Hemos visto con preocupación y tristeza cómo la llamada Ley Nica Act, fue enviada al Senado de los Estados Unidos para su revisión y posible aprobación. Esta medida, de ser aprobada, traería consecuencias económicas que golpearían a los sectores más vulnerables y desprotegidos de nuestro país.
Bajo el pretexto de que nuestro gobierno debe hacer más por la democracia, se nos trata de imponer nuevamente sanciones que lastiman el derecho a la autodeterminación, a la soberanía y a la dignidad nacional. ¿Quién le ha dado el derecho a los Estados Unidos de cuestionar y sancionar a Nicaragua, basándose en una visión unilateral y sesgada de lo que supuestamente es democracia?
Posiblemente para las democracias directas como la nuestra, las elecciones en Estados Unidos nos podrían parecer un fraude, en las recién pasadas elecciones la señora Hillary Clinton ganó el voto popular, pero el presidente es Donald Trump, entonces para qué vota el pueblo si no elige a su presidente.
Para los parámetros básicos de la democracia, Nicaragua cumple con los requisitos de un país democrático, con sus retos y desafíos, que sabemos que los hay y estoy seguro que existe voluntad de parte del Gobierno para hacer los cambios necesarios.
Todos vemos la participación de la OEA como una oportunidad integral, inclusiva y que va a mejorar cualquier debilidad que exista en nuestro proceso electoral. Es importante que todos podamos tolerar críticas, que se permita la participación de todos los actores sociales y que salgamos fortalecidos como nación.
Por supuesto, siempre que alguien pierde se acostumbra a buscar pretextos y a decir que hubo fraude o que no se dieron las garantías suficientes. Esto se da en gran parte por la fragilidad de la oposición y por lo desprestigiado de sus actores.
El Gobierno desde un inicio planteó la necesidad de una estrategia de Diálogo, Alianza y Consenso junto a la empresa privada, para crear un marco integral de desarrollo económico social sostenible. Esta forma novedosa de participación público-privada es lo que permite un crecimiento estable, un buen clima de inversión y la ejecución de políticas sociales profundas.
Deberían revisar el enfoque con el que nos están queriendo juzgar, somos uno de los países más pobres de Latinoamérica y aún así aquí no hay lavado de dinero, no hay permisividad a los narcotraficantes, no se extiende el veneno de las maras de norte a sur y nos hemos convertido en un muro de contención y protección para los mismos Estados Unidos y para Centroamérica.
El precio que han pagado nuestros hermanos del Ejército y de la Policía por darnos un país seguro y ejemplo para la región y el mundo es una muestra del compromiso de nuestro país por la paz y la seguridad nacional y lo hemos tenido que pagar con la vida de cientos de hombres y mujeres que creyeron en la justicia y la libertad.
Esperemos que exista la madurez y la inteligencia en el Senado de los Estados Unidos y que no se apruebe esa iniciativa de ley. Queremos tener buenas relaciones con todos los países del mundo y seguir manteniendo el diálogo como único instrumento para alcanzar la paz y solucionar nuestros problemas.
Pero no vamos a renunciar nunca a nuestra independencia de pensamiento, al derecho a la autodeterminación, a nuestra soberanía y, mucho menos, a nuestra dignidad nacional.
Bajo el pretexto de que nuestro gobierno debe hacer más por la democracia, se nos trata de imponer nuevamente sanciones que lastiman el derecho a la autodeterminación, a la soberanía y a la dignidad nacional. ¿Quién le ha dado el derecho a los Estados Unidos de cuestionar y sancionar a Nicaragua, basándose en una visión unilateral y sesgada de lo que supuestamente es democracia?
Posiblemente para las democracias directas como la nuestra, las elecciones en Estados Unidos nos podrían parecer un fraude, en las recién pasadas elecciones la señora Hillary Clinton ganó el voto popular, pero el presidente es Donald Trump, entonces para qué vota el pueblo si no elige a su presidente.
Para los parámetros básicos de la democracia, Nicaragua cumple con los requisitos de un país democrático, con sus retos y desafíos, que sabemos que los hay y estoy seguro que existe voluntad de parte del Gobierno para hacer los cambios necesarios.
Todos vemos la participación de la OEA como una oportunidad integral, inclusiva y que va a mejorar cualquier debilidad que exista en nuestro proceso electoral. Es importante que todos podamos tolerar críticas, que se permita la participación de todos los actores sociales y que salgamos fortalecidos como nación.
Por supuesto, siempre que alguien pierde se acostumbra a buscar pretextos y a decir que hubo fraude o que no se dieron las garantías suficientes. Esto se da en gran parte por la fragilidad de la oposición y por lo desprestigiado de sus actores.
El Gobierno desde un inicio planteó la necesidad de una estrategia de Diálogo, Alianza y Consenso junto a la empresa privada, para crear un marco integral de desarrollo económico social sostenible. Esta forma novedosa de participación público-privada es lo que permite un crecimiento estable, un buen clima de inversión y la ejecución de políticas sociales profundas.
Deberían revisar el enfoque con el que nos están queriendo juzgar, somos uno de los países más pobres de Latinoamérica y aún así aquí no hay lavado de dinero, no hay permisividad a los narcotraficantes, no se extiende el veneno de las maras de norte a sur y nos hemos convertido en un muro de contención y protección para los mismos Estados Unidos y para Centroamérica.
El precio que han pagado nuestros hermanos del Ejército y de la Policía por darnos un país seguro y ejemplo para la región y el mundo es una muestra del compromiso de nuestro país por la paz y la seguridad nacional y lo hemos tenido que pagar con la vida de cientos de hombres y mujeres que creyeron en la justicia y la libertad.
Esperemos que exista la madurez y la inteligencia en el Senado de los Estados Unidos y que no se apruebe esa iniciativa de ley. Queremos tener buenas relaciones con todos los países del mundo y seguir manteniendo el diálogo como único instrumento para alcanzar la paz y solucionar nuestros problemas.
Pero no vamos a renunciar nunca a nuestra independencia de pensamiento, al derecho a la autodeterminación, a nuestra soberanía y, mucho menos, a nuestra dignidad nacional.
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