martes, 26 de septiembre de 2017

Ayotzinapa en la consciencia

Tres años se cumplen de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural

Por Colectivo del Periódico el Zenzontle | La Jornada de Oriente

Tres años se cumplen de la  desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural "Raúl Isidro Burgos", de Ayotzinapa, Guerrero. De ellos se tiene la certeza de que vivos se los llevaron los agentes policiacos del Estado, bajo el conocimiento directo de miembros del ejército y coludidos con grupos de la delincuencia organizada. En conjunto son los que hacen del crimen una ley de sangre y muerte que se impone en Guerrero y en todo el país.

Son tres años en los cuales el dolor y el coraje de sus familiares y compañeros se ha convertido en la decisión firme de buscarlos hasta encontrarlos, e ir a buscar la verdad y la justicia para todxs lxs desaparecidos, ejecutados, masacrados y, desplazados por la guerra contra el pueblo.


Es larga la marcha de los padres y madres de los  normalistas: pasó de la petición a la denuncia, de ésta a la exigencia de investigación y de justicia, la que tuvo que resistir a la falsa verdad histórica que inventó la Procuraduría General de la República (PGR), hasta lograr con el apoyo del pueblo organizado, de la solidaridad nacional e internacional y de defensores de derechos humanos para que  expertos independientes aportaran líneas de investigación y desmintieran al Estado.

Estas son cuatro rutas que el Estado tarda en responder, pero que dan señales sobre cómo se involucran en los hechos de Iguala del 26 de septiembre  de 2014 los  niveles del poder político local (Iguala), estatal (Guerrero) y nacional (el poder ejecutivo y sus fuerzas represivas).

La PGR hasta la fecha no da respuesta a las cuatro líneas de investigación propuestas por los familiares de los estudiantes: investigar a militares y a policías federales y de Huitzuco; dar datos precisos sobre el hallazgo de sitios para la búsqueda de fosas clandestinas; analizar los teléfonos celulares de los jóvenes desaparecidos; y estudiar el tráfico de droga de Iguala a Chicago.

Las búsquedas en terrenos, poblados,  cuárteles que hicieron los padres o solidarios, nos dan ejemplo de cómo resistir en las calles, ante las oficinas públicas, o tomando en sus manos la investigación. Los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llegaron a México y tuvieron la información recabada por los padres e hicieron su labor con honestidad y valentía ante el acoso del gobierno, sobre la base de que los protegía la fortalecida red de madres y padres perseverantes.

Los estudios y el comportamiento del gobierno dejan ver que para los normalistas de Ayotzinapa como de otras normales rurales, desde hace mucho se creó una línea represiva que los espía, infiltra, acosa, persigue para contenerlos, provocarlos, apresarlos, levantarlos, desaparecerlos, asesinarlos. 
Más aun, así como se ha acosado a los expertos de la CIDH, e incluso se les expulsó un tiempo del país, ahora a los padres, madres, abogados y compañeros de  los 43 normalistas se les etiqueta, en campañas mediáticas y con mensajes en su contra, falsedades e insultos pagados y organizados por la policía política, los partidos y los grupos de la delincuencia para que se les desprecie, se les tema, se les aísle y se festeje su dolor.

A pesar de todo, la constancia de los padres, la audacia de los normalistas de Ayotzinapa y de las otras normales rurales, con el acompañamiento de organizaciones del pueblo en México y el mundo han construido una red amplia que se replica en muchos lugares. Surgieron así más grupos de familiares de desaparecidos, de víctimas de feminicidios, de masacrados encontrados en fosas clandestinas y comunes, de los miles de migrantes que pasan por el país y son sometidos a la violencia del narco poder. Se han tenido que callar quienes esperaban que “el tema” de Ayotzinapa se pudriera por el arte mañoso del gobierno y los agentes de la mentira.
Mientras no haya olvido, los 43  normalistas y los  asesinados de Ayotzinapa vivirán.  La consciencia  dice: Resistir es vivir. El grito popular de septiembre, en la jornada del 16 al 27 del mes de una patria en lucha es y será: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!


Abajo crece el poder del pueblo

En México el poder opresor aplica corrupción y consenso simulado a cada fuerza social que ha puesto en crisis al gobierno del PRI, pero que se conforma con otra “alternancia” de los partidos de más de lo mismo.

También añade la preparación de otro fraude, de más simulación y fuerza contra los partidos y organizaciones que se ilusionan por cambiar a las fracciones políticas que tienen en sus manos el gobierno y los demás poderes del Estado y que para ello recurren incluso al apoyo de otro grupo de mega millonarios.

En cambio, al pueblo común que se auto organiza para resistir y rebelarse contra el capitalismo, el Estado utiliza esencialmente la fuerza represiva, las amenazas de despidos y de mayores despojos de bienes y derechos, así como la corrupción de líderes, la infiltración entre sus fuerzas de “orejas” y paramilitares y también el fraude contra todo intento de utilizar las vías institucionales para hacer crecer su resistencia y organización.

Los partidos de oposición pero también de dominación, las direcciones y ciertas bases engañadas con la corrupción clientelar que realiza el Estado desprecian, critican y hasta se burlan del pueblo que desconfía y se opone a poner sus sueños y dolores en las urnas electorales y en las fosas clandestinas.

En cambio, el Estado sabe que el pueblo organizado ha crecido, aunque sea sin suficiente articulación. Ve un conjunto de esfuerzos para construir un proyecto anticapitalista y una voluntad contra el sistema de muerte, miseria, explotación, depredación y despojo. Incluso entre quienes hablan contra el sistema o escriben contra el Estado se repiten fórmulas para “dirigir” al pueblo como “sus bases”: desde arriba, desde foros, medios o frentes llenos de membretes sin la participación activa de trabajadores, comunidades, barrios y colectivos.

Quieren negarles la decisión sobre el camino para construir la organización y el poder del pueblo desde abajo y desde ahora.

En Casa de los Pueblos- México, siguiendo el ejemplo ético de otros espacios de articulación política en México y en otros pueblos del mundo, intentamos aprender de las fuerzas sencillas que avanzan en su conciencia, organización, poder autónomo, economía autogestiva y solidaria, así como en defensa legítima e integral de sus personas, comunidades, organizaciones y proyectos.

En el campo las comunidades originarias y mestizas, en las ciudades en los barrios pobres, en los centros de trabajo, estudio, educación y salud crece un proyecto de lucha en constante aprendizaje que, a la vez de construir desde abajo fuerza popular, se asumen los principios de la comunidad (la decisión asamblearia, la creación de concejos de los comunes, la armonía con la naturaleza y la libertad, la democracia, la justicia y la paz) como forma de vivir y se ejercen y defienden los embriones de poder comunitario y popular en ruptura con la explotación y opresión con cualquiera las formas estatalizadas de dominio y alineación de los pueblos.

Ese proyecto se basa en las condiciones de la realidad de México en el sistema mundo y su avance depende de los resultados de la actuación directa del pueblo trabajador y pobre organizado.

Así, por señalar sólo un gran ejemplo, a tres años de los cruentos hechos de Iguala contra los normalistas de Ayotzinapa asesinados, lesionados y desaparecidos, sus padres, madres y compañeros han hecho crecer la fuerza moral del pueblo que lucha fuera y en contra del Estado.

Partieron del dolor por la muerte de 6 personas y la desaparición de 43 jóvenes; conscientes de la realidad, se negaron a aceptar la falsa “verdad histórica” sobre lo ocurrido en Iguala, fueron a buscar directamente la verdad y la justicia y construyeron una red que visibiliza y denuncia los 105 mil muertos, los más de 35 mil desaparecidos, las decenas de miles de desplazados tan solo en el periodo presidencial de Enrique Peña Nieto.

Hoy son muchos más los familiares y defensores de derechos humanos y periodistas honestos que los acompañan buscando también a sus desaparecidos, denunciando las ejecuciones y las amenazas y combatiendo por el castigo a los culpables.

Son familias pobres de víctimas de una guerra de los poderes capitalistas en México sirvientes del proyecto imperial estadunidense. Son un ejemplo a seguir: están conscientes, se organizan, deciden por su cuenta y ejercen su fuerza con ética y valentía, consiguen recursos en solidaridad mutua del pueblo y se defienden por ellas y ellos mismos. En México crece el llamado a auto organizarnos y autogobernarnos como trabajadores, comunidades y colectivos dispuestos a luchar y preparados a vencer.


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