

El éxito de nuestra posición es posible solamente con una región en lucha. Esto significa que derrotar al neoliberalismo requiere que nuestras juventudes, nuestros pueblos y sus clases populares estén cada vez más conscientes e integrados, menos expuestos a la influencia alienante que ejerce la herramienta mediática que el imperio y las oligarquías locales, utilizan para enajenar y dividir a nuestras sociedades en lucha para la construcción de una nueva sociedad y del socialismo en América Latina y el Caribe.

LA BATALLA DE LAS IDEAS

"Los peligros de agresiones militares no pueden descartarse totalmente; pero hoy, hoy eso es lo importante: la batalla es batalla de ideas."
- Comandante Fidel Castro Ruz
[VII Congreso de Juventudes Comunistas,
Diciembre 10 de 1998]

Uno de los asuntos más importantes en nuestra disposición a la lucha se encuentra en llevar nuestras ideas a la praxis para transformar las condiciones de existencia material, cultural y espiritual de nuestros pueblos. Bienestar material y conciencia revolucionaria, esa es la cuestión.

Un horizonte claro, la planificación estratégica conjunta, el trabajo organizativo y la formación política de cuadros; la construcción de canales de comunicación y el contacto permanente con las bases son condición esencial de toda creación revolucionaria. Pero todo esto requiere de una idea central, una visión común sustentada con argumentos sólidos, y esa idea central debe generar sentido de pertenencia y llegar a todo nuestro pueblo.

LA PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA CONJUNTA

La construcción teórica es esencial, a nivel local como regional, y es mejor si se hace sustentada en una base, más, si esa base puede explicar los fenómenos sociales y plantea un camino. Pero, ¿Cómo podemos aspirar a que nuestros pueblos dejen de ser manipulados? Pues debemos trabajar en la comunicación de nuestras ideas y en nuestras ideas mismas.

Numerosos análisis coyunturales nos llevan una y otra vez a concluir que el Capitalismo, especialmente en su etapa neoliberal, es inviable para nuestros pueblos, letal para nuestra sociedad y, en general, una amenaza para la humanidad. En consecuencia, nuestra posición frente a la lucha por la conquista del poder debería estar encaminada a la necesidad imperiosa de superar al capitalismo como sistema hegemónico y reemplazarlo por el socialismo, como estadio avanzado de la humanidad en su proceso histórico.

Debemos dedicar un gran esfuerzo teórico común (entiéndase conjunto) por estimular el desarrollo crítico de las ideas. El debate de las ideas nos impone ahora el reto de trazar una ruta que conozca a profundidad las experiencias pasadas, que las critique y a partir de la teoría y la práctica se planteen nuevas experiencias, que no estarán exentas de errores, pero que seguirán siendo avances. Es imperativo que con el socialismo se consolide la democracia. Para esto tenemos que entender los factores que minan severamente las posibilidades de nuestra consolidación.

El pensamiento conjunto sistemático, ordenado y permanente, es una necesidad que no podemos obviar. La contraofensiva contra los gobiernos progresistas y el fortalecimiento de bastiones militarizados, como Colombia y Honduras, o la manipulación unilateral del tema de la corrupción, requiere de una respuesta planificada, consciente y firme. Es necesario romper sus ventajas, parafraseando la cita de José Martí en el Consenso de Nuestra América, “un plan contra otro plan”.

La unidad regional llegará a ser, sin duda alguna, nuestra mayor fortaleza, y, al mismo tiempo, la garantía de que el enemigo perderá su hegemonía entre nosotros.

Es necesario entender que en la lucha frontal contra el imperialismo no podemos darnos el lujo de tener países o partidos de primera, segunda o tercera categoría. Nuestra mayor fortaleza y nuestro más grande potencial se encuentran en nuestra integración en condiciones irrenunciables de cooperación, complementariedad y solidaridad. Por eso, es necesario que veamos a nuestra región como un todo, y cada coyuntura, cada momento como un escenario más de lucha. Es menester desarrollar la capacidad de brindar respuesta en todos los rincones de nuestro continente a las agresiones imperialistas y de sus lacayos locales, para entonces pensar la Patria Grande, ese espacio soberano que adeudamos a la Historia.

El guerrillero heroico nos llamaba a “Crear uno, dos, tres Vietnam”, entendía que muchas de nuestras posibilidades de avanzar, radican en obligar al imperialismo a vernos como una entidad capaz de combatirlo en cualquier escenario y en todas partes. Sin embargo, tenemos claro que existen muchos factores desfavorables a esta visión: los recursos abrumadores del enemigo, las clases dominantes locales cipayas, el dominio de la agenda comunicacional, gran parte de los esfuerzos religiosos, y es en ese “teatro del horror” donde tendremos que librar y generar nuestras victorias.

La institucionalidad de ellos está construida para avasallarnos; cuando la misma no ajusta para lograr su fin, entonces la ajustan hasta los límites más impensables. Mientras asesinan a nuestros compañeros y compañeras, con desfachatez y cinismo invocan siempre la civilidad, el entendimiento y el diálogo, y cualquier cambio se convierte, en el mejor de los casos, en una pálida concesión de ellos, que nunca regresan lo que se han robado. Es, por lo tanto, muy importante decidir si nosotros aspiramos al poder como tal, a ser meros administradores de la institucionalidad de ellos. Hasta ahora, los resultados de eso, no han sido los más favorables.

Muchos de nuestros países no llegaron siquiera a conformar una burguesía propiamente dicha, capaz de crear un proyecto de Estado y de Nación en defensa de sus intereses de clase al margen de los centros hegemónicos del sistema. Cuando comenzábamos a salir de las viejas estructuras coloniales, de golpe nos impusieron el Consenso de Washington, y nuestras clases dominantes/dominadas se fijaron otras metas. Por otra parte, ahí donde creció el capitalismo de manera más clara, el impacto neoliberal tuvo también un impacto brutal, especialmente sobre las clases medias que creían haber encontrado el paraíso económico y de movilidad social.

Es evidente que, ganar elecciones es apenas el primer reto que tenemos de cara a la conquista del poder. Sin embargo, como ya nos lo ha demostrado muchas veces el enemigo, una vez en control del gobierno, la institucionalidad burguesa inicia a jugar un papel corrosivo contra nuestro proyecto político. Se produce un desgaste brutal que es auxiliado desde fuera creándonos conflictos, atizando viejas contradicciones, o debilitándonos económicamente. Al final, parecemos estar más bien amarrados por una cárcel infernal de leyes y reglamentos hechos a la medida de los intereses del capital.

Encima de eso, una opinión pública, la misma que alguna vez votó por nosotros, pensando nuevamente al lado de los más reaccionarios, espantados por nuestras acciones e ignorando los logros materiales de nuestra gestión. Entonces pasamos a ser los acusados en el tribunal de la opinión de todos; nuestras obras se convierten en ilegales, y de la noche a la mañana, nuestro trabajo solidario, cualquier tarea emprendida se convierte en un vulgar acto de corrupción.

Y para ese momento, tenemos problemas al interior de nuestras sociedades, pero nuestros compañeros en el continente han tomado la decisión de ser cautos, porque no saben si lo que dice la mainstream media es cierto o no, y para cuando les explicamos, el enemigo avanzó otro enorme tramo.

Es imperativo una estrategia totalizante para nuestra región, canales adecuados de comunicación y un centro común de trabajo, sistemático y permanente que nos fortalezca ante las arremetidas del enemigo. Un nuevo giro de timón hacia la plena vigencia de aquella razón fundante con la que Fidel, otra vez, y aquí, nos reúne para pensar la Patria liberada:

“El deber de las naciones oprimidas y explotadas a luchar por su liberación: el deber de cada pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o agredidos, sea cual fuere el lugar del mundo en que estos se encuentren y la distancia geográfica que los separe”. “Ser Internacionalista es pagar nuestra propia deuda con la Humanidad”.
- Fidel Castro Ruz.

PEDIMOS AL PLENO DE ESTE XXIV ENCUENTRO DEL FORO DE SAO PAULO

Hemos tratado de resumir apretadamente algunos fenómenos que se viven en el campo de la realidad de nuestra región, desde donde libramos la mayor batalla. Esta lucha por las ideas, es la lucha por la información, la comunicación eficaz y la formación de conciencia que debe darse todos los días, especialmente en la juventud como parte de nuestra tarea de transformar la sociedad. Es muy importante la argumentación frente al enemigo, que necesariamente debe quitarnos de encima la terrible necesidad de mimetizar nuestras ideas y no vacilar frente a quiénes no ocultan nunca su propósito de destruirnos.

En consecuencia, solicitamos al pleno:

Que integre a la Declaración Final de este encuentro, como objetivo fundamental de nuestro accionar político; la construcción del Socialismo en nuestra América Latina como alternativa real al capitalismo que debe ser reemplazado.

Que nos comprometamos como espacio de consensos de Partidos Políticos y Movimientos, a construir un Centro de Pensamiento regional permanente que se encargue del estudio estratégico para toda la región.

Que nos comprometamos a implementar el estudio y debate del Consenso de Nuestra América, para adecuarlo a cada una de nuestras regiones y a nivel de las bases en todas nuestras organizaciones.

Que nos comprometamos, con plazos firmes, de acuerdo a las condiciones reales de cada uno de nuestros países, a compartir nuestras experiencias en este proceso; y

Que reflexionemos en torno a la necesidad de crear un mecanismo de intercambios estratégicos entre las fuerzas políticas que integran el Foro de Sao Paulo y que se ubican en la primera línea del conflicto regional, para crear un marco de alianzas políticas y sociales que a nivel regional permitan sostener la ofensiva de lucha revolucionaria por la conquista y consolidación de los procesos contra-hegemónicos en la región.

Hasta la Victoria Siempre…

"Por que la libertad ha recobrado el imperio del orbe"
- Francisco Morazán.

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