Foto G. Trucchi | Opera Mundi |
Después
de la caída de Berlusconi, Monti hizo una reforma drástica del mercado
laboral y del sistema de pensiones. Dario Anzani es educador de la
Cooperativa Social “Comunità del Giambellino”. Tiene más de 20 años de
trabajar por las calles del barrio Giambellino, una de las zonas
históricamente más conflictivas de Milán, ciudad que, hace algunas
décadas, se jactaba de ser la capital económica e industrial de Italia.
“La crisis económica está golpeando duro y los principales afectados son
los y las jóvenes”, dijo.
Lea 1° parte: "Dictadura" de la austeridad impone "toque de queda" para los derechos de los trabajadores
Para Cristina Tajani, concejal del
Ayuntamiento de Milán para la política laboral y el desarrollo
económico, los datos sobre el desempleo en esta ciudad, aunque en
niveles inferiores a la tendencia nacional (10%), siguen siendo
alarmantes, situándose en un 6%. Tajani es la más joven concejal (34
años) de la Junta municipal encabezada por el alcalde izquierdista
Giuliano Pisapia, quien, en mayo de 2011, puso fin a veinte años de
‘berlusconismo’ en esta ciudad. También para ella, la situación del
empleo juvenil necesita de acciones urgentes.
“Aunque registramos una leve disminución en los últimos dos años y quedamos muy lejos del promedio nacional (35%), la tasa de desempleo juvenil (entre 15 y 24 años) en Milán aún supera el 20%”, explicó a Opera Mundi. La concejal advierte que, en medio de la crisis, la mujer es la que más está sufriendo la caída de la ocupación, “en un mercado laboral que se ha vuelto más flexible y precario como nunca antes se había visto, y que difícilmente tutela la maternidad”. Una situación que, para Anzani, tiene mucho que ver con la evolución de una crisis económico-financiera, que en las últimas dos décadas se ha mezclado con el deterioro significativo yacelerado de los valores, en todos los estamentos del tejido social. “El modelo individualista de Berlusconi fue como un terremoto. Un modelo que ha contribuido de manera determinante a la modificación del tejido social italiano”, aseguró.
Durante los últimos 20 años trabajando en la educación de calle, Anzani dijo haber asistido a una modificación brutal del territorio. “Años atrás, grupo de jóvenes se encontraban en cada parque o rincón de la ciudad, relacionándose con su propia historia y lenguaje. Nosotros interveníamos para reconocer cuáles eran las dinámicas de cada grupo y ayudar con la evolución positiva de dichas dinámicas y el desarrollo de valores compartidos”, manifiestó. Hoy en día, esto ya no es posible. Los grupos prácticamente han desaparecido y los pocos que quedan se han transformado en “un conjunto de sujetos que solamente comparten el consumo de sustancias ilegales. La sociabilidad juvenil ya no existe”, explicó Anzani.
Según él, esta situación es producto no sólo del advinimiento de las nuevas tecnologías y la comunicación virtual, sino sobre todo “ese manto de indiferencia e intolerancia que se respira, como producto de un modelo individualista que ha fragmentado la sociedad. Es una crisis que necesita de una respuesta amplia y coordinada, que vuelva a posicionar la importancia del gasto público y de las relaciones sociales”, concluyó Tajani, recordando los esfuerzos que el Ayuntamiento de Milán está haciendo a través de varios ‘paquetes de medidas anticrisis’, como la asistencia directa a las personas, los incentivos a las empresas para reactivar la ocupación y el apoyo para la creación de nuevas empresas (start-up), con un claro enfoque juvenil.
“Exodados”
Lutz Kühn es alemán, tiene 60 años, los últimos 26 pasados en Italia, donde ha trabajado como ingeniero electrónico en el sector de la telefonía. En 1993, comenzó a trabajar para la empresa alemana Siemens, la cual, en 2005, creó una joint-venture con Nokia. En 2008 la empresa de capital alemán-finlandés tomó la decisión de reducir las actividades y anunció un excedente de personal. A Lutz - como a muchos de sus colegas - le faltaban solo seis años para su jubilación (2014) y le ofrecieron un “incentivo para el éxodo”.
A cambio de la renuncia inmediata y definitiva al puesto de trabajo, la empresa le garantizaba 3 años de “movilidad” (2009-2011), durante los cuales recibiría un salario reducido (80%), más el pago, en una sóla cuota, del equivalente a las 36 mensualidades que aún faltaban para llegar a su jubilación (2012-2014).
Después de la caída del gobierno Berlusconi en 2011, el gobierno técnico de Mario Monti y su ministra de Trabajo, Elsa Fornero, impulsaron una drástica reforma laboral y del sistema de pensiones. Eliminaron la pensión de vejez [1], elevaron de forma progresiva la edad de jubilación y pasaron del sistema retributivo al sistema contributivo, dejando a miles de trabajadores y trabajadoras, que habían aceptado el plan de incentivo para el éxodo, sin los medios mínimos para sobrevivir.
“En mi caso, la reforma impulsada por la ahora ex ministro Fornero extendió mi edad de jubilación hasta el año 2019, es decir, cinco años más, durante los cuales no voy a tener ni salario, ni pensión”, afirmó Kühn.
Según datos del INPS (Instituto Nacional de Previsión Social), serían no menos de 390 mil los ex trabajadores y trabajadoras en esta situación. Hasta el momento, los programas del dimisionario gobierno Monti prevén medidas alternativas a la reforma solamente para 130 mil personas. Nadie al momento sabe qué pasará con los otros 250 mil trabajadores exodados y sus familias.
“Afortunadamente, yo vivo solo, tengo mi casa y algunas pequeñas inversiones. Voy a poder aguantar esta situación hasta mi jubilación, pero hay muchas personas que están desesperadas y no sabe qué hacer”, explicó Kühn.
Pero él no se ha quedado de brazos cruzados y, junto con la CGIL Milano (Confederación General Italiana del Trabajo), se ha involucrado en el movimiento de protesta. “Lo que han hecho no es humanamente justo, porque no pueden cambiar las reglas del juego sin tomar en cuenta las consecuencias, dejando a centenares de miles de personas en una situación muy difícil”.
Es por eso que en la sede central de la CGIL en Milán se ha abierto un espacio para esos trabajadores. “Todos los martes escuchamos a la gente, le damos orientación y consejos, tratamos de responder a sus inquietudes. Están preocupados, no saben como van a poder seguir pagando sus deudas e hipotecas, quieren saber si están a salvo o si quedaron atrapados en el bolsón de los exodados”, continuó el alemán.
Según él, es muy importante que la gente se reapropie de su dignidad de trabajador y de ciudadano. “El gobierno saliente habla de ‘salvar’ a las personas, pero no debemos olvidar que nos están quitando un derecho adquirido. No nos están dando ninguna limosna, ni queremos ser salvados, simplemente exigimos nuestros derechos”, concluyó.
Últimos de los últimos
Paolo Oddi es abogado inmigracionista y miembro de la Asociación de Estudios Jurídicos sobre la Inmigración. No tiene la menor duda de que los que más están pagando esta crisis son los sectores más desprotegidos, entre ellos, los inmigrantes, aún más si son irregulares o ilegales.
Durante las últimas dos décadas, Italia ha adoptado una política inmigratoria marcadamente prohibicionista, y uno de sus efectos ha sido la imposibilidad de regularizar el estado migratorio para centenares de miles de ciudadanos extracomunitarios (no perteneciente a la Unión Europea). “Esa situación los ha llevado a buscar trabajos precarios y subpagados, expuestos al chantaje de los empleadores y a la amenaza de ser detenidos y expulsados”, contó Oddi.
El mercado laboral, en plena crisis, ha aprovechado de esta gran cantidad de mano de obra, engrosando los bolsones de ‘trabajo en negro’ y de pobreza. La precarización laboral ha ido creciendo a la par de la precarización de los derechos de los inmigrantes, y las políticas represivas han conllevado una mayor invisibilización de estos sujetos sin derechos.
Pese a que recientemente la Corte Constitucional declaró la inconstitucionalidad de algunos de los aspectos más nefastos de la Ley 189 de Regulación de la Inmigración (conocida como Ley Bossi-Fini) - entre otros, el ‘delito de clandestinidad’ y la ‘ilegalidad migratoria’ como agravante de la pena - la pérdida del trabajo, hasta para un inmigrante regular, “hunde a las personas en una espiral de chantajeabilidad y debilidad, y esto pese a que los inmigrantes constituyen una fuerza vital y un recurso extraordinario para el país”, aseveró el abogado inmigracionista.
El Centro de Identificación y Expulsión (CIE)
“El CIE o ex CPT (Centro de Estancia Temporal) es la abominación y una violación a los derechos fundamentales”, sentenció Oddi. Con la Directiva del Retorno de la Unión Europa (2008), que en Italia entró en vigor en 2011, de hecho se uniformaron las políticas de expulsión de inmigrantes de todos los países miembros. Con ella, se determinó una detención administrativa no superior a 18 meses, de personas extracomunitarias que no podían ser expulsadas de otra forma. “En Italia hemos sido incapaces de crear condiciones civiles para la detención de estas personas”, dijo el abogado.
En efecto, no sólo no hay claridad sobre los derechos de las personas recluidas, ni sobre la reglamentación de los procedimientos de reclusión, sino que tampoco hay personas encargadas de la dirección de estos Centros, ni una instancia judicial que vigile sobre lo que ahí ocurre. “Son verdaderas cárceles, una especie de Guantánamo donde las personas viven en condiciones infrahumanas, y donde reina el caos y la casualidad. Ahí se mezclan criminales que han cometido varios delitos, con personas que simplemente han perdido el trabajo y no pueden renovar su permiso de estancia en el país”, explicó Oddi.
Muchas veces, cuando logran salvarse del proceso de expulsión, los inmigrantes se mezclan con los sectores más pobres de la población italiana y con los ‘nuevos pobres’ de la crisis.
Casa della Carità
La Casa della Carità (Casa de la Caridad) es una fundación cuya sede central surge en las afueras de Milán y desarrolla sus actividades con el apoyo del Arzobispado y el Ayuntamiento. Su objetivo es tutelar y velar por los derechos de las personas que se aproximan a la estructura residencial y crear nuevos caminos para la autonomía, así como concientizar a las instituciones y a los ciudadanos acerca de los derechos de ciudadanía.
Cada año, ofrece hospitalidad a más de 300 personas y varios servicios a miles de ciudadanos en dificultad. En su 10 años de existencia, la Casa ha atendido las necesidades urgentes de personas provenientes de 90 países en el mundo.
Emanuela “Tea” Geromini es trabajadora social y hace siete años comenzó a trabajar con la Casa della Carità. Ella explica que el Centro de Escucha, donde desempeña su actividad laboral, ha registrado, entre 2009 y 2012, un aumento significativo de las demandas, sobre todo de parte de ciudadanos extranjeros. “Hay mucha más gente que llega a buscar apoyo y que vive situaciones extremadamente difíciles. Las solicitudes de trabajo, por ejemplo, se han sextuplicado y esto nos indica que el trabajo se ha convertido en una prioridad”.
También hubo un aumento sustancial del número de familias desahuciadas. “Pierden el trabajo y no pueden seguir pagando la hipoteca, quedando así expuestas al desahucio. Muchas veces, esta situación genera formas diversas de trastorno mental, aumentando la carga de sufrimiento que ya los agobia”, continuó la trabajadora social.
En el caso de los extranjeros, esta situación comporta la pérdida del permiso de estancia en el país. “Personas que quizás tienen hasta diez o veinte años de vivir legalmente en Italia, se encuentran de repente sufriendo una condición de clandestinidad, expuestos a la precariedad y hasta a la detención y la expulsión”, dijo Geromini.
En el caso de las mujeres, hay una verdadera pérdida de identidad. “Quedan atrapadas en una doble ausencia: de su país de origen y de Italia, donde, con muchas dificultades, habían adquirido un estatus, una razón de ser”.Geromini advierte también del peligro de un recrudecimiento del racismo y de nuevas formas de discriminación racial. “La crisis y la necesidad de encontrar a quien culpar de todas sus desgracias acentúan la intolerancia hacia los extranjeros. Una guerra entre pobres donde solamente hay perdedores”.
Fuente original: Opera Mundi
Notas:
[1] La pensión de vejez equivale a un pequeño subsidio
para quienes no han cotizado, o no lo suficiente, para recibir una
pensión completa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios que contienen vulgaridades o elementos de violencia verbal